Conseguir que 30.000 españoles se conviertan en padrinos de niños indios de la región de Anantapur, donde la Fundación Vicente Ferrer desarrolla desde hace 40 años su trabajo humanitario, y también de la vecina Kurnool, hacia donde quiere extender su obra solidaria. Así se resume uno de los nuevos objetivos que se ha propuesto la fundación creada por el filántropo catalán fallecido el pasado día 19 de junio a los 89 años de edad.
El llamamiento fue realizado ayer en una rueda de prensa en Barcelona, en la que la viuda de Ferrer, Anna Ferrer, y su sobrino, Jordi Folgado Ferrer, explicaron que las aportaciones de los 30.000 padrinos se destinarán a niños y niñas que viven en esas dos regiones.
La experiencia de tantos años de trabajo en Anantapur permitirá que la extensión de la acción humanitaria a Kurnool, una región que padece importantes sequías y en la que muchas personas viven en condiciones difíciles, se lleve a cabo con mayor rapidez, indicaron.
La labor de la fundación ha permitido llevar a cabo en Anantapur la construcción de 30.000 casas para personas que vivían en chozas, dos hospitales en los que se atienden partos difíciles y que están en condiciones de practicar cesáreas, así como la escolarización de casi el 100% de niños ciegos y sordos en la educación primaria y ya se empieza en la secundaria, detalló Anna Ferrer, que además quiere continuar un proyecto personal que ha impulsado en Anantapur, cuyo objetivo es acabar con los malos tratos de los que son víctimas las mujeres.
Ambos cooperantes recordaron que el trabajo solidario no puede cesar con el fallecimiento de Vicente Ferrer y que la fundación que lleva su nombre continuará su obra impulsando nuevos proyectos.