La alfabetización universal es todavía un anhelo. Estos días, millones de estudiantes regresan a las aulas, pero otros tantos no lo harán por diferentes motivos. Las consecuencias se plasman, sobre todo, en el futuro. Más de 70 millones de niños no están escolarizados y más de 700 millones de adultos no saben leer ni escribir.
Imagen: Mishimoto
Las cifras son elevadas. Se refieren a millones de personas, tanto menores como adultas, que no tienen acceso a la educación ni expectativas de tenerlo. «La alfabetización para todos es todavía un objetivo incumplido», subraya la ONG de Desarrollo InteRed. Las mujeres son las más afectadas por esta situación. De los 759 millones de personas que no saben leer ni escribir, ellas suponen el 66,6%. Si la tendencia no varía, en 2015 habrá unos 710 millones de adultos analfabetos, a quienes se sumarán, recuerda Manos Unidas, «otros muchos millones de personas cuyos escasos conocimientos les impiden comprender los documentos escritos: son los analfabetos funcionales».
La UNESCO considera «decepcionantes» los progresos para alcanzar la alfabetización plena en todo el mundo para 2015
La crisis económica ha propiciado que la ayuda para educación haya disminuido en un 22% y que los países empobrecidos sean los más afectados. El «Informe de Seguimiento 2010 sobre Educación Para Todos» de la UNESCO estima que los progresos para alcanzar la alfabetización plena en todo el mundo para 2015 son «decepcionantes». No obstante, el fin principal es la denominada «Educación para Todos y Todas», que se resume en los cuatro objetivos de Dakar, y en este marco se han detectado logros en cuestiones relativas a: enseñanza primaria universal, alfabetización de adultos, paridad e igualdad entre sexos y calidad educativa.
- Un total de 62 de 128 países han alcanzado o están a punto de alcanzar estos cuatro objetivos.
- Hasta 36 países se hallan a mitad de camino para lograrlos.
- Apenas 30 países, 17 de ellos de África Subsahariana, tienen un cumplimiento bajo.
Más de 70 millones de niños sin escolarizar
En la actualidad, se contabilizan unos 72 millones de niños sin escolarizar y se estima que en 2015 esta cifra descenderá a 56 millones. Sin embargo, InteRed recuerda que la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, la Convención sobre los Derechos del Niño y el objetivo 2 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU proclaman el derecho a la enseñanza primaria, gratuita y obligatoria, además de fijar 2015 como el año para la reducción o erradicación del analfabetismo.
Hay que intentar hacer cumplir estos principios, ¿pero qué se puede hacer cuando esto es casi imposible? Tras las inundaciones que han afectado a Pakistán, Save the Children ha contabilizado, al menos, 7.820 escuelas que han quedado arrasadas y más de 1.6 millones de niños que no pueden acudir a clase. «Esta gran brecha en el sistema educativo supone», según la organización, que sobre todo las niñas y los hijos de las familias más pobres se pueden «ver obligados a abandonar para siempre la escuela con consecuencias devastadoras para el futuro del país».
Tras una catástrofe, a menudo, las escuelas que no se derrumban se convierten en improvisados refugios temporales. Los datos de STC apuntan a que cinco de cada seis familias viven hacinadas en las clases de unas 5.000 escuelas de todo el país. «Pasarán meses hasta que se consiga suficiente dinero y recursos para reconstruir las escuelas, en el mejor de los casos», agrega.
La alfabetización no sólo es sinónimo de educación, sino que ayuda a reducir las tasas de pobreza. La formación “aumenta las oportunidades económicas, la autonomía de las mujeres, fomenta la participación en la vida pública, la conciencia de la propia valía y mejora las perspectivas de vida de las personas y su dignidad”, señala InteRed.
El analfabetismo esconde sus raíces en las desigualdades entre sexos, en determinadas etnias, en ciertas comunidades o en áreas rurales. Por ello, para esta entidad, el futuro pasa por un compromiso efectivo en la lucha contra la pobreza, con los grupos excluidos, con la construcción de escuelas en comunidades marginadas y nuevos programas educativos que den oportunidades a jóvenes y adultos.
Cuando ocurre una catástrofe, como la de Pakistán, y las escuelas se destruyen, muchos niños pierden la oportunidad de acudir al colegio en años e, incluso, buena parte de ellos nunca lo harán. “Las familias más acomodadas podrán permitirse pagar la educación de sus hijos en colegios de áreas que no han sido afectadas por las inundaciones, pero las más pobres, sobre todo en las áreas rurales, no tendrán más elección que dejar a sus hijos e hijas en casa o llevarlos con ellos al trabajo”, explica Lucía Losoviz, responsable de programas internacionales de Save the Children.
Las consecuencias de este tipo de desastres afectan de manera negativa a la tasa de alfabetización, lo que repercute en el aumento del índice de pobreza y en las diferencias entre la educación masculina y femenina. Save the Children estima que esta diferencia podría ser más marcada en Pakistán, a favor de los hombres: “Los padres de zonas rurales afirman que si pueden enviar a sus hijos al colegio, enviarán sólo a los niños y dejarán a las niñas en casa”.