Los últimos datos recopilados por el ACNUR desvelan que cerca de la mitad de los refugiados residen en pueblos o ciudades. Los campamentos ya no son el lugar habitual donde acuden. Tan sólo un tercio vive en estas zonas. También ha cambiado el perfil y, en consecuencia, las estrategias de atención de las personas refugiadas.
Superan los diez millones de personas y ya no residen, en su mayoría, en campamentos. Las personas refugiadas se han trasladado a las ciudades porque las urbes han crecido y suponen nuevas oportunidades. El ACNUR asegura, además, que ha cambiado su composición. La población urbana de refugiados estaba formada por «una cantidad significativa de hombres jóvenes con la capacidad y determinación necesarias para sobrevivir en la ciudad», pero ahora han aumentado las mujeres, los niños y los adultos mayores, «en particular, en los países donde no hay campamentos».
Esta circunstancia obliga a un replanteamiento, un enfoque «más positivo, constructivo y proactivo», que ayude a que los refugiados consigan una vida segura y productiva. Se intenta evitar que el incremento de personas refugiadas no se traduzca en una mayor presión sobre los servicios y recursos de las zonas urbanas, para evitar tensiones con la población residente (episodios de xenofobia en casos extremos).
La población urbana de refugiados, formada antes por una mayoría de hombres jóvenes, se compone ahora también de mujeres, niños y adultos mayores
Una de las vías de actuación es el reconocimiento de sus derechos. Son imprescindibles el derecho a la vida; a no ser sometidos a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes; el derecho a no ser objeto de tortura ni a ser detenidos de forma arbitraria; a la unidad familiar; a la alimentación, al albergue, a la salud y a la educación, «así como el derecho a tener acceso a oportunidades para procurar medios de subsistencia», subraya el ACNUR.
Por ser más vulnerables, los refugiados deben contar con protección complementaria. La Convención de 1951 de la ONU sobre el Estatuto de los Refugiados les reconoce titulares de los derechos humanos, así como otras normativas internacionales. El objetivo es que los gobiernos de acogida respeten estos instrumentos, apliquen la legislación nacional pertinente y faciliten el acceso a los sistemas de justicia.
Condiciones de vida
Las ciudades donde se registra un incremento mayor de refugiados se localizan en países en vías de desarrollo. Se estima que desde los años cincuenta el número de habitantes de las ciudades se ha cuadruplicado: ha pasado de 730 a más de 3.300 millones. Uno de los casos más llamativos es el de Kabul, la capital de Afganistán, que ha multiplicado por siete el número de ciudadanos desde 2001. Otros ejemplos son Bogotá (Colombia), Abidján (Costa de Marfil), Damasco (Siria) y Amman (Jordania), debido a la llegada de víctimas de conflictos armados.
Carecen de acceso a servicios médicos o sociales y la mayoría «se ven obligados a trabajar en la economía sumergida»
En estas zonas, los refugiados intentan sobrevivir «en suburbios abarrotados de gente y poblados chabolistas» junto a ciudadanos nacionales e inmigrantes, según el ACNUR. Asegura que carecen de acceso a servicios médicos o sociales y la mayoría «se ven obligados a trabajar en la economía sumergida».
Respecto a su registro e identificación, el miedo a la expulsión supone en la mayor parte de los casos que no se acojan a ninguna de estas medidas. El reto es, por lo tanto, determinar «cómo identificar y llegar a los refugiados» porque las condiciones varían de una región a otra. A pesar de ser un fenómeno global, la respuesta debe ser local. Éste es el propósito de la nueva «Política sobre la Protección de los Refugiados y las Soluciones en Zonas Urbanas».
Aprobado en septiembre de 2009, el documento que establece las estrategias que conviene seguir con las personas refugiadas determina, en primer lugar, la necesidad de garantizar el disfrute de sus derechos y de adaptar la política a las circunstancias específicas de los diferentes países y ciudades. Se refiere, en especial, a todas las zonas urbanas de países en vías de desarrollo y de ingresos medianos -no sólo a las capitales-, donde se congregan la mayoría de los refugiados.
Los objetivos principales son dos:
- Reconocer a las ciudades como lugares legítimos donde los refugiados puedan residir y ejercer los derechos de los que son titulares.
- Optimizar el espacio de protección en zonas urbanas y las organizaciones humanitarias que les apoyan.
El espacio de protección es un factor fundamental siempre que los refugiados decidan residir en una zona urbana, “con o sin la aprobación de las autoridades pertinentes”. Es un concepto utilizado para definir “el entorno propicio”, en el que se respeten los derechos de los refugiados reconocidos en todo el mundo y se satisfagan sus necesidades.
Se considera que el espacio de protección “se expande y se contrae de manera periódica de acuerdo con los cambios que ocurran en el ámbito político, económico, social y de la seguridad”. Si el ACNUR y sus asociados humanitarios desempeñan sus labores con pocas restricciones, se entiende que el espacio es amplio: establece contacto directo con los refugiados, tiene libertad para seleccionar a sus propias agencias y puede entablar un diálogo constructivo con autoridades nacionales y municipales. Si no se dan estas condiciones, el espacio se califica como “estrecho”.