Más de 40 millones de niños en todo el mundo nacen cada año sin que quede constancia de ello. Su nombre no aparece en ningún registro. Son menores invisibles. Con identidad, pero sin identificación. El sur de Asia bate el récord, pero la situación se repite en otros puntos del planeta. ¿Las consecuencias? Un niño no registrado prácticamente no existe. Pierde toda posibilidad de reclamar sus derechos.
Imagen: Plan
Se registran menos niños de los que nacen. Tantos como 48 millones, según datos de Unicef de 2005. Alarmante. El volumen de menores que carecen de identificación afecta principalmente al sur de Asia, donde seis de cada diez bebés (63%) que nacen anualmente carecen de registro de nacimiento, y África subsahariana, cuyo índice de niños no registrados asciende al 55%.
Con el fin de reducir estas cifras en todo el mundo, Plan Internacional puso en marcha hace cuatro años una campaña de registro infantil. «Un niño no registrado prácticamente no existe. No puede probar su identidad, su nacionalidad ni su edad, lo que dificulta gravemente que pueda disfrutar de sus derechos básicos como niño», recuerda la entidad.
Certificado de nacimiento
Es un papel más, pero con una función muy importante. El certificado de nacimiento otorga la identificación necesaria para reclamar derechos. El Artículo 7 de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño reconoce que todo menor deberá ser registrado inmediatamente después del nacimiento y tendrá derecho a un nombre y a adquirir una nacionalidad. Conseguirlo parece sencillo, pero no siempre es así.
La propia ONU reconoce a los menores el derecho a ser registrados, a tener un nombre y a adquirir una nacionalidad
Un menor registrado aumenta sus posibilidades de supervivencia. Estar inscrito supone el reconocimiento de derechos ante la ley. Permite el acceso a servicios públicos y de calidad. Reduce la vulnerabilidad de los niños ante el abuso y la explotación, especialmente, cuando son separados de sus padres. Un país que conoce a sus habitantes puede protegerlos y planificar servicios para todos ellos.
La campaña de Plan se extiende a África, América y Asia. Se basa en el trabajo local, nacional y regional. Pretende dotar a los países de las capacidades suficientes para lograr la inscripción universal de nacimientos. Reducir las barreras, tales como falta de apoyo, voluntad, recursos humanos y financieros, marco legal y sistemas de inscripción.
En estos cuatro años de andadura, la campaña de registro infantil ha obtenido importantes logros. A mediados de 2006 se habían alcanzado más de cinco millones de registros: el 100% de los menores de seis años de algunas comunidades de Bangladesh, más de cuatro millones de niños en Camboya, más de un millón en Ghana, 110.068 en Sierra Leona, 107.314 en Togo, casi 78.000 en Guinea Bissau, otros 25.000 en Níger, 23.000 en Paraguay, más de 8.500 en Mali, más de 3.000 en Camerún, unos 1.200 en Vietnam…
En este esfuerzo es fundamental la implicación de las comunidades locales y los propios niños. Ellos sensibilizan, dan a conocer al resto de comunidades las ventajas del registro. Han de ser dos piezas claves en el diseño e implementación de leyes, políticas y programas sobre el tema. “Esta participación garantizará que exista compatibilidad con las realidades locales y ayudará a desarrollar confianza en los sistemas para la inscripción”, considera Plan.
Camboya es un ejemplo. Jóvenes voluntarios han educado a sus amigos y a las personas mayores en la importancia de la inscripción de nacimientos y los derechos de la niñez. En Egipto, Plan impulsa dentro de las organizaciones comunitarias de base la formación de comités de niños para que ellos mismos difundan el mensaje. En Zambia, niños y jóvenes han acudido a diferentes comunidades durante sus vacaciones escolares con el mismo objetivo.
La pregunta es ¿por qué no se registran todos los nacimientos? Existen diversos obstáculos. Los sistemas descentralizados y la inscripción móvil mejoran la accesibilidad en las comunidades rurales remotas y de difícil acceso, pero las dificultades y circunstancias de las personas son variadas y se requiere una mayor flexibilidad. Para ello, según Plan, los sistemas deben superar las barreras geográficas y las distancias desde los centros administrativos, identificar y determinar las necesidades de los grupos de difícil acceso (poblaciones indígenas o nómadas) y permitir la inscripción tardía.