Los mayores voluntarios tienen la oportunidad de ayudar a otras personas, tanto jóvenes como mayores. Pero además, al hacerlo se ayudan a ellos mismos, al sentirse útiles. Esto favorece que mejoren su autoestima y confíen más en sus posibilidades. A su vez, las organizaciones que cuentan con su ayuda adquieren un importante recurso humano, gracias a la experiencia de los mayores y a su disponibilidad.
Son excelentes voluntarios. Las personas mayores suponen un cúmulo de experiencia que se convierte en un bien muy valioso para las organizaciones no gubernamentales (ONG) que cuentan con su ayuda. Sin embargo, también ellas obtienen beneficios de esta relación. La ONG Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP) divide estas ventajas en cuatro grupos:
Ventajas para los voluntarios mayores. Quienes colaboran en actividades de carácter humanitario e interés social, recuerda UDP, adquieren un sentimiento de utilidad y de integración. Este hecho consigue, además, que las personas mayores eviten la marginación social y el deterioro fisiológico, al relacionarse con otras personas y mantenerse activas.
Ventajas para otros voluntarios. Las personas mayores no siempre se relacionan solo con otros de su edad. En ocasiones, colaboran con voluntarios más jóvenes, lo que favorece las relaciones intergeneracionales y permite a los jóvenes aprender de los mayores y conocer sus experiencias.
Ventajas sociales. La ayuda que prestan las personas mayores, ser y sentirse válidas, mejora la percepción social que se tiene de ellas. A la vez, se convierten en transmisores de solidaridad y un ejemplo para otras personas. UDP calcula que en torno al 8% de las personas mayores de 65 años realiza labores de voluntariado social. Ellos contribuyen a mostrar «una imagen más positiva de sí mismos, un estado de ánimo y una percepción de su estado de salud superior al que manifiestan las personas que no participan».
Ventajas para las organizaciones. Gracias a la participación de las personas mayores en estos programas, el número de voluntarios de las entidades aumenta, además de contar con personal con experiencia y dedicación. «El resultado es la consecución de más y mejores programas de ayuda», señala UDP.
Voluntarios para paliar la soledad de otros y la propia
El acompañamiento es fundamental para evitar el aislamiento de los mayores que viven solos, pero también de los voluntarios
El voluntariado con personas mayores supone, sobre todo, un modo de ayudar y de mitigar su soledad. El acompañamiento es fundamental para evitar el aislamiento y animar a quienes encuentran pocos motivos de ánimo. Las personas mayores voluntarias entienden los problemas a los que se enfrentan otros mayores y, por este motivo, cuentan con más recursos para apoyarles y superarlos.
Los mismos voluntarios pueden ser personas mayores que viven solas o se sienten así en algún momento, pero que, lejos de reservarse en casa, deciden superar esta situación a la vez que ayudan a otros. Ellos mismos reciben compañía cuando la dan.
A su vez, alcanzan una gran satisfacción al realizar estas tareas. El voluntariado aumenta esta sensación y proporciona buenas dosis de autoestima a quienes realizan estas tareas. Se sienten bien consigo mismos y mejoran el estado de humor e, incluso, la salud.
Se calcula que una de cada cinco personas mayores viven solas en nuestro país. El 25% de las mujeres y el 16% de los hombres aseguran tener esta sensación en su día a día. Sobre todo, preocupa el envejecimiento de la población, porque a medida que las personas se hacen mayores, aumentan los años de soledad.
Quienes realizan algún tipo de voluntariado se sienten activos, vitales y productivos
Son los mayores de 80 años quienes más echan de menos la compañía y llevan una vida caracterizada por la inactividad. En el lado opuesto, las personas que realizan algún tipo de voluntariado se sienten activas, “vitales y productivas”, y defienden la necesidad de que las personas mayores se representen a sí mismas en todas las instituciones y ámbitos de la vida diaria.