El sello Fairtrade indica que un producto se ha elaborado en unas condiciones laborales justas. Es una marca de garantía que permite al consumidor distinguir los productos que ayudan a mejorar las condiciones de vida de los productores y trabajadores de los países en vías de desarrollo. El pasado año, la venta al por menor aumentó un 15% con respecto a 2008 y los beneficios posibilitaron la inversión de 14,5 millones de euros en proyectos de desarrollo.
Imagen: CONSUMER EROSKI
Fairtrade es sinónimo de comercio justo. Los consumidores que adquieren productos con este sello pueden confiar en que los productores y trabajadores de este sector, alternativo al comercio convencional, han recibido «un trato más justo y mejores condiciones comerciales». Ambas son las premisas que defiende la Asociación del Sello Fairtrade-Comercio Justo, impulsora de este símbolo en España y cuyos datos certifican que el 91% de los consumidores de todo el mundo que están familiarizados con el Sello -el 50% de los consumidores de 15 países- confían en esta marca. «Les da la posibilidad de colaborar para reducir la pobreza en los países del Sur de forma activa con sus compras diarias», subraya la Asociación.
En los países en vías de desarrollo, el comercio justo supone una oportunidad de mejorar las condiciones de vida y planificar el futuro. Implica un salario digno para los productores del Sur, un precio justo por sus cosechas, el respeto a los derechos humanos y al medio ambiente, controles regulares que certifiquen estas medidas y la calidad de los productos, que se elaboran y cultivan mediante métodos artesanales.
El 91% de los consumidores familiarizados con el Sello confían en esta marca
En total, a finales de 2009 había registradas 827 organizaciones. Entre todas, suponen 1,2 millones de productores y trabajadores individuales, de cuyo esfuerzo se benefician más de cinco millones de personas. Los resultados no son sólo para los productores, sino también para sus familias, y el pasado año se superaron las cifras conseguidas en 2008.
Las ventas Fairtrade al por menor en todo el mundo supusieron unos 3.400 millones de euros, un 15% más que el año anterior. En nuestro país, recaudaron ocho millones de euros. De estas cantidades, la prima Fairtrade destinada a inversiones comunitarias en educación, sanidad, vivienda y formación ascendió a 14,5 millones de euros, en el caso de los productores de café.
Estándares Fairtrade
Imagen: Linus HallgrenEn la actualidad, un total de 21 países en todo el mundo han implantado iniciativas de etiquetado del Sello y hasta 19 gamas de productos pueden recibir la certificación: café, té, azúcar, cacao, frutas frescas, bananas, frutos secos, frutos desecados, arroz, miel, vino, zumos de frutas, quinua, legumbres, soja, especias, flores, algodón y balones de fútbol.
Hay estándares específicos para cada producto y otros generales comerciales y para productores. Esta medida se justifica porque las dificultades de los productores y los trabajadores del Sur difieren en función del producto: «Se precisan puntos como la forma de cultivo, calidad, reglas de transformación, normas medioambientales específicas, etc». La organización FLO International define los estándares Fairtrade, que se dividen en dos grupos. Los estándares mínimos establecen las condiciones de adhesión de los productores para obtener la certificación de comercio justo y sus beneficios, mientras que los estándares evolutivos pretenden que los productores y las empresas mejoren de manera progresiva las condiciones de trabajo y la calidad del producto.
Los criterios generales establecen las siguientes condiciones:
Prima Fairtrade: fondos adicionales para proyectos de desarrollo.
Precio Mínimo Fairtrade: la mayoría de los productos cuentan con él, para cubrir los costes medios de una producción sostenible.
Prefinanciación: acceso al crédito antes de la venta.
Contratos de larga duración y estables con los compradores.
Derechos laborales: respeto de los principales convenios de la Organización Internacional del Trabajo, como la prohibición de la esclavitud o el trabajo infantil ilegal, la salud y la seguridad, la libertad de asociación y negociación colectiva, la no discriminación.
Medio ambiente: protección de los espacios naturales vulnerables, prohibición del uso de los pesticidas más peligrosos, manejo seguro de pesticidas y residuos, prohibición de productos genéticamente modificados.
Democracia: en las organizaciones de pequeños productores, todos los miembros tienen voz y voto en la toma de decisiones. En las situaciones de trabajo contratado, los mismos trabajadores deciden sobre el uso de la prima.
Conseguir el Sello Fairtrade implica ciertas obligaciones para su mantenimiento. Se realiza un doble control para certificar que se cumplen los estándares y un seguimiento del uso del propio Sello. FLO-Cert vigila el cumplimento de los estándares de comercio justo en todos los eslabones de la cadena: organizaciones de productores, exportador, importador, empresa transformadora y empresa usuaria del Sello. Todos deben estar registrados en FLO Cert, que fija controles administrativos y físicos.
Las entidades registradas deben entregar un informe trimestral de sus transacciones de productos
En el primer caso, las entidades registradas deben entregar un informe trimestral de sus transacciones de productos, que recoja los datos referidos a stock, compras, ventas, producción y pagos. Estos datos se cotejan con el volumen de compras y ventas en toda la cadena y si coinciden se da el visto bueno. Auditores de cuentas externos controlan además cada año estas declaraciones. Respecto a los controles físicos, un auditor visita a todos los actores para obtener “resultados objetivos y comparables, cuantitativa y cualitativamente”.
Por su parte, la Asociación del Sello Fairtrade-Comercio Justo sigue a las entidades que cuentan con la aprobación para usarlo, garantiza que los mensajes que transmiten respetan las líneas de trabajo del movimiento del comercio justo y pide coherencia interna con este tipo de transacciones en su actividad global empresarial. Con estas medidas se consigue mejorar la situación de millones de productores y trabajadores, si bien otros tantos “están en desventaja por precios bajos y la desigualdad en las relaciones comerciales internacionales”, subraya.