Cuando en el envío de remesas no se emplean los canales oficiales, se considera a éstas remesas informales. Un estudio del Observatorio Permanente de la Inmigración recalca, no obstante, que eso no significa que sean irregulares o ilegales. Sin embargo, su cuantificación es difícil y quienes las reciben no siempre salen beneficiados, ya que en ocasiones se basan en la confianza en quien las traslada, que puede ser víctima de un robo o pérdida, sin que haya modo de reclamar.
Sin garantías
Las remesas se pueden enviar por transferencia desde bancos y cajas o por otras vías habilitadas para realizar giros postales (oficinas de Correos, locutorios). Sin embargo, las comisiones que se cobran por este servicio, sobre todo cuando los bancos carecen de acuerdos con las entidades del país de procedencia, la desconfianza hacia algunas financieras u otros motivos particulares han dado lugar a las denominadas remesas informales.
El fin de éstas es el mismo: sostener la economía familiar de quienes permanecen en el lugar de origen. Gracias a ellas, varios países disfrutan de una mejor financiación económica. Por ello, cuando la distancia geográfica impide viajar con frecuencia para entregarlas en mano, hay que buscar alternativas.
Una remesa informal es ajena a la regulación y está «lejos» de las normas que protegen al consumidor, «sin recibo ni garantías de buen fin»
El informe ‘Inmigración y remesas informales en España’ asevera que éstas no son «sinónimo de irregularidad o de prácticas ilegales, sino que reflejan un sistema de envíos que se realizan al margen de los métodos controlados por las autoridades económicas». El director de la investigación, Íñigo Moré, matiza que una remesa informal es ajena a la regulación vigente y está «lejos» de las normas que protegen al consumidor, «sin recibo ni garantías de buen fin» y, por lo tanto, «el inmigrante no puede recurrir al Servicio de Reclamaciones del Banco de España para protestar en caso de incumplimientos».
Afirma que este tipo de transmisiones son habituales entre miles de inmigrantes, «quizá decenas de miles», aunque estos flujos no se cuantifican y se sabe poco de ellos. El análisis a partir del cual se ha elaborado el citado estudio se apoya en investigaciones de campo y una consulta de diversas fuentes, como embajadas, consulados y asociaciones de emigrantes, pero Moré advierte de que es «una actividad subterránea», que podría abarcar al 20% de las remesas que salen de España.
Portugal y Rumanía, entre los receptores
La crisis económica mundial ha afectado al envío de remesa y a la quebradiza economía familiar de ciertos países. Éstas se emplean para afrontar el día a día, no solo en cuestiones de alimentación, sino en «inversiones adicionales en salud, educación y pequeñas empresas», estima el Banco Mundial. Su escasez extiende las carencias a diversos ámbitos.
Los países en desarrollo son los principales receptores de remesas. Sin embargo, en el caso de las remesas informales, se reciben sobre todo en países desarrollados o de renta media. Aunque podría pensarse que son más frecuentes de los países pobres por carecer de una infraestructura financiera adecuada, los principales destinos de remesas informales desde España son, según el citado estudio, países desarrollados miembros de la Unión Europea, como Portugal y Rumanía, además de Venezuela y Marruecos. Son países con sistemas financieros endebles, «tanto por su incapacidad para ofrecer alternativas a estos flujos, como por la existencia de mercados negros de venta de divisas».
Es común llevar el dinero «en el propio bolsillo» cuando se regresa al país de origen, a menudo en vacaciones, con el consiguiente riesgo de robo o pérdida. Otra posibilidad es trasladarlo en una maleta sin declararlo en la aduana, que penaliza por ello a partir de ciertas cantidades. También se entrega el dinero a personas en quienes se confía y que actúan de «correo», a conductores de autobús que regresan en viajes de vuelta o mediante la compra de electrodomésticos, que se adquieren en España, pero se entregan muy lejos, de acuerdo a la investigación de Moré.
Los datos del Banco Mundial referidos a América Latina indican que los flujos se han recuperado durante este año, tras caer un 12% en 2009, y auguran un crecimiento del 2% para 2010. En los dos años siguientes, se estima que la mejora general de la economía coincidirá con un aumento del 7,6% y 10%, respectivamente.
La entidad asegura que las remesas son “la columna vertebral de muchas economías latinoamericanas”, aunque recalca que los flujos podrían frenarse, según el economista Humberto López, por “la persistencia del desempleo, monedas volátiles y sentimientos antiinmigrante en los países de alto ingresos”.
Por destino, el principal país beneficiario es India, seguido de China y México (con 22.600 millones de dólares en 2010), precisa el Banco Mundial. A continuación se sitúan Brasil, Guatemala, Colombia, El Salvador, Honduras y República Dominicana. Este último con 3.400 millones de dólares.