Si un terremoto ya es terrible para uno de los países más pobres del planeta, dos tienen el poder de quebrarlo por completo. Y no solo de manera literal. Los seísmos registrados en Nepal han provocado desprendimientos de tierra y la pérdida de altura de los montes Himalaya, pero, sobre todo, han tenido un impacto enorme en la población. Más de 8.000 personas han muerto y más del doble han resultado heridas. Ahora preocupa la situación de quienes han sobrevivido. Las ONG que les atienden informan sobre su estado y necesidades, tal como se recoge en este artículo.
Nepal: necesidades médicas
Nepal tembló por primera el pasado 25 de abril y, tras varias réplicas, otro seísmo azotó la región el 12 de mayo. Transcurrido un mes desde el primer movimiento, las ONG mantienen la petición de ayuda y la mantendrán a largo plazo. Las necesidades son enormes. Además, preocupa la cercanía de la temporada de monzones, lo que dificultará la asistencia de quienes se encuentran en zonas de peor accesibilidad.
La respuesta de los equipos de Médicos Sin Fronteras en terreno se ha centrado en la ayuda médica y en entregar refugios y material humanitario a las personas con necesidades más urgentes. Para ello, ha recurrido a clínicas móviles trasladadas en helicópteros hasta localidades remotas en las montañas al norte de Katmandú. Además, ha gestionado la distribución de agua y ayuda para saneamiento, «temas críticos tras un desastre natural».
El doctor Prince Mathew, coordinador de los proyectos de MSF en el estado de Bihar (India), viajó a Nepal tras el terremoto del 25 de abril y desde allí narró cómo Katmandú era una ciudad «con una amplia mayoría de edificios y casas todavía en pie», pero con «muchas personas» viviendo fuera en tiendas y en refugios improvisados ante el temor de estar bajo techo por las réplicas. «Nuestra prioridad es llegar a las personas en lugares a los que no está yendo nadie y que no han recibido ayuda», señalaba. El segundo terremoto fue presenciado por los equipos de MSF mientras evaluaban las necesidades de la población.
Médicos del Mundo asegura que «no hay suficientes unidades de cuidados intensivos para atender a las víctimas, los equipos quirúrgicos escasean y los hospitales no disponen de suficientes camas para acoger a las personas heridas». La coordinadora general del proyecto de salud materno-infantil en Nepal, Sophie Baylac, añade que «algunos pacientes incluso son tratados al sol porque los edificios están dañados y corren el riesgo de derrumbarse». La organización ha enviado, al menos, cinco especialistas sanitarios (cirugía plástica, traumatología, anestesia y reanimación, enfermería y logística).
Cruz Roja Española mandó una Unidad de Respuesta a Emergencias (ERU) de Saneamiento Masivo, con una dotación de diez técnicos en emergencias de distintos perfiles (construcción, promoción de higiene, gestión de residuos, administración y reportes). Esta ERU trabaja para evitar que se desarrollen y propaguen enfermedades. Para ello, da formación a la población para adecuar sus hábitos de higiene e instala los medios sanitarios necesarios. Cada ERU está diseñada para atender a hasta 20.000 personas.
Necesidades de la infancia en Nepal
Las organizaciones de infancia han puesto el acento en la situación de los niños y niñas. Plan Internacional desplazó equipos de emergencia a las comunidades de Makwanpur y Baglung para atender a las regiones rurales donde residen las comunidades dalit o intocables, «uno de los colectivos más pobres y marginados de Nepal». Su esfuerzo se centra en la distribución de tiendas de campaña, mantas y agua potable para quienes viven a la intemperie, con prioridad a la infancia. En su punto de mira están las áreas remotas y sin comunicaciones «para solventar las necesidades urgentes en las zonas más afectadas». «Los niños y niñas se sienten desamparados y las asistencias médicas están desbordadas», describía Unni Krishnan, director de respuesta a desastres de Plan Internacional, justo después del primer terremoto.
Desde UNICEF se hace hincapié en que los terremotos suponen un daño emocional sin precedentes para los pequeños. «Los niños se abrazaban unos a otros y estuvieron llorando durante horas, mientras la gente abandonaba sus casas. Sabemos que muchos tienen pesadillas, algunos están muy nerviosos y no pueden dormir y otros no se separan de sus padres», explica Rownak Khan, representante adjunto de UNICEF Nepal. Esta organización ha reforzado sus operaciones en las áreas afectadas, ha proporcionado agua potable, saneamiento y suministros médicos y ha dado prioridad al apoyo psicológico. Para ello, ha establecido decenas de espacios amigos de la infancia, donde los menores pueden acceder a apoyo psicosocial, ha desplegado equipos para identificar y asistir a cualquier pequeño que haya podido quedar separado de sus familias y ha ayudado a abrir las escuelas y establecer centros temporales de aprendizaje.
La organización de las Naciones Unidas advierte de que durante el próximo mes la vida de casi 18.000 bebés y sus madres podría estar en riesgo, ya que alrededor de 12 niños nacen cada hora sin acceso a asistencia sanitaria básica. «Al menos el 70% de los centros de maternidad en los 14 distritos más afectados de Nepal han sido dañados o destruidos, llegando al 90% en algunas zonas», alerta.
Save the Children calcula que unos 320.000 pequeños «se enfrentan a meses de dormir en la calle, en duras condiciones, después de que sus casas quedaran destrozadas». La situación es todavía peor en las regiones más remotas, «solo accesibles por helicóptero», donde niños y bebés duermen a la intemperie «sin ningún tipo de resguardo de las bajas temperaturas de la noche y las fuertes lluvias». En los campos de desplazados temporales, la organización ha distribuido lonas, mantas, kits para niños pequeños y utensilios de cocina. A la vez, ha puesto en marcha espacios seguros para que los menores jueguen en los campos donde se han refugiado.
Urge atender a las personas mayores
Pero no solo preocupan los niños. HelpAge Internacional alerta de que alrededor del 8,1% de la población de Nepal son personas mayores de 60 años. Muchas de ellas viven solas o con personas dependientes más jóvenes. Estas, subraya la ONG, pueden tener «grandes dificultades para acceder a artículos de primera necesidad debido a problemas de movilidad». «Las personas mayores son las más afectadas al inicio de los desastres, ya que son incapaces de huir. El deterioro físico que viene con el envejecimiento, incluyendo la falta de movilidad y la pérdida de audición, significa que las personas mayores son extremadamente vulnerables», indica Toby Porter, director ejecutivo de HelpAge International.
Tras el caos provocado por el terremoto, muchas personas se separan de sus familias. Si a esto se suman las dificultades de desplazamiento, la situación se agrava. El Servicio de Restablecimiento del Contacto Familiar de Cruz Roja Española persigue precisamente «recuperar lazos familiares que se han perdido a consecuencia de desastres». Este servicio también se ha activado tras el terremoto de Nepal ya que, según recuerda la entidad, «de conformidad con el derecho internacional, todo ser humano tiene derecho a estar informado de la suerte que han corrido sus familiares. Por lo tanto, es una prioridad para Cruz Roja hacerlo posible para restablecer el contacto y reunificar las familias, siempre que sea posible».
Garantizar la seguridad alimentaria
Cerca de dos tercios de la población depende de la agricultura y muchos terrenos se han perdido
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se refiere al impacto del terremoto en la seguridad alimentaria y la agricultura. Ha solicitado ocho millones de dólares para ayudar a que los campesinos afectados por el seísmo recuperen los insumos agrícolas perdidos y «reanudar los preparativos para la inminente temporada de siembra de arroz». «Los agricultores que se pierdan la temporada de siembra, que se espera comience a partir de finales de mayo, no podrán cosechar arroz -alimento básico del país- de nuevo hasta finales de 2016», señala.
Cerca de dos tercios de la población dependen de la agricultura para su subsistencia. De ahí que las pérdidas de existencias y la dificultad para cosechar pongan en serio peligro la alimentación de la población. «La interrupción de las operaciones de siembra de arroz y el maíz podrían llevar a reducir severamente el área sembrada de estos cultivos en las zonas más afectadas», recalca la FAO.