Protección internacional con soluciones duraderas
El principio de no devolución recogido en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 establece que “las personas forzadas a huir no deben ser deportadas ni devueltas a contextos en los que peligran su vida y su libertad”. Por ello, ACNUR colabora con los países de origen y acogida para promover acuerdos internacionales, mejorar el acceso al asilo o la integración en los sistemas nacionales de educación o sanidad, entre otros.
Esta respuesta se enmarca en el área de trabajo de la protección internacional, que se puede definir como “el conjunto de actividades destinadas a asegurar el acceso igualitario y el disfrute de los derechos de mujeres, hombres, niñas y niños bajo el amparo de ACNUR, de acuerdo con los instrumentos legales pertinentes, incluyendo el derecho internacional humanitario, los derechos humanos y el derecho de las personas refugiadas”.
A largo plazo, ACNUR pretende conseguir soluciones duraderas para que las personas desplazadas puedan regresar de forma digna y voluntaria a sus hogares cuando sea seguro, se integren en el país que le ha dado asilo o sean reasentadas en un tercer país de acogida.
Registro y gestión de identidades
Una de las áreas fundamentales para salvaguardar los derechos de las personas refugiadas es el registro y gestión de su identidad. ACNUR apoya a los Estados de acogida fortaleciendo sus sistemas de registro o la digitalización y expedición de documentación, compartiendo sus recursos y experiencia.
Las tareas de registro e identificación de las personas refugiadas resultan de suma importancia. Lo son para los Estados de acogida, que los necesitan para llevar un control de las personas que llegan y poder así brindarles protección y asistencia. Pero también lo son para asegurar su integración socioeconómica. De esta manera, se evitan riesgos como el arresto ilegal o la repatriación contra su voluntad.
Además, permite a los Estados identificar a personas vulnerables o con necesidades especiales y derivarles a servicios específicos en campos como la protección de menores no acompañados y la reunificación familiar, el apoyo psicosocial o la asistencia a supervivientes de violencia de género.
Garantizar un techo: los alojamientos de emergencia
Tan importante como el registro de la identidad resulta el acceso a una vivienda digna. Cuando estalla una crisis humanitaria, el acceso a un alojamiento que proteja del frío o calor extremos puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Por ello, ACNUR suministra distintos tipos de materiales, como carpas, tiendas, láminas de plástico o esterillas que sirvan para cobijar a las personas desplazadas y les brinde cierto bienestar.
A medida que la situación de emergencia se prolonga en el tiempo, ACNUR pone en marcha otras medidas: por ejemplo, la restauración de albergues colectivos o la reconstrucción de nuevas casas tras su destrucción por la guerra o fenómenos climáticos adversos, como inundaciones o terremotos.
ACNUR se esfuerza por hacer que los campamentos sean una medida temporal. Lo hace tratando de fomentar otras alternativas como la integración en las comunidades de acogida o la posibilidad de obtener tierras o viviendas para reconstruir sus vidas.
Cuando las personas refugiadas tienen la oportunidad de habitar legalmente en las comunidades de acogida, tanto en el ámbito rural como urbano, en paz y sin sufrir persecución, experimentan un empoderamiento que les permite integrarse de una forma más efectiva, aportando conocimientos y beneficios mutuos para la sociedad.
Reparando hogares para rehacer vidas
Como parte de la protección que ACNUR brinda y las soluciones duraderas que ofrece, te contamos dos casos donde la reparación de hogares ha permitido a las personas desplazadas reconstruir sus vidas.
🔸 Ucrania
En Ucrania, gran parte de la infraestructura ha quedado destruida por los combates. Por ello, ACNUR trabaja estrechamente con equipos de construcción en varias regiones del país para llevar a cabo reparaciones esenciales en las viviendas dañadas. Estas reparaciones incluyen principalmente techos, paredes, puertas y ventanas para garantizar que las familias que permanecen en Ucrania puedan sentirse seguras y abrigadas también cuando llega el invierno.
“Abracé las paredes de mi casa, que seguían en pie. Al menos había esperanza de vivir aquí en el futuro”, cuenta Andrii, uno de los beneficiarios de estas reparaciones que regresó a casa en Borodyanka tras los intensos combates. Mientras dura la guerra, estos arreglos ofrecen a las familias toda la comodidad posible.
🔸 Afganistán
En el pueblo de Janat Bagh, en Afganistán, siete años de conflicto activo han acabado con sus huertos y vegetación. Los combates dejaron prácticamente todos los edificios dañados o destruidos. Pero desde 2021, más de un millón de personas que estaban desplazadas dentro del país han regresado a sus lugares de origen. Allí, ACNUR les proporciona ayuda para construir un futuro mejor.
“Es una buena sensación volver a vivir aquí, en el lugar donde crecimos mi padre y yo”, reconoce Yunus. Su familia ha recibido subvenciones de ACNUR para ayudarles a reconstruir sus casas. “Desde que ACNUR empezó a ayudar aquí, las personas han regresado poco a poco al pueblo y se han construido casas. Mis hijos vivirán mejor aquí”, asegura.
En todo Afganistán, 28.700 personas se beneficiaron de una ayuda similar para reconstruir sus viviendas en 2022, y 213.000 recibieron ayuda para reparar sus casas o cubrir el alquiler. Un hogar en el que vivir de manera segura es lo que las personas desplazadas más anhelan. Para ellas, supone no solo un techo sobre el que sentirse protegidas, sino también dignidad para seguir adelante.