¿Cómo viven las mujeres refugiadas de Palestina?
Todas las mujeres refugiadas de Palestina tienen que hacer frente no solo a los obstáculos que supone vivir en un contexto de bloqueo y ocupación, sino que desafían a diario una gran cantidad de dificultades derivadas de sistemas patriarcales. Violencia de género, falta de acceso a medios de vida, no tener derecho a la herencia, el difícil acceso al agua y a la tierra… Todas estas violencias se imbrican en un contexto de ocupación que limita doblemente sus posibilidades de desarrollo personal y profesional.
Sin embargo, a pesar de todas las dificultades, estas mujeres despliegan una gran cantidad de estrategias para salir adelante. No solo son símbolo de fortaleza y sabiduría en sus comunidades, sino que desarrollan un papel central en la transmisión de la historia del pueblo palestino.
De hecho, son ellas quienes mantienen vivo el recuerdo de la tragedia de las personas refugiadas de Palestina, que comenzó en 1948. Una población que, de un día para otro, perdió sus hogares y sus medios de vida. Esta catástrofe, como la llaman los palestinos y palestinas, sigue perpetuándose tras casi 75 años.
Y ¿qué hace UNRWA en este contexto?
Desde su puesta en marcha en 1950, UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina, una comunidad de casi seis millones de personas, ha trabajado por la equidad de género y por atender las necesidades específicas de las mujeres refugiadas de Palestina.
En sus cinco áreas de operaciones UNRWA desarrolla estrategias diferenciadas adaptadas a la situación humanitaria y de las mujeres en estos contextos, dirigidas tanto a abordar la violencia de género, proporcionar atención psicosocial, educación y servicios de salud sexuales y reproductiva, como promover el empoderamiento y la generación de medios de vida por parte de las mujeres.
Abrirse camino a través de la educación: el testimonio de Bayan
Bayan Sawalmeh, joven refugiada de Palestina en Cisjordania, cuenta con orgullo cómo superó adversidades para lograr dedicarse a lo que más le apasiona: la fotografía.
Bayan no obtuvo la nota necesaria para emprender los estudios que ella deseaba cursar en la universidad. A pesar de ello, no se rindió, y gracias al apoyo de sus profesores en el Centro de Formación Profesional para mujeres de UNRWA en Ramallah, obtuvo un diploma en fotografía y continuó estudiando y ampliando sus conocimientos en esa disciplina que tanto le gusta.
“Una persona no tiene que tener éxito en todas las etapas de su vida. Mi fracaso en el instituto es parte de lo que soy ahora. Si no hubiera fracasado, no hubiera descubierto mi amor por la fotografía, el montaje, la dirección u mi pasión hacia el autodesarrollo en este ámbito”, confiesa.
La firmeza que muestra Bayan al hablar de su elección profesional no ha flaqueado nunca, a pesar de las presiones y críticas en su comunidad. “Al principio de mi carrera, mi padre no aceptaba mi elección (…) luché mucho para conocerle que es esta la especialidad que me gusta. En cuanto a la comunidad, aunque estemos en 2023, muchos todavía no aceptan que una mujer lleve una cámara y filme (…) he escuchado muchas críticas, pero mientras mis padres estén orgullosos de su hija y yo satisfecha, no me importan”, comenta.
En un futuro, a Bayan le gustaría poder producir películas que documenten la situación de ocupación y sus efectos en la vida de las y los palestinos: “Aspiro a producir películas que muestren la verdad de nuestra causa de una manera nueva (…) Nosotras, la tercera generación de refugiadas, queremos contar al mundo la historia completa de Palestina y también queremos transmitírsela a nuestras hijas e hijos”.