Terremotos, huracanes o tsunamis son algunos de los desastres naturales que ponen a prueba la capacidad de respuesta internacional ante este tipo de emergencias. Un examen en el que la mayoría de los países no alcanza el aprobado. España entre ellos. A lo largo de este año, el seísmo registrado en el centro y sur de Perú, así como el huracán que azotó poco después a Centroamérica son dos de los episodios más graves que han permitido analizar la calidad de la ayuda internacional. En síntesis, los países donantes han mejorado su capacidad de respuesta, pero los esfuerzos aún no son suficientes. Hay que incrementar los fondos, mejorar la coordinación y facilitar los recursos efectivos para atender las necesidades más acuciantes.
Índice de Respuesta Humanitaria
La calidad de la ayuda internacional en caso de emergencia exige una mejora. Afortunadamente, las catástrofes naturales no ocurren todos los días, pero cuando suceden sus consecuencias pueden ser tan graves, que los efectos del desastre permanecen a largo plazo. Durante este año diferentes países han tenido que hacer frente a alguno de los peores desastres naturales. Ha sido en estos momentos cuando se ha comprobado la diferente capacidad de respuesta que tiene cada nación y, aunque la solidaridad internacional no ha faltado, se ha revelado insuficiente.
La Fundación DARA Internacional presentó hace apenas un mes el Índice de Respuesta Humanitaria o HRI, por sus siglas en inglés, cuya finalidad es evaluar la calidad de la cooperación al desarrollo. Poner nota a la acción humanitaria. Durante su presentación, el HRI fue reconocido como “una herramienta clave para que ningún desastre sea ignorado y que cada dólar gastado ayude a quien más lo necesite”. Según DARA Internacional, el objetivo es prestar “una respuesta humanitaria eficaz” para “salvar vidas, aliviar el sufrimiento y mantener la dignidad de las personas”.
En el último año, España ha incrementado de forma “notable” la financiación destinada a asistencia humanitaria, pero los fondos todavía son insuficientes
En este ranking, los países nórdicos, seguidos de cerca por la Comisión Europea, lideran los primeros puestos de donantes humanitarios. En concreto, el modelo a seguir es Suecia. El país nórdico obtiene la mejor puntuación media en los cinco pilares que se toman como referencia para elaborar el citado índice: respuesta a las necesidades humanitarias, integración de ayuda de emergencia y desarrollo, trabajo con socios humanitarios, puesta en práctica de principios internacionales, y aprendizaje y rendición de cuentas. En cuanto a España, nuestro país se queda en el puesto 17, con una puntuación de 4,29. Ni siquiera llega al aprobado.
El HRI reconoce que, en el último año, España ha incrementado de forma “notable” la financiación destinada a asistencia humanitaria, pero cree que estos fondos todavía son insuficientes. “No se compromete todo lo que sería deseable con los mecanismos de coordinación de la ONU o de las ONG”, precisa. España recibe una buena puntuación en el indicador que mide la distribución de fondos a emergencias, el sector al que se destinan los fondos y si la emergencia ha sido clasificada como olvidada. Sin embargo, flojea a la hora de financiar a los sectores considerados prioritarios y a los países más vulnerables ante cualquier catástrofe natural.
Para elaborar esta lista, se analizan in situ las características de las respuestas ante las catástrofes naturales, se realizan reuniones con representantes de Naciones Unidas, ONG nacionales e internacionales, donantes, miembros de los gobiernos locales y otras personas que ayudan en estas emergencias. Todas ellas responden a un cuestionario que aporta información detalladas sobre las actuaciones que se llevan a cabo con la intención de delimitar errores y aciertos, a la vez que se establece un código de buenas prácticas para el futuro.
Principios de la Buena Donación
El Índice de Respuesta Humanitaria constituye un mecanismo de medición único para examinar la actuación de los países donantes. En concreto, se fija especialmente en los miembros del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, entre los que se encuentra España, y contrasta su actuación con el contenido de los Principios de Buena Donación Humanitaria, aprobados en 2003 por el propio Comité. El objetivo de estos principios es definir el significado de acción humanitaria, entendida como “la protección de civiles y de aquellos que ya no tomen parte en las hostilidades”. Este término también incluye la provisión de agua, comida, saneamiento, refugio, atención sanitaria y otros tipos de asistencia necesaria para “facilitar el retorno a la vida normal”.
Los fondos humanitarios deben estar en proporción a las necesidades y los acuerdos de financiación tienen que contemplarse a largo plazo
Entre otros principios, esta especie de código de buenas prácticas aboga por destinar fondos humanitarios en proporción a las necesidades e insta a las organizaciones humanitarias a que garanticen, “en el mayor grado posible”, una implicación adecuada de los beneficiarios, tanto en el diseño, como en la ejecución, el seguimiento y la evaluación de la respuesta humanitaria. A los países más vulnerables les anima a estar mejor preparados para mitigar y responder a las crisis humanas, con el fin de que se coordinen de modo efectivo con los socios humanitarios, y reclama asistencia humanitaria para favorecer la recuperación y el desarrollo a largo plazo de las comunidades afectadas por una catástrofe.
Financiación, gestión y responsabilidad de los donantes
El aumento de las donaciones en los últimos años ha llevado a implementar mecanismos de control que garanticen la transparencia en las donaciones y en la gestión de los recursos. En cuanto a la financiación, el Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE cree en la necesidad de establecer una planificación financiera e introducir acuerdos de financiación a largo plazo.
Por otro lado, se defiende la adhesión de las organizaciones humanitarias a las buenas prácticas y su compromiso a favor de la rendición de cuentas, la eficacia y la eficiencia a la hora de prestar ayuda. También se apuesta por evaluaciones regulares de la respuesta internacional a las crisis humanas y, especialmente, asegurar “un alto grado de precisión, puntualidad y transparencia en los informes de los donantes sobre el gasto oficial en asistencia humanitaria”.
Acción humanitaria
Los objetivos son salvar vidas, aliviar el sufrimiento, mantener la dignidad humana y reforzar la capacidad de respuesta
De acuerdo al texto aprobado en 2003, los objetivos de la acción humanitaria son salvar vidas, aliviar el sufrimiento, mantener la dignidad humana durante y después de las crisis, y prevenir y reforzar la capacidad de respuesta ante cualquier emergencia. Así, los principios a seguir son los de humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia.
Lo que se pretende es salvaguardar la vida de las personas, entendida como el bien más preciado, y aliviar el sufrimiento en todos los lugares en los que se produzca. Asimismo, para que la ayuda sea efectiva ha de atender a las necesidades de todas las personas, sin discriminación y sin favorecer a ninguna de las partes, cuando se trate de un conflicto armado. Por último, se apoya una acción humanitaria independiente de objetivos políticos, económicos, militares u otros.
Fondo Central para Emergencias
En marzo del pasado año, Naciones Unidas creó el Fondo Central para Emergencias (CERF, por sus siglas en inglés). Su finalidad, según recuerda Intermón Oxfam (IO), es la de “complementar la financiación humanitaria existente ofreciendo una respuesta rápida y más equitativa a las crisis”. En 2006, el CERF asignó 259,3 millones de dólares a más de 331 proyectos en 35 países. Para 2007 se comprometieron un total de 342 millones de dólares. No obstante, para la ONG, a pesar de los progresos logrados durante su primer año en funcionamiento, el CERF “todavía está lejos de alcanzar su pleno potencial”.
La finalidad del CERF es complementar la financiación humanitaria con “una respuesta rápida y más equitativa a las crisis”
En un informe, Intermón Oxfam propone como recomendación para mejorar el rendimiento y el impacto del Fondo que tanto la Secretaría del CERF como las agencias de las Naciones Unidas aumenten la rapidez con la que se realiza el desembolso de los fondos, para que a su vez los proyectos se implementen “de forma realmente rápida”. En segundo lugar, reclama un aumento de la transparencia y eficacia mediante la inclusión de las ONG en la toma de decisiones del CERF. Asimismo, insta a las agencias de la ONU y a los socios operativos a garantizar una evaluación extensa y profunda del impacto de los programas financiados por el CERF y atribuye a los donantes la necesidad de dotar a la financiación de “un carácter más sostenible y previsible”.
Por otro lado, el estudio pide la aportación de “dinero nuevo”, es decir, fondos adicionales que se añaden a los presupuestos humanitarios, en lugar de provenir de otras partidas aprobadas con anterioridad. Se considera que de esta forma se contaría con más dinero para hacer frente a las emergencias y se aceleraría el proceso de recuperación. Desde su lanzamiento en marzo de 2006, el CERF ha destinado 595 millones de dólares a proyectos humanitarios en 59 países afectados por desastres naturales y conflictos armados.