El concepto de cooperación se sitúa en el plano internacional, asociándose de manera automática al concepto de ‘ayuda’, o más específicamente de ‘ayuda al desarrollo’, como parte de la política exterior de los gobiernos de los distintos países. La cooperación, por tanto, permite incorporar a las relaciones entre los estados un componente que supera el aspecto político-estratégico y económico, dando cabida a espacios de solidaridad, interdependencia, promoción comercial y búsqueda de una red de bien común internacional. En España, el organismo técnico responsable del diseño, ejecución y la gestión de los proyectos y programas de cooperación es la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI). Para llevar a cabo los distintos proyectos utiliza sus propios recursos, así como la colaboración de otras entidades nacionales, internacionales y ONGD. En nuestro país el pasado año trabajaron como cooperantes en otros países miles de personas en distintos ámbitos: catástrofes naturales, guerras, programas educativos y sanitarios.
Los expertos en esta materia explican que la cooperación debe entenderse como un proceso de ida y vuelta en el que cada uno de los países involucrados, tanto donantes como receptores, acuerdan cooperar para resolver un determinado problema y, al hacerlo, satisfacen los objetivos que cada uno de ellos se ha propuesto previamente. Con este fin nace la AECI en 1998 como órgano ejecutor de la política española de cooperación para el desarrollo, adscrita al Ministerio de Asuntos Exteriores a través de la Secretaría de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica (SECIPI). A partir de este momento, España empieza a ‘existir’ como uno de los países que mayor esfuerzo dedica a promover acciones de cooperación internacional. Y lo hace a través de sus 31 oficinas técnicas de cooperación (OTC), 14 centros culturales: Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Paraguay, Perú, República Dominicana y EEUU y 3 Centros de Formación: Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), Cartagena de Indias (Colombia) y Antigua (Guatemala).
Objetos generales de la ayuda internacional al desarrollo:
El ser humano. Tanto la Agencia Española de Cooperación Internacional, como las distintas organizaciones que sin ánimo de lucro trabajan en otros países para resolver problemas específicos de desarrollo defienden el reconocimiento del ser humano en su dimensión individual y colectiva como protagonista y destinatario último de la política de cooperación al desarrollo.
No discriminación. Se defienden a través de los distintos programas la promoción de los derechos humanos y libertades fundamentales, la paz y la participación ciudadana en condiciones de igualdad para hombres y mujeres, así como la no discriminación por sexo, raza, religión y cultura.
Promover un crecimiento económico equitativo. Con el fin de asegurar y potenciar la eficacia y coherencia de las políticas de cooperación al desarrollo en su objetivo de erradicar la pobreza en el mundo. Para ello es fundamental potenciar un desarrollo humano global, interdependiente, participativo, sostenible y equitativo de mujeres y hombres.
Respeto a los compromisos internacionales. Adoptados en el seno de los Organismos Internacionales.
El concepto de cooperación internacional actual poco o nada tiene que ver con el de los años cincuenta, cuando se daba a conocer como un instrumento fundamental para apoyar el crecimiento económico, aumentar la capacidad productiva y la inversión de los países. Será a partir de los años ochenta cuando los distintos países a través de sus gobiernos y los órganos específicos, creados para impulsar proyectos de ayuda internacional, tengan como objetivo la reducción de la brecha entre el mundo en desarrollo y el mundo desarrollado.
Impulsar el desarrollo económico y social. Se pretende fomentar con recursos humanos y materiales el desarrollo de los países más desfavorecidos para que puedan alcanzar un crecimiento económico con un reparto más equitativo, propiciando así una mejora en el nivel de vida de las poblaciones beneficiarias, en general, y de sus capas más necesitadas.
Contribuir a la seguridad y la paz. Así como a un mayor equilibrio en las relaciones políticas, estratégicas, económicas y comerciales, promoviendo así un marco de estabilidad y seguridad que garantice la paz internacional.
Potenciar la ayuda humanitaria. Concretamente en la prevención y atención de situaciones de emergencia.
Fortalecer los sistemas democráticos. Fundamentalmente el respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales.
Impulsar las relaciones de los países en coherencia con la cooperación. Sobre todo con los que están en vías de desarrollo.