La economía social o solidaria incluye a cooperativas, compañías, ONG y a los llamados emprendedores sociales, cuyos proyectos e innovaciones ayudan en el mundo de la educación, la sanidad, la tecnología o las finanzas. Y es que hoy en día se puede ser empresa con ánimo de lucro y tener vocación social, como demuestran algunas firmas. La economía social tiene como valor fundamental la búsqueda del bien social frente al lucro y favorece a las personas más vulnerables. En este artículo se describe qué es la economía social, quiénes conforman este sector, cómo es el perfil del emprendedor social y las aceleradoras que impulsan la puesta en marcha de proyectos innovadores y sociales.
¿Qué es la economía social?
Se entiende por economía social el conjunto de empresas y organizaciones cuya prioridad son las personas y el fin social frente al capital. Dentro de la economía social rigen algunos valores como la igualdad de oportunidades, la generación de empleo estable y de calidad, la inserción de personas en riesgo de exclusión social y la conciliación de la vida personal, familiar y laboral.
La economía social es el conjunto de empresas y organizaciones cuya prioridad son las personas y el fin social frente al capital
Desde 2011 con la aprobación de la Ley 5/2011 de Economía Social se reconoció a este sector social y sirvió para dar visibilidad a todas las organizaciones y el trabajo que aportaban a la sociedad. Con la nueva ley del 9 de septiembre de 2015 se ha completado el marco normativo.
Dentro de la economía social se incluyen cooperativas, sociedades laborales, mutualidades, centros especiales de empleo, empresas de inserción, asociaciones y fundaciones. Y también se empiezan a incorporar los llamados emprendedores sociales, es decir, creadores de soluciones a los problemas sociales.
El emprendedor social
Hoy en día lo que se hace en un lugar del mundo tiene impacto en el otro lado del planeta, por eso cada vez hay más personas inquietas con ganas de resolver los problemas globales. Son los emprendedores sociales, que buscan soluciones innovadoras tratando de convencer, en ocasiones, a sociedades enteras para que den nuevos pasos.
El emprendedor social viene con ideas para solucionar problemas sociales y está en aprendizaje continuo
El emprendedor social es un visionario, pero también realista. Viene con ideas que pone en marcha para solventar problemas sociales y en todo ello es capaz de movilizar a otras personas dispuestas a provocar un cambio. Para él, la misión es lo que importa y siempre perseguirá nuevas oportunidades para servirla, aspirando a ser un agente de cambio en el sector social. Está en aprendizaje continuo y actúa sin sentirse limitado por los recursos que posee. Lo más importante del emprendor social es que tiene un gran sentido de la responsabilidad hacia las personas a las que atiende y los resultados obtenidos.
Incubadoras y aceleradoras para el emprendimiento social
También hay incubadoras y aceleradoras de impacto que, más allá de ofrecer un espacio físico, ayudan a los emprendedores a poner en marcha su proyecto y buscar financiación con éxito. Brindan formación, networking, intercambio de experiencias con otros emprendedores o mentoring, entre otras cosas.
Las incubadoras y aceleradoras de impacto ayudan a los emprendedores a poner en marcha su proyecto y buscar financiación
Entre las incubadoras más grandes está Ashoka, que desde hace 30 años apoya el trabajo de 3.000 emprendedores sociales en más de 70 países, entre ellos España. Ofrece asesoría, inspiración y programas de apoyo a jóvenes de entre 14 y 22 años para llevar a cabo proyectos que mejoren la sociedad.
Otras incubadoras son Hub Madrid, Social Nest en Valencia, Eutokia en Bilbao o Ueia como primera aceleradora de empresas sociales de base tecnológica. Y, además, acaba de nacer IMPULSO, una nueva lanzadera de empresas sociales en Soria que abre su plazo de recepción de propuestas el próximo 1 de abril.
Apoyando a emprendedores sociales más jóvenes están otras plataformas como Youth Business Spain, Alma Natura, Anima Ventures, Ship2B, Sinnple o Alwa, que se pueden conocer a través de Red Creactiva.
Las políticas estratégicas de la Unión Europea han posicionado al emprendimiento social en un lugar privilegiado. Desde 2011, la Comisión Europea hace una serie de recomendaciones y manifiestos apoyando políticas de desarrollo de la economía social en general y de forma más específica de las empresas sociales.
Existen varios modelos y maneras de autoevaluar a las compañías que forman parte de la economía social, cuya motivación y aspiración va más allá del afán de lucro y contribuyen al bien común y la cooperación.
El llamado Balance de la Economía del Bien Común incluye a empresas pioneras cuyos valores son la confianza, la responsabilidad, el aprecio, la democracia, la solidaridad y la cooperación. Los criterios de medición abarcan la participación, transparencia y justicia social.
También existe el Global Compact del Pacto Mundial, una licencia internacional que promueve implementar 10 principios para fomentar la responsabilidad social corporativa.
En 2014 ya se implantó en Europa, con sede en Ámsterdam, el certificado B-Corp, que es una certificación otorgada a las compañías con ánimo de lucro pero con un propósito de impacto social y medioambiental. Para obtenerlo han de cumplir con criterios de transparencia, de responsabilidad legal y estándares de rendimiento social y ambiental.