Barreras para acceder a la educación
Los motivos de esta situación son diversos:
- Unos bajos ingresos familiares pueden suponer un gran obstáculo para que las personas refugiadas puedan enviar a sus hijas e hijos a la escuela, y también para que ellas mismas puedan acceder a la educación.
- En ocasiones, directamente no existe una escuela donde acudir o está muy lejos, obligando a recorrer largas distancias a pie.
- Otras veces, en cambio, las familias no pueden asumir el coste del material escolar o, simplemente, no pueden asumir este coste junto al de otras necesidades básicas, como la comida o el alquiler de la vivienda.
«La violencia que tanto he sufrido es, en mi opinión, fruto de la ignorancia. Estoy convencida de que el acceso a la educación ayudará a romper el ciclo de violencia en Darfur». Con estas palabras, Assaniah, de 28 años y profesora en una escuela del campo de refugiados de Kouchaguine-Moura, cerca de la frontera de Chad con Sudán, expresa cuan importante es para ella la educación en la lucha contra los conflictos y el extremismo. Ella misma se refugió en este campamento, junto a su marido y su hijo, tras huir de la violencia hace algo más de dos años.
Assaniah tiene suerte, ya que el gobierno chadiano, ACNUR y sus socios garantizan el acceso a la educación de los niños y las niñas refugiadas desde su llegada a los campamentos mediante su plena inclusión en el sistema educativo nacional. Sin embargo, no todos los niños y niñas refugiadas pueden decir lo mismo.
Jóvenes refugiados y educación: la brecha es enorme
Así, tal y como recoge el informe más reciente de ACNUR sobre educación, aunque el 68 % de las niñas y niños refugiados consiguen ser escolarizados en primaria en los países de acogida, este porcentaje cae al 37 % cuando hablamos de la escolarización en secundaria y la brecha sigue aumentando conforme nos vamos acercando a la educación superior, a la que tan solo el 6 % de ellos logra acceder. El documento, titulado ‘Inclusión educativa: Campaña por la educación de las personas refugiadas‘, se presentó a mediados se septiembre en la Cumbre ‘Transformando la Educación’, en la que los líderes mundiales debatieron el futuro del aprendizaje en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Según datos de ACNUR, la probabilidad de acceso a la educación de las niñas y niños refugiados es cinco veces menor que la de sus pares no refugiados. Por ello, ACNUR y sus socios han fijado el ‘Objetivo 15/30’: lograr que el 15 % de las personas refugiadas estén matriculadas en educación superior para 2030. El objetivo es ambicioso, pero asumible.
Prueba de ello son los buenos resultados de programas como el DAFI (la Iniciativa académica alemana Albert Einstein para los refugiados), que ha permitido el acceso a la educación superior para más de 21.000 jóvenes refugiados desde el año 1992.
El compromiso de Lewis Hamilton
El campeón mundial de Fórmula 1, Lewis Hamilton, que apoya una mayor igualdad, justicia y diversidad en la educación, así como en los deportes de motor, se ha convertido también un altavoz de este informe de educación de ACNUR y ha asegurado que está «orgulloso» de prestar su voz a la campaña para que la infancia y juventud refugiada sea incluida en los sistemas educativos nacionales, y no se quede al margen.
Y «no solo se trata de crear oportunidades para los jóvenes, ayudarles a encontrar su camino y a labrarse su propio futuro. También se trata de las consecuencias que esto tiene: mayor diversidad en posiciones de liderazgo e influencia, en el mundo del trabajo, en el deporte, en la cultura y en la política«, añade. Para ello es prioritario garantizar la educación inclusiva no solo en toda situación de emergencia humanitaria, sino también en aquellas en las que el desplazamiento forzado se prolonga en el tiempo.
Los frutos de la educación inclusiva
Pero ¿qué quiere decir «educación inclusiva»? Este término apuesta por incluir, en igualdad de condiciones con la población no refugiada, al estudiantado refugiado en los sistemas educativos de sus comunidades de acogida y que pueda así ejercer su derecho de acceso a una educación de calidad.
Una educación inclusiva debe garantizar los medios para llevarla a cabo con calidad mediante una infraestructura digna, como son aulas equipadas e instalaciones aptas de saneamiento e higiene, profesorado, libros de texto, material escolar, posibilidad de poder obtener certificaciones y lograr la eliminación de la brecha digital que afecta a las personas refugiadas.
Como afirma Filippo Grandi, alto comisionado de la ONU para los refugiados, «la educación es una inversión en el desarrollo, los derechos humanos y la paz. En el caso de los refugiados, es una inversión en las personas que reconstruirán sus países de origen cuando puedan volver a casa con seguridad».