Imagen: André Larsson
Para las personas con algún tipo de discapacidad física, visual o intelectual, leer un libro puede resultar una tarea muy complicada. Se enfrentan a dificultades particulares que requieren intervenciones específicas. Los principales inconvenientes son las letras de pequeño tamaño, las líneas o párrafos poco separados y las ilustraciones en el fondo, sobre las que se imprime el texto.
La Unidad de Autonomía Personal de Albacete, en colaboración con el Ayuntamiento de la localidad, editó hace algunos meses un documento en el que ofrece sugerencias para elaborar textos con características que faciliten la lectura a las personas con discapacidad. La edición fue limitada: apenas mil ejemplares que se repartieron entre asociaciones y empresas de diseño gráfico dedicadas a la publicación de carteles, folletos o presentaciones en ‘power point’.
Libros de texto, carteles, folletos y presentaciones en ‘power point’ presentan las principales dificultades
El documento, titulado «Cómo elaborar textos de fácil lectura», tuvo tal éxito que sus impulsores han puesto al alcance de todas las personas una edición ‘online’ que se puede descargar de manera gratuita en el centro documental del Centro Estatal de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas (Ceapat) . «Este documento pretende ser una guía de consulta rápida para orientar sobre cómo hacer textos más accesibles», explica José Carlos Martín, compilador del texto.
En él, se recopila la información publicada hasta el momento sobre accesibilidad de los textos y se enriquece con la propia experiencia del Centro de Recuperación de Personas con Discapacidad Física de Albacete. Según Carlos Martín, en documentos, folletos, carteles y presentaciones de power point existía «una carencia muy grande de calidad», por lo que esta guía ha ayudado a mejorar la legibilidad de estos trabajos.
Además del documento editado por la Unidad de Autonomía Personal de Albacete, la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) cuenta también con un texto sobre «Recomendaciones para presentar textos impresos accesibles a personas con deficiencia visual». La principal diferencia entre ambos trabajos es que el primero no se circunscribe sólo a los libros, sino que va más allá y ofrece pautas de lectura simplificada en otros soportes.
Cada documento escrito se analiza desde varios puntos de vista:
- Formal: tipo de letra, composición del texto e ilustraciones.
- Contenido: vocabulario, gramática, estilo o estructura.
- Formato del documento final.
Si se combinan acertadamente estos tres elementos, se consigue que el texto sea legible no sólo para personas con alguna discapacidad, sino también para personas mayores o con alguna dificultad de aprendizaje. Para todas ellas, lo ideal es que el tamaño de las letras sea como mínimo de 12 puntos, que no se utilicen letras cursivas ni ornamentadas y que se recurra a la negrita o al subrayado para resaltar cualquier palabra o idea.
Además, el texto debe estar alineado a la izquierda para facilitar el salto de la vista de una línea a otra, cuando haya columnas el espacio entre éstas ha de ser suficiente para distinguirlas -así como el espacio entre líneas- y nunca se debe utilizar una imagen como fondo de texto. De hecho, si se utilizan imágenes, hay que colocarlas en un margen del texto y nunca intercaladas en éste.
En cuanto a la redacción, las normas son sencillas:
Por último, si el texto está publicado en papel, en la cubierta se debe indicar claramente el título, hay que usar papel mate y evitar que la encuadernación origine pliegues que impidan leer el texto. Los carteles, folletos, formularios y presentaciones en power point también pueden seguir las recomendaciones de redacción citadas.