Cada día se dedica menos espacio informativo a la realidad de los refugiados sirios, pero aún hoy seguimos en una situación de emergencia en Europa por esta razón. Países como Suecia y Dinamarca han cerrado sus fronteras y otros como Francia insisten en reforzar un pacto europeo de seguridad esencial frente al desafío migratorio y la amenaza terrorista. Mientras, la situación en las costas y los campos de refugiados es desoladora. En este artículo se muestra la realidad de las miles de personas que inician su travesía hacia otros países y de quienes viven a la intemperie. También se explica la labor de algunas ONG puesta en tela de juicio y se citan los pasos que se están dando desde la Unión Europea.
La situación en cifras
Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), solo en las dos primeras semanas de 2016 han llegado a Grecia 23.302 personas y 362 a las costas de Italia. En total, el paso de Libia a Italia y Grecia se ha cobrado la vida de 59 personas, sin incluir los 11 fallecidos en el choque de autobuses en Turquía registrado a primeros de mes. Además, en estos últimos días se han rescatado más de 550 personas.
59 refugiados han muerto en las costas de Italia y Grecia en las dos primeras semanas de 2016
Una media de 1.700 personas al día llegan a Europa poniendo en peligro sus vidas y sometiéndose a situaciones infrahumanas. Según ACNUR, se estima que en 2014 al menos 218.000 inmigrantes y refugiados cruzaron el Mediterráneo en bote, personas que se juegan la vida porque sienten que en sus países tienen mucho más que perder.
La labor de las ONG en peligro
Numerosas ONG desarrollan entre las aguas griegas y turcas diversas labores: rescate de expediciones en el mar, asistencia médica y humanitaria, entrega de material de primera necesidad y alimentos, tareas de interpretación y hasta ayuda psicológica para sobrellevar el drama.
Tres bomberos sevillanos de la ONG Proemaid y dos daneses fueron detenidos en Lesbos acusados de tráfico ilegal de personas
En esta travesía, hay también equipos de salvamento que están favoreciendo el rescate de los migrantes que llegan a las costas exponiéndose a denuncias y arrestos. Es el caso de los bomberos sevillanos pertenecientes a la ONG Proemaid y dos daneses que fueron detenidos en Lesbos y han pasado algunas noches en la cárcel acusados de tráfico ilegal de personas; fueron puestos en libertad días después tras el pago de una fianza de 5.000 euros.
La secretaria general de la ONG Comité Español de Ayuda al Refugiado (CEAR), Estrella Galán, asegura que las organizaciones humanitarias cubren «una tarea que las autoridades europeas no están asumiendo debidamente». Aunque como dice Gerard Canals, coordinador de la ONG española Proactiva Open Arms, «nadie te va a impedir que salves vidas en aguas turcas, pero hay que coordinarlo» con las autoridades y reconoce que «esta es una zona muy complicada y no todo es buena voluntad».
Medidas entre los países de la Unión Europea
Hace unos meses la Unión Europea acordaba la distribución de 120.000 refugiados en el plazo de dos años. Y aunque hubo cuatro países que se manifestaron en contra (Hungría, República Checa, Eslovaquia y Rumanía) finalmente tenían que acatar la decisión. Además, la intención era que los jefes de Estado y de Gobierno pactaran propuestas de más largo alcance para hacer frente al desafío migratorio. Hoy día, la crisis de los refugiados sigue siendo una emergencia y poco se ha avanzado en las negociaciones.
El comienzo de año ha venido marcado por la protección de las fronteras
El comienzo de año ha venido marcado por la protección de las fronteras. Suecia, Dinamarca y Alemania se reunieron en Bruselas con carácter de urgencia para debatir sobre los recientes controles fronterizos que han aplicado estos países. El objetivo es controlar el flujo de inmigrantes después del suceso ocurrido en Nochevieja en Colonia (Alemania), en el que más de 120 mujeres fueron violadas y agredidas sexualmente; entre los acusados hay unos 18 hombres que pidieron asilo en el país germano.
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, criticado en Europa por levantar muros y barreras en sus fronteras, ahora se está convirtiendo en un «ejemplo» para los demás miembros de la Unión Europea. Parece que Polonia ha seguido el ejemplo de Orbán. El país ha aprobado una nueva ley que dará más control al Gobierno sobre los medios de comunicación públicos, algo contrario a la legislación de la Unión Europea sobre la libertad de expresión.
El campamento de Grande-Synthe es un claro ejemplo de cómo viven los migrantes kurdos. Como este hay otros seis en el norte de Francia que Médicos sin Fronteras ha calificado de “basurero a cielo abierto”.
Esta localidad limítrofe con Bélgica de apenas 22.000 habitantes se ha convertido desde el pasado verano en el hogar de kurdos iraquíes, kurdos iraníes, yazidíes y un pequeño grupo de vietnamitas que, por diferentes motivos, han abandonado sus hogares. Su esperanza es llegar a Reino Unido para encontrar trabajo y vivienda. Para ello necesitan de los traficantes albaneses, a quienes pagarán 4.000 euros (por adulto) por subirse en un camión y cruzar el Canal de la Mancha.
Casi 3.000 personas habitan en este campamento. Muchos de ellos han dejado a sus familias en Turquía, Alemania y en sus países de origen. Viven entre el barro ocasionado por las fuertes lluvias, en carpas, calentándose con el fuego de varias hogueras a la intemperie y compartiendo apenas 20 aseos en condiciones insalubres y terribles.