Nació en Madrid (1952), se siente asturiano, pero vive en Málaga. Se presenta con un nombre ficticio, pero no trata de crear ningún personaje. Su historia es real. La ha contado docenas de veces en los medios de comunicación. Incluso, algunos le han reclamado como tertuliano y le han ofrecido espacio para que su voz traspase las fronteras de la calle. En ella vivió varios años cuando un trastorno mental le convirtió en la sombra de lo que fue: un hombre de éxito profesional que se casó, tuvo hijos, se divorció y conoció de nuevo el amor hasta que un día lo perdió todo. “Le puede pasar a cualquiera”, advierte, “pero no quiero hablar de mí, sino de la problemática general”.
Así es Pedro Cluster. Un hombre de 57 años que asegura haber sido rico en su primera vida y que ahora, en la tercera, lucha porque se reconozcan y se atiendan las necesidades de los indigentes. “Nadie vive en la calle por gusto”, afirma con rotundidad.
Docenas de veces. Historias como la mía despiertan mucho morbo en los medios de comunicación.
“Tuve una vida normal hasta que un día, por un trastorno mental, acabé en la calle”
Claro. Tuve una vida normal, con estudios, trabajo, matrimonio, hijos, separación, otra pareja… Hasta que un día, por un trastorno mental, acabé en la calle.
Conseguí salir de esa situación gracias a un magnífico psiquiatra que busqué por mi cuenta a través de la Seguridad Social, porque ni el albergue en el que estuve ni las ONG a las que acudí me ofrecieron tratamiento.
Siempre digo, en broma, que hasta ahora he tenido tres vidas: la primera fue una vida corriente, la segunda la pasé en la calle y ahora, en la tercera, intento que las anteriores rueden al unísono, sin chirriar demasiado.
“Busco aceptación y ayuda para la gente de la calle”
Dar a conocer a la sociedad el problema de la gente que está en la calle. Hace tiempo escribí un post en mi blog en el que citaba a colectivos que han conseguido cambiar su imagen en la sociedad. Me refería a las personas con Síndrome de Down, los homosexuales y las mujeres maltratadas. Después de años de lucha, estos tres grupos han logrado ser aceptados y recibir ayuda por parte de la sociedad. Eso es lo que me gustaría para la gente de la calle.
Internet les permite redactar currículos, buscar trabajo o realizar gestiones administrativas.
“Salir de la calle es dificilísimo. En mi opinión, el sistema está montado para que nadie salga”
Dificilísimo. En mi opinión, el sistema está montado para que nadie salga. ¿Cómo se puede encontrar un trabajo estable sin tener dirección?
No hay plazas suficientes y, muchas de las que hay, no son dignas. Tampoco existe una asistencia sanitaria correcta. Me asombra ver cómo algunas organizaciones gastan dinero en excursiones, comidas, fiestas e, incluso, en un campeonato mundial de fútbol en la calle. Todo ese dinero estaría mejor empleado en el alquiler de un piso y un médico para las personas de la calle.
“Las ayudas sociales son insuficientes, inadecuadas e ineficaces”
Sí, pero son insuficientes, inadecuadas e ineficaces. España está siete puntos por debajo de la media europea en gasto social y muy lejos de las cifras que arrojan los países nórdicos.
Es mi sueño, pero es muy difícil llevarlo a cabo. La indigencia no vende desde el punto de vista del marketing. No interesa, pero no he tirado la toalla.
Así es. Mucha gente se hace alcohólica en la calle, no antes, pero nadie busca la raíz del problema. Según mi experiencia, el 50% de los indigentes son personas extranjeras que han acabado en la calle por carecer de un empleo o de los papeles necesarios para regularizar su situación. El resto, se divide a partes iguales en cuatro grupos: militares retirados, personas que sufrieron abusos o maltrato infantil, enfermos con problemas de salud mental -trastornos bipolares, sicóticos, paranoicos, etc- y quienes han acabado en la calle por motivos diversos.
“Cuando se pierde la red social, se deja de contar con personas a las que pedir ayuda”
Sí, porque cuando se pierde la red social, se deja de contar con personas a las que pedir ayuda.
“Si ofrecemos a cualquier indigente una cama confortable, una buena compañía y un plato de comida, ninguno rechazaría la propuesta”
En primer lugar, nadie vive en la calle por gusto. Nadie elige dos cartones húmedos para dormir encima de los adoquines. Nadie elige ser permanentemente humillado, maltratado y menospreciado. Si ofrecemos a cualquier indigente una cama confortable, una buena compañía y un plato de comida, ninguno rechazaría la propuesta.
A ser posible en nada, por eso muchos recurren al alcohol. Quieren mantener la mente tranquila, calmar el frío y perder el miedo a las agresiones, a un despertar violento.
“Cualquiera puede acabar en la calle”
Le puede pasar a cualquiera. En la calle he conocido a cocineros de magníficos restaurantes, publicitarios de campañas famosas, antiguos secretarios generales de colegios profesionales, altos ejecutivos, periodistas, abogados o psicólogos.
Se sienten abandonadas por la sociedad, pero intentan crear una apariencia de normalidad. Establecen unos hábitos y unas rutinas que les hacen la vida más llevadera.
Sí, hay menos ayudas para ellas, aunque también son un porcentaje menor. Apenas un 15% de los indigentes son mujeres.
“Los indigentes afean el espacio urbano, preferimos no verlos”
Los indigentes afean el espacio urbano, preferimos no verlos y se intenta alejarlos de las zonas centrales o turísticas.