La crisis del agua es uno de los temas más discutidos en las agencias de desarrollo, foros internacionales, ONG y movimientos sociales. Desde todos ellos se denuncia el sufrimiento que viven muchos países con motivo de la escasez del agua. Mientras que en 1998 el número de países en esta situación era 28, en el 2025 el número ascenderá a 56, lo que supone el 47% de la población mundial. No en vano uno de los Objetivos del Milenio es reducir hasta el 2015 a la mitad de las personas que no tienen acceso a agua potable. Incluso, el Comité de Pacto sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales ha reconocido el agua como un derecho humano fundamental.
Las razones de esta situación son diversas, en función de las distintas fuentes. Los organismos internacionales aseguran que la escasez del agua en el mundo se debe a un crecimiento demográfico y a la mala gestión y distribución de los recursos hídricos. Sin embargo, desde Médicos Mundi y otras ONG se habla de contaminación, de cambio climático, del injusto reparto, del crecimiento urbano y de las responsabilidades del modelo económico dominante. «Hay que entenderlo en el contexto amplio de la globalización económica y su papel en promover la privatización y la mercantilización». Los distintos movimientos sociales denuncian que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional hayan impuesto la privatización del agua como condición para otorgar préstamos sin tener en cuenta las graves consecuencias de esta situación que afecta en un 80% a las zonas rurales: la mayoría de las mujeres de Colombia y Filipinas utilizan el agua contaminada cuando les cortan el servicio por falta de pago, exponiéndose a sufrir enfermedades que pueden acabar con su vida.
Plan Mundial del Agua
Los países del G-8 se reunieron hace dos años en Evian, Francia, donde el presidente francés presentó el Plan Mundial del Agua y Romano Prodi el Fondo Europeo del agua, con el objetivo de destinar un billón de euros a la Cooperación Pública Privada en más de 70 países de África, Caribe y el Pacífico. Por su parte, Eurostep, una coalición de ONG de desarrollo, asegura que este dinero procede del fondo europeo para el desarrollo, de manera que muchos proyectos para la lucha contra el sida, la malaria y la tuberculosis serían anulados por no reunir los fondos suficientes.
Desde Ecologistas en Acción explican que al vincular el acceso del agua dulce directamente con la soberanía alimentaria, es muy probable que en muy poco tiempo el hambre se dispare en gran parte del mundo por la falta de agua para las pequeñas explotaciones agrícolas que todavía alimentan a la población mundial. Solamente la agricultura industrial consume hasta 4.000 litros de agua para producir un kilo de cereal y 10.000 litros para un kilo de carne de vaca.
Ecologistas en Acción explican que la privatización del agua tiene las siguientes consecuencias:
- El objetivo de abastecer a la población cada vez de mayor cantidad de agua para incrementar el beneficio pone en peligro los ciclos regionales de agua.
- Con la creación de mercados de agua se fomenta el suministro a través de grandes redes interregionales, que además de ser más costosas demandan infraestructuras más grandes, como presas y trasvases, lo que elimina la posibilidad de centrarse en un abastecimiento local y autónomo.
- Cuestiones medioambientales como la protección de agua subterránea o de ecosistemas sólo se tienen en cuenta cuando es económicamente rentable a corto plazo, pero no para garantizar un medio ambiente saludable para futuras generaciones.
- Desaparición de la financiación pública de la investigación en tecnologías y sistemas más sostenibles
.