Médicos Sin Fronteras (MSF) acaba de presentar un informe de actividades en el que ponen de manifiesto que el respeto por las intervenciones humanitarias se ha reducido. «Cada vez resulta más difícil negociar la presencia de los equipos y preservar la seguridad de los proyectos en entornos volátiles», reza el informe. Resulta preocupante el que MSF se viera obligada a denunciar reiteradamente la falta de acceso a las poblaciones necesitadas debido la obstaculización, cuando no acoso, ejercidos por actores armados en crisis como las de Darfur, Sri Lanka o Líbano. Hay que tener en cuenta que la primera víctima de estas estrategias es la población, que queda desatendida y sin acceso a la atención básica
Hay que tener en cuenta que la primera víctima de estas estrategias es la población, que queda desatendida y sin acceso a la atención básica.
Esta desconfianza y hostilidad ha ido en aumento porque los trabajadores humanitarios son testigos incómodos de los abusos y la falta de asistencia, tal y como explican desde la ONG. Pero -dicen- también resultan peligrosas las estrategias guiadas por intereses políticos y mediáticos para disfrazar las intervenciones militares como ayuda humanitaria.
Darfur es el caso más paradigmático. MSF, que trabaja en esta región sudanesa desde 2004, se ha visto obligada a lo largo de 2006 a evacuar sus proyectos de forma intermitente y a reducir la asistencia al mínimo debido a continuos incidentes de seguridad derivados no tanto del clima generalizado de violencia como de una dinámica de acoso selectivo, dirigido a las organizaciones humanitarias. Desde julio de 2006, doce trabajadores humanitarios han sido asesinados y cinco más permanecen desaparecidos, y en apenas seis meses han sido atacadas una treintena de instalaciones de las organizaciones de ayuda. «En estas circunstancias, llegar a las poblaciones necesitadas de ayuda de emergencia es, en muchos casos, imposible», denuncian.
«Garantizar el acceso a las poblaciones atrapadas en conflictos debería ser prioritario y sin embargo no vemos que exista firmeza política en este ámbito», afirma Aitor Zabalgogeazkoa, Director General de MSF España. «Y la responsabilidad no es sólo de los actores directamente implicados en las crisis, sino también de los gobiernos y organizaciones internacionales con capacidad de influencia que no ejercen la presión suficiente sobre los que violan sus responsabilidades con la población civil», revela.
La Memoria Internacional 2005/06, que recoge las actividades realizadas desde mediados de 2005 hasta mediados de 2006 en más de 65 países, precisa que en este periodo MSF proporcionó asistencia a 10 millones de personas, incluyendo el terremoto de Pakistán, la epidemia de cólera en Angola, la crisis nutricional en Níger, la emergencia crónica en República Democrática del Congo y la que siguió siendo su mayor intervención, Sudán.
Por otra parte, en el ámbito médico, MSF expone nuevos desafíos en relación con enfermedades emergentes y desnutrición. En el primer caso, el reciente aumento de enfermedades hemorrágicas virales como el Ébola o el Marburg ha requerido respuestas muy especializadas y adaptadas a los contextos, en los que la comunicación con la comunidad y la eventual modificación de protocolos de trabajo, han resultado esenciales. En materia de desnutrición, las lecciones aprendidas han ido en la línea de utilización de nuevos productos terapéuticos y estrategias de tratamiento ambulatorio.