Sorprende que los menores se embarquen en esta aventura, pero sucede. Cada año, cientos de jóvenes que no han cumplido la mayoría de edad emigran a otros países, a sabiendas de los riesgos que corren, o acompañan a sus familiares en el periplo. Por este motivo, el pasado año se celebró la I Conferencia sobre Movimientos Migratorios Infantiles, donde se pidió la no criminalización de los niños emigrantes, sino la búsqueda de su bienestar.
Imagen: Adam Axon
Las migraciones infantiles no siempre son voluntarias. En ocasiones, son desplazamientos obligados para los niños, que huyen con sus familias por diversos motivos. Se enfrentan a riesgos y oportunidades, pero los primeros son mayoría. En la citada Conferencia se puso de manifiesto que, a menudo, ni las políticas de acogida de los países de destino ni las políticas de prevención de los países de origen dan una respuesta a estos conflictos.
Una de las primeras peticiones que se han lanzado ha sido la necesidad de que los gobiernos pongan en marcha «medidas de protección efectivas para los menores cuando emigran, solos o acompañados». A la vez, se han pedido medidas integrales para toda la infancia desplazada y la colaboración norte-sur y sur-sur «para proteger a estos niños en todas las fases de su trayecto».
Los niños migrantes o desplazados son con frecuencia invisibles. Ni siquiera constan siempre en listas de desaparecidos o, incluso, de nacidos. El Movimiento Mundial por la Infancia afirma que «millones de niños y niñas están en tránsito, tanto dentro de las fronteras de su país como entre países, con o sin sus padres». Augura que la globalización propiciará todavía más movimientos en los próximos 20 años.
Irse de casa
Antes de la celebración de la Conferencia, Save the Children, con la colaboración de la Generalitat de Cataluña, elaboró el informe «Irse de Casa». Las voces de los niños y niñas desplazados». El estudio indica que las migraciones y los desplazamientos en masa aumentan y argumenta varias causas: la pobreza, los conflictos armados, los estados fallidos, los desastres naturales y el cambio climático.
Algunas familias se endeudan tras pagar los gastos de viaje de sus hijos menores «con la promesa de un futuro en el mundo del fútbol profesional»
Los menores se van de casa por diversos motivos. Ya sea por la falta de oportunidades en sus lugares de origen, porque sus familias emigran, por su intención de ganar dinero y ayudar a mantener a sus padres y hermanos o porque en ciertos países del mundo, detalla el informe, «la emigración se considera un verdadero rito de paso entre la juventud y la edad adulta».
En Ghana se han diseñado rutas migratorias «relativamente» seguras que los menores cruzan con sus padres, amigos o familiares, mientras que en África Occidental la emigración infantil está organizada a menudo por la comunidad de origen, continúa el estudio. En Costa de Marfil, algunas familias se endeudan tras pagar los gastos de viaje de sus hijos menores de 18 años «con la promesa de un futuro en el mundo del fútbol profesional».
El informe “Irse de casa” aporta información acerca del porcentaje de menores emigrantes que residen en diferentes países. Se calcula que estos suponen:
- El 42% de las personas que atraviesan la frontera entre Camboya y Tailandia.
- El 20% de los inmigrantes birmanos que residen en Tailandia.
- El 23% de las familias de Tanzania tienen, como mínimo, un hijo varón que ha emigrado y el 17% de las familias confirman que también se ha ido alguna de sus hijas.
Además, la última edición de “Desafíos”, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de la ONU y UNICEF, detalla que:
- Cinco millones de niños latinoamericanos viven como inmigrantes solos o con sus padres.
- La crisis económica aumenta las probabilidades de que los niños migrantes deban afrontar retos económicos y emocionales.
- Estos menores son más vulnerables a la explotación laboral y a otros tipos de violencia social.
- No hay leyes que garanticen la salud de los niños.