El fundamento de estas asociaciones es el intercambio de tiempo, en lugar de emplear dinero como en los bancos tradicionales. Las primeras experiencias de los bancos de tiempo provienen de Italia, donde llevan varias décadas funcionando. Dar, recibir y compartir el tiempo ayuda a resolver necesidades de la vida diaria y también puede contribuir a crear horas de ocio, ya que luego puede invertirse en acompañar al cine, teatro, excursiones, visitas culturales, viajes, etc.
En un principio fueron concebidos con el objetivo de ayudar a las mujeres a conciliar el trabajo con las tareas doméstica y que pudieran, de esta manera, disponer de más tiempo libre. Gracias al éxito de las primeras experiencias, pronto se extendieron a todo tipo de colectivos y también a otros países. En la actualidad existen cerca de 300 bancos de tiempo, algunos amparados por entidades bancarias convencionales u otro tipo de fundaciones. Los hay en Europa, Canadá, Centroamérica, Sudamérica y Estados Unidos, donde se llaman «time dollars». En España, los primeros bancos de tiempo datan de 1993 y fueron promovidos por grupos alternativos solidarios. En la actualidad se pueden encontrar en casi todas las ciudades.
¿Cómo funcionan?
Los bancos de tiempo están constituidos por grupos de personas que intercambian su tiempo para la realización de diversos servicios. Es decir, ponen a disposición del resto de los socios una lista de tareas que pueden ofrecer y unas horas determinadas de tiempo que pueden dedicar a esas tareas. A cambio reciben la dedicación de esas mismas horas en otros servicios que necesitan del resto del colectivo. Por ejemplo, un socio pone a disposición de todos los miembros de la asociación 10 horas de su tiempo para acompañar al médico a personas mayores. A cambio de este servicio recibiría 10 horas de tiempo del resto de los asociados en la realización de un trámite con la Administración, en efectuar la compra u otro menester.
El tiempo vale lo mismo independientemente de cual sea el servicio que se ofrezca, es decir se intercambian horas, no servicios, cuesta lo mismo una hora dedicada a recoger los niños del colegio que una hora dedicada a una reparación de fontanería.
¿Quién puede participar?
Todas las personas pueden ser miembros de un banco de tiempo, no importa su formación, edad, ocupación, etc. Las lista de tareas que se pueden intercambiar es muy amplia y abarca todo lo que se pueda imaginar.
¿Qué ofrecer y recibir?
Es importante definir lo que cada uno puede ofrecer y lo que se quiere recibir a cambio. Los responsables del banco asesoran a la hora de elaborar la lista de los servicios ofertados e informan sobre todo aquello a lo que se puede acceder.
La oferta mas frecuente es la relacionada con el cuidado y acompañamiento de niños y ancianos, los trabajos domésticos como cocinar, hacer las compras, cuidado de animales y plantas, pequeñas reparaciones domésticas como labores de costura, trabajos de bricolaje, de electricidad, etc., los trabajos de ordenador, las clases particulares, la práctica de idiomas, la asesoría informática, jurídica…