A menudo, tener una discapacidad supone adaptar diversos aspectos y bienes materiales de la vida cotidiana. Ya sea el hogar, el automóvil o la necesidad de afrontar intervenciones quirúrgicas, el coste de contar con un entorno a medida lleva, en ocasiones, a una situación económica delicada. Del mismo modo, quienes carecen de ingresos suficientes para afrontar estos cambios, pueden aumentar su discapacidad o desarrollarla.
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La combinación de pobreza y discapacidad conlleva consecuencias nefastas. La Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE) destaca los efectos negativos de esta mezcla. Asegura que en ocasiones la pobreza puede generar discapacidad, a la vez que ésta conlleva una merma de recursos porque obliga a transformar la vivienda, requerir asistencia sanitaria adecuada o intervenciones quirúrgicas para mejorar la calidad de vida.
También el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) ha pedido que se luche contra este binomio, mediante «cambios estructurales que favorezcan la inclusión social para este grupo ciudadano». Entre las razones que esgrime para que las cuentas de las personas con discapacidad sean más quebradizas, figuran un nivel inferior de estudios debido a la discriminación en el ámbito educativo, menos oportunidades para acceder al mercado de trabajo y la situación de paro y precariedad laboral, que les afecta «con mayor intensidad».
La crisis se acentúa en las personas con discapacidad, con «salarios inferiores» y que afrontan gastos extraordinarios relacionados con su situación
La organización recalca que la crisis acentúa sus consecuencias en este grupo, que «recibe salarios inferiores» y debe afrontar gastos extraordinarios por motivos relacionados con la situación de discapacidad. Mientras, quienes viven en contextos marginales «tienen más posibilidades» de encontrarse en situaciones que favorezcan su desarrollo, «dadas determinadas condiciones de precariedad, insalubridad o riesgo de accidente».
Pobreza, discapacidad y desarrollo
Si el baile de datos no engaña, según Naciones Unidas, más del 80% de las personas con discapacidad que viven en los países en desarrollo son pobres. En los países desarrollados, el Cermi revela que esta cifra supera el 50%. Sus cálculos, como los de la ONU, estiman que la tasa de discapacidad es superior a la media en países subdesarrollados, en zonas marginales o en situaciones de conflicto armado.
Así lo puso de manifiesto el terremoto ocurrido en Haití a comienzos de año. La ONG Handicap International resaltó tras esta catástrofe una necesidad «inmensa» de prótesis ortopédicas y medios de rehabilitación, después de que se practicaran numerosas amputaciones. La entidad proporcionó parte de los recursos materiales y humanos requeridos, aunque entonces recordó que «las actuaciones en esta materia deberán desarrollarse durante varios años, dado el elevado número de heridos, que la ONU cifra en 250.000».
En el plano internacional, el Banco Mundial desarrolla una serie de estudios para dilucidar los pormenores de la relación entre discapacidad y pobreza, una vez que ésta parece clara. Se plantea conocer por qué millones de personas con discapacidad en todo el mundo son más proclives al riesgo de padecer pobreza y exclusión social, por qué en sus trabajos carecen de un sueldo digno y «tienden a ser los más pobres entre los pobres».
Junto con los anteriores efectos en la rutina de las personas con discapacidad, COCEMFE recuerda que las consecuencias de esta situación afectan a otros ámbitos y dificultan, entre otras cosas, establecer nuevas amistades o dirigirse a personas fuera de su entorno. Esta idea la comparten casi siete de cada diez personas. “La discapacidad y la pobreza forman un círculo vicioso”, destaca el Banco Mundial. Por ello, la entidad ha pedido que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) concentren también esfuerzos para conseguir que este grupo no quede excluido de la vida social y económica, así como sus familias y comunidades.
La celebración esta semana del I Encuentro Nacional de Mujeres con Discapacidad ha puesto de manifiesto, además, la diferencia entre sexos en esta cuestión. El evento ha reunido a representantes de asociaciones de mujeres con discapacidad, que han elegido como lema “Superando la pobreza a través de la cohesión social, real y justa”. Este mensaje coincide con la idea de COCEMFE, que aboga por “promover de manera expresa los principios de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres”, a la vez que denuncia la invisibilidad a la que se enfrentan ellas, en especial, cuando la situación de pobreza les lleva a dormir en la calle.
El Manifiesto final elaborado en la Convención del Tercer Sector de Acción Social recoge las intenciones deseables para la próxima década. Firmado por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión social (EAPN-España), la Plataforma de ONG de Acción Social (POAS) y la Plataforma de Voluntariado de España (PVE), pide que se combata la pobreza y se promueva la solidaridad. Al tiempo, recuerda que este Año Europeo de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social “tiene que servir para que en nuestro país haya una apuesta decidida y sostenible a favor de las personas más excluidas y vulnerables”, para que dispongan de los servicios y recursos que les permitan tener una vida en condiciones de vida dignas y participar en la sociedad.
Considera que la crisis financiera y económica ha supuesto mayores consecuencias para las personas que ya estaban excluidas y “la entrada de otras muchas en este círculo” y lamenta que, por este motivo, se haya reducido la inversión social y en ciertos casos se hayan eliminado servicios “básicos y esenciales” para el apoyo a las personas más vulnerables. Por ello, resalta el proceso de trabajo conjunto que han iniciado la EAPN, la POAS y la Plataforma del Voluntariado para impulsar un Estrategia de Inclusión Social en España para la próxima década. Cree imprescindible que la lucha contra la pobreza y la exclusión social sea un elemento esencial y prioritario del Programa Nacional de Reforma y que las personas más vulnerables tengan derecho a unos ingresos y servicios mínimos “que les permitan vivir con dignidad e incorporarse activamente a la sociedad”. “Nuestra sociedad no se puede permitir que se agraven las desigualdades sociales y que cada vez haya más personas en situación vulnerable”, concluye el manifiesto.