La desnutrición infantil, además de afectar gravemente a la salud de los más pequeños, inhibir su desarrollo e incrementar el riesgo de muerte en menores de cinco años, tiene un enorme impacto económico para los países que la sufren, como es el caso de Bolivia, nación en la que se centra un informe elaborado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas (UDAPE) y el Ministerio de Salud y Deportes boliviano.
«El costo del hambre en Bolivia: impacto social y económico de la desnutrición infantil» revela que esta enfermedad supuso una factura de 552 millones de dólares en el año 2005, equivalente al 5,8% del Producto Interior Bruto (PIB) y al 31,8% del gasto social total del país sudamericano.
«El impacto de la desnutrición infantil en las tasas de morbilidad a nivel nacional significó más de 28.000 casos adicionales a las enfermedades registradas durante el año», detalla el estudio. En cuanto a la mortalidad, del total de muertes ocurridas entre la población menor de cinco años, casi 16.000 (18%) estaban asociadas a la desnutrición.
Educación
Esa lacra también afecta a la educación. El informe indica al respecto que los estudiantes de primaria y secundaria con desnutrición cursan, en promedio, 2,8 años menos que los no desnutridos. Esto se debe en parte a que un gran número de menores con desnutrición en su etapa preescolar ni siquiera llega a cursar el primer año de primaria.
Además, en 2005 la enfermedad provocó que 1.936 alumnos repitieran curso -44% en primaria y 56% en secundaria-, con una mayor concentración entres quienes sufrieron desnutrición antes de cumplir los cinco años. Esto generó un coste de más de 400.000 dólares, equivalente al 0,6% del gasto social en educación.
A su vez, la menor escolaridad debido a problemas de desnutrición derivó en una pérdida de productividad en Bolivia valorada en 219 millones de dólares, el 12,6% del gasto social, el 32,1% del gasto público en educación y alrededor del 2,3% del PIB nacional.
Por otra parte, la pérdida de productividad por la muerte de personas con desnutrición, que ese año pudieron haberse integrado al mercado de trabajo, alcanzó los 319 millones de dólares, el 3,4% del PIB.