El catálogo de productos de comercio justo se renueva cada año, ¿pero cómo se decide qué productos formarán parte de él? Una condición imprescindible es que beneficien a productores en situación de desventaja. Han de proceder de países en vías de desarrollo y garantizar que, con su impulso, se mejorará la economía de numerosas personas. Es el caso del algodón, de cuyas ventas dependen numerosas familias y que, gracias al comercio justo, permite que éstas reciban un precio justo a cambio de sus cosechas.
Los productos de comercio justo deben superar estrictos controles antes de llegar al consumidor. Al igual que el resto, se renuevan de forma periódica, pero antes se someten a diversos exámenes que evalúan una serie de características. Por lo menos, decidir poner en el mercado un producto nuevo exige un requisito básico: tienen que proceder de un grupo de productores en condiciones de desventaja en países en vías de desarrollo. Esta premisa rige el trabajo de la Asociación del Sello Fairtrade. Todos los artículos con este distintivo deben ser relevantes para los productores. «Un buen ejemplo es el algodón, un producto que se puede certificar como Fairtrade desde el año 2006», explica el presidente de la asociación, Pablo Cabrera.
El comercio justo mejora los ingresos, incentiva la conversión al cultivo orgánico y en las comunidades rurales de África estimula el desarrollo de instituciones y organizaciones democráticas
El algodón de los países del Sur no puede competir en igualdad de condiciones en los mercados del Norte debido a las subvenciones y a las barreras arancelarias. Sin embargo, muchas economías nacionales, sobre todo en África occidental, dependen en gran medida de él. Burkina Faso o Mali son dos países en esta situación, según detalla Cabrera. «La mayor parte del algodón africano proviene de pequeños productores que no tienen capacidad de negociar los precios frente a los compradores más potentes y tienen que aceptar las condiciones de comercio que estos les imponen», precisa.
Por ello se considera que el algodón Fairtrade «representa un verdadero avance» y se intenta que el resto de productos consigan el mismo resultado. Las ventas mediante comercio justo contribuyen a mejorar los ingresos, incentivan la conversión al cultivo orgánico, que beneficia la salud de productores y consumidores, y en las comunidades rurales de África «estimula el desarrollo de instituciones y organizaciones democráticas, que son la base del desarrollo general en la zona», añade Cabrera.
Más seguridad
Los contratos que se firman para comercializar estos productos tienen una duración mayor de la habitual, por lo que garantizan más seguridad a los productores. Ésta es fundamental para decidir una nueva venta, por lo que además se opta por productos con cierta cuota de mercado, que los consumidores ya compren, pero que a partir de ese momento se vendan en «versión justa». De este modo, se considera que las posibilidades de crecimiento son posibles.
Pero además, los productores, los comerciantes, los fabricantes y las marcas que participan en el sistema Fairtrade deben estar registrados como tales. El registro implica someterse a auditorías físicas por parte de la certificadora independiente FLO-Cert, la primera certificadora social que obtuvo el reconocimiento de la ISO 65. Se comprueba que la entidad trabaja según los estándares Fairtrade, que cumple todos los criterios establecidos y, en caso de que haya sospechas fundadas sobre un posible incumplimiento, desde FLO-Cert se inicia una auditoría extraordinaria para corregir los problemas surgidos.
Imagen: Manu Contreras
A comienzos de julio, la Coordinadora nacional de Comercio Justo organizó la I Feria de Importadoras de Comercio Justo, donde se presentaron los nuevos productos para la próxima temporada. Destacaron una variedad de café, mezcla de Tanzania y Costa Rica, piña en almíbar y un té en bolsita piramidal.
En el evento, también se mostró una línea de productos de cosmética natural procedente de Chile, artículos de papelería elaborados en Bangladesh, bisutería de India, una colección de alfarería indígena hondureña, un surtido de bolsos y estuches infantiles fabricados en Sri Lanka y un amplio repertorio de complementos textiles bolivianos.
Productos de cosmética natural, bisutería o alfarería indígena conforman los nuevos productos de Comercio Justo
En España, estos productos se comercializan en tiendas de comercio justo o a través de diversas organizaciones. Es el caso de Alternativa 3, COPADE, Equimercado, Fundación Vicente Ferrer, IDEAS, Intermón Oxfam y Mercadeco. Todas ellas actúan de intermediarias entre los grupos de productores de América Latina, África y Asia, y las tiendas de nuestro país. Contactan con los productores, compran sus productos a un precio digno y establecido de común acuerdo, los transportan y envasan, y, finalmente, los ponen a disposición de los comercios