Diversos estudios estiman que hay más de 110 millones de minas repartidas en más de 64 países del mundo, principalmente en África. Las minas contrapersonal (también conocidas como «antipersonales») son una de las armas más sofisticadas utilizadas en conflictos, no con el fin de matar, sino de incapacitar y herir a sus víctimas. El principal problema es que pueden permanecer activas durante más de 50 años una vez finalizada la guerra. Además, no se suelen señalizar las zonas minadas, ya que son lanzadas arbitrariamente desde aviones o desde lanzadoras sin ningún control sobre la zona en que caen y tampoco se elaboran mapas de minas, por lo que en muchas ocasiones las víctimas son los propios soldados que las colocan. Como consecuencia, cada año más de 26.000 personas mueren o sufren traumáticas mutilaciones y de ellos, según indican las estadísticas, el 90% de las víctimas de las minas antipersonal son civiles y muchos de ellos niños.
La presencia de estas armas tan minuciosamente diseñadas y que aparecen esparcidas por miles impide el acceso a las tierras de cultivo, canales de riego, centrales eléctricas y carreteras. Millones de personas tienen que escoger entre cultivar con miedo, pasar hambre o abandonar su hogar. Este empleo de las personas civiles como blanco constituye una violación del derecho internacional humanitario, impidiendo el desarrollo económico de la población que ha sufrido el conflicto. En este sentido, diferentes ONG y asociaciones sin ánimo de lucro diseñan programas de sensibilización sobre el peligro que suponen las minas antipersonal, tal y como se ha llevado a cabo en Bosnia-Herzegovina, Camboya y Croacia.
Los principales países productores de minas son: Estados Unidos, China, Rusia, Israel, Pakistán, Sudáfrica, Corea del Norte y del Sur, Nepal, India, Pakistán, Singapur y Vietnam, formando entre todos ellos un arsenal de entre 180 y 185 millones de minas. Por su parte, los países más afectados por esta plaga son: Camboya (10 millones de minas), Angola (9 millones de minas), Bosnia-Herzegovina, Afganistán, El Salvador, Nicaragua, Colombia, Sudán, Mozambique, Somalia e Irak.
Además, no se puede olvidar el negocio que representa este tipo de armamento. En este sentido, la ONU calcula que mientras una mina contrapersonal cuesta entre 3 y 30 dólares americanos, la remoción de una de estas minas por especialistas locales puede costar hasta 100 dólares.
La ONU calcula que mientras una mina contrapersonal cuesta entre 3 y 30 dólares americanos, la remoción de una de estas minas por especialistas locales puede costar hasta 100 dólaresEl problema es que la mayoría de los países repletos de minas son pobres, han sido devastados por la guerra y no pueden costearse programas de recogida de minas en gran escala. Por esta razón, Cruz Roja Internacional, junto con otras asociaciones, exige además de la prohibición total de las minas contrapersonal, que se aumenten los fondos asignados para la destrucción de minas para garantizar la protección de las personas civiles inocentes contra la amenaza de las minas terrestres. Los principales métodos de detección de minas son los detectores de metales, las sondas y los perros amaestrados, aunque en la mayoría de los casos la técnica más eficaz y fiable sigue siendo la utilización de una sonda por el especialista en cuclillas.
Con el fin responder a la crisis causada por las minas contrapersonal, la comunidad internacional promovió la prohibición de estas armas a través de la aprobación, en 1997, de la Convención de Ottawa, que impide el empleo de las minas contrapersonal e incita a que se las destruya. Se trata de un texto definitivo para contribuir a la prohibición total de las minas y del que España forma parte. La campaña internacional (ICBL) obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1997 y en la actualidad el Tratado ha sido ratificado por 143 estados. Se dice que los estados que conforman la Convención de Ottawa han destruido ya 37 millones de minas. Sin embargo, aún queda mucho por hacer, pues a nivel internacional son muchos los países que no han firmado este Tratado como Estados Unidos, Rusia, China o Pakistán, todos ellos destacados productores de minas. Por este motivo, diferentes ONG trabajan por la eliminación de las minas y para que se siga luchando con el fin de conseguir que más estados suscriban el Tratado de Ottawa y para que los ya firmantes actúen con firmeza en el proceso de destrucción y de prohibición de las minas contrapersonal.