María Hidalgo es CEO de Diseño Social EN+, una ONG sin ánimo de lucro dedicada “a la difusión y mejora del desarrollo de la comunicación y el diseño social”. La creatividad y la empatía son dos de sus señas de identidad, las mismas que transmiten a personas de todo el mundo mediante una plataforma de educación on line por la que cada año pasan unos 300 estudiantes. En esta entrevista, María Hidalgo repasa el papel de la comunicación social, su importancia en la emisión de mensajes positivos y la relevancia que la solidaridad ha adquirido en los últimos años gracias, entre otras cuestiones, a las redes sociales. “Ahora sabemos que hay otra forma de hacer las cosas y que, entre todos, podemos diseñar y rediseñar otra realidad”, afirma María Hidalgo.
Decía el filósofo norteamericano John Dewey que una sociedad libre debe producir personas libres, es decir, personas con capacidad de elección y de discernimiento, de comprender lo que les pasa y de ser capaces de cambiar su situación si así lo deciden. Para que esto sea posible, es necesario que las personas tengan garantizado el acceso al conocimiento y que sepan manejar de forma crítica la información que reciben y, esto es muy importante, la que expresan y pueden expresar.
Las buenas noticias no consiguen llegar con facilidad hasta los titulares, exceptuando en las páginas de deportes. Llaman más la atención las muertes que los nacimientos o los fracasos que los éxitos. Es uno de los fenómenos más preocupantes que percibimos en la actualidad. Este hecho no se debe solo al carácter morboso y sensacionalista de la prensa. Detrás también hay una clara intención económica y política. Para romper este círculo de adoctrinamiento, hay que ampliar las fuentes de la información, demostrar que no es cierto que no haya otra economía, otra forma de acceder al conocimiento u otra medicina; demostrar que hay alternativas y, sobre todo, que estas alternativas funcionan.
“La comunicación social debe estar cargada de optimismo para enfrentar las dificultades con buen ánimo”
Nosotros optamos siempre por usar el concepto “en positivo”, no en un sentido naif, sino casi matemático, ya que implica una comunicación que suma. La comunicación positiva es aquella interacción, verbal o no verbal, que implica creación de soluciones a través de empatía, optimismo y sinergia. Apostamos más por las risas que por las lágrimas, pero entre una risa tonta y una lágrima apasionada, nos quedamos con la segunda. Sin embargo, y en eso somos inflexibles, la comunicación social debe estar cargada de optimismo. Este valor nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia, descubriendo lo positivo que tienen las personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades, junto con la ayuda que podemos recibir. La principal diferencia que existe entre una actitud optimista y su opuesto, el pesimismo, radica en el enfoque con que se aprecian las cosas: enfocarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos provoca apatía y desánimo. El optimismo supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades.
En nuestros cursos hablamos sobre la innovación, la inspiración, las tendencias, las aventuras de los emprendedores sociales, la creatividad y todo lo que nos haga aprender y pasarlo bien colaborando juntos por hacer un mundo mejor.
Nosotros ofrecemos cursos a un precio simbólico, ya que la formación de 250 horas no sería accesible para muchas personas, especialmente de países cuya moneda está muy devaluada con respecto al euro. Los beneficios de los cursos se destinan de forma íntegra a los gastos de la plataforma y la tutorización de los proyectos fin de curso. Estos proyectos deben cumplir un único objetivo: servir al bien común y ser llevados a la práctica.
Dejar de buscarla porque ya está en ti. Es algo así como cuando después de estar horas buscando las gafas te das cuenta de que las llevas puestas. La felicidad individual es una actitud ante la vida, aunque se pone en práctica con pequeñas acciones diarias. Pero si la felicidad individual es una actitud, la felicidad colectiva es una conquista. Y es muy importante tener esto presente porque la felicidad de nuestro entorno, además de la de nuestros seres queridos, es muy importante para alcanzar la felicidad plena en nuestras vidas.
La política y la sociedad actual se rigen por valores económicos muy alejados de lo que los últimos avances de la ciencia han aportado al campo de la felicidad y la realización personal. Muchos economistas y líderes mundiales son conscientes de ello. Y también el resto de las personas. La economía está a punto de cambiar, pero aún no está claro cómo. Lo que se sabe es que el liderazgo moral e intelectual es esencial para ese cambio. Creemos que valores como la solidaridad tienen mucho que ver con la felicidad individual. Si la felicidad es el fin último de cada uno de nosotros y este sentimiento tiene mucho que ver con conceptos como sensibilidad, solidaridad, sostenibilidad, estados de paz o realización personal, y poco que ver con acumular riquezas, estatus social y disfrutar de objetos materiales, es una oportunidad valiosa para comenzar a construir una hoja de ruta para un nuevo modelo multidimensional de la economía del bienestar sostenible, fundada en el bienestar humano.
“Por nuestras manos han pasado más de 100 proyectos, todos a favor del cambio social”
Podemos destacar el proyecto de Carmen Ruiz, alumna de nuestro curso on line de “Comunicación y Diseño Social” e integrante de la iniciativa “El extrarradio”, ganadora en 2013 del Premio ONDAS a la Innovación Radiofónica; o el proyecto de Blanca Mata, “Lectura Fácil Euskadi”; y uno al que tenemos especial cariño es “Mosquiteras para Angola”. Por nuestras manos han pasado ya más de 100 proyectos y todos ellos cuentan con características muy distintas, pero un objetivo común claro: todos podemos aportar nuestro granito de arena al cambio social.
Es la clave, ya sea porque se use una plataforma de financiación colectiva, como una colecta, una cuota de socios o porque un grupo de consumidores apueste por un emprendimiento social. Lo esencial no es esta fórmula económica, sino la existencia de una comunidad proactiva e interesada en poner solución a una problemática social.
Está de moda y no es una moda pasajera. Creemos que ha llegado para quedarse. Hay una pulsión interna en el ser humano. En esta sociedad hiperconectada, la televisión ya no puede vendernos un modelo de vida único. Las redes sociales nos han facilitado encontrar a más “locos” que piensan que el cambio es posible, nos han hecho debatir, modelar y mejorar nuestro pensamiento gracias a la inteligencia colectiva. Ahora sabemos que hay otra forma de hacer las cosas y que, entre todos, podemos diseñar y rediseñar otra realidad. Las marcas comerciales ya lo han detectado. Han asimilado que no pueden luchar contra esa pulsión y se han sumado a ella disfrazándose de anuncios en los que ya no se vende estatus, sino valores. El siguiente paso es que se vean obligados a quitarse el disfraz de marketing y RSC y sean empresas verdes, sociales y sostenibles 100%. Llegará, y espero que sea antes de que sigamos realizando daños irreversibles al planeta y a la vida de tantas y tantas personas.
“Diseño social es un término vivo que nace en contraposición del concepto de diseño orientado a fines meramente comerciales”
Cuando pensamos en diseño, imaginamos productos para ser vendidos, fabricados por una industria y dirigidos a los consumidores. Pero muchos diseñadores hemos aprendido que es necesaria la responsabilidad social en la práctica del diseño, es decir, un diseño orientado hacia las personas, que busca trabajar para y por las personas, que tiene algo más que el beneficio de una transacción de compraventa de servicios. Para nosotros la mejor definición la dio Victor Papanek: “El diseño social está basado en la creación de nuevas plataformas de comunicación, interacción, intercambio y desarrollo, que huyen de la simple protesta para buscar soluciones a través del diseño. Sus intervenciones quieren fomentar el debate social, el planteamiento de problemas y, a su vez, dotar de nuevos espacios y herramientas”.
Pero el concepto “diseño social” es un término vivo, en evolución. Nace en contraposición del concepto de diseño orientado a fines meramente comerciales. Pero no tienen por qué ser términos opuestos. Para algunos analistas, a “diseño social” le sucede lo mismo que al término “paz”. Cuando intentamos buscar la mejor definición para “paz” nos viene a la mente “ausencia de guerra”. Pero la paz merece ser descrita por sus atributos propios. De igual modo, “diseño social” debe ser un término que construyamos desde su propia realidad, y no en contraposición al diseño orientado a fines comerciales. Necesitamos explorar qué conceptos y métodos podemos aplicar a soluciones concretas, así como qué tipo de metodología debe sustentar el diseño social. Sin fórmulas cerradas.