El actual representante de Cáritas Española, Silverio Agea, comenzó su andadura en Cáritas hace diez años y lo hizo en su ciudad natal, Granada, donde fue Secretario General de esta organización desde 1996 hasta 1999, año en el que fue nombrado Secretario General de Cáritas Española por la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española. Actualmente compatibiliza su cargo de secretario general de Cáritas Española con los de director ejecutivo de la Fundación FOESSA y vicepresidente de la Plataforma de ONG de Acción Social. Entre las máximas preocupaciones de la ONG se encuentra la integración y ayuda a los inmigrantes. “La inmigración debe abordarse como un proceso en el que tenga la máxima prioridad el codesarrollo apoyado tanto por los Gobiernos de los países de acogida y de origen y las respectivas sociedades”, afirma.
La red internacional no dispone de ese dato, aunque si tomamos como punto de referencia el caso de Cáritas Española, que cuenta con más de 62.000 voluntarios y unos 4.300 trabajadores asalariados, podemos hacernos una idea del importante número de personas que colaboran con Cáritas en el conjunto de las 162 Cáritas nacionales que existen en todo el mundo. En España, Cáritas es una Confederación integrada por 68 Cáritas Diocesanas y unas 6.000 Cáritas Parroquiales, que a su vez se agrupan en las correspondientes Cáritas regionales o autonómicas.
La estructura de Cáritas es la misma que la de la Iglesia, donde cada Iglesia particular se articula en torno al territorio de una diócesis gobernada por su obispo correspondiente. En este sentido, cada Cáritas Diocesana tiene personalidad jurídica propia y plena autonomía, si bien en el seno de la estructura confederal de Cáritas Española se desarrollan unas líneas comunes de trabajo, consesuadas y aceptadas por el conjunto de las Cáritas. Su actuación conjunta se dirige a impulsar la promoción de la solidaridad de la comunidad cristiana y la ayuda al desarrollo integral de la dignidad humana de todas las personas que se encuentran en situación de precariedad.
Para Cáritas la prioridad son siempre los más desfavorecidos, los excluidos de nuestra sociedad, los últimos, los que no cuentan… En España son las personas sin hogar, los ancianos sin recursos y que viven en soledad, las mujeres maltratadas, los jóvenes sin empleo, las víctimas de la droga o del sida, los reclusos y ex reclusos, los inmigrantes… Y en los países más empobrecidos son todos los millones de seres humanos a los que se les impide el acceso a unas mínimas condiciones de vida, de justicia social y de dignidad, que son las cuatro quintas partes de la humanidad.
Hace sólo unas semanas el Instituto Nacional de Estadística hacía público un estudio sobre las condiciones de vida de los españoles, que revelaba que alrededor del 20% de la población de nuestro país está por debajo del umbral de la pobreza.
Alrededor del 20% de la población de nuestro país está por debajo del umbral de la pobrezaEs decir, que en pleno 2005, el INE viene a constatar las tendencias sobre pobreza y precariedad social que Cáritas ya avanzó en la segunda mitad de los 90 a través de los informes FOESSA. La situación social de España es preocupante en la medida en que, a pesar del crecimiento económico registrado en los últimos diez años, se mantiene una importante bolsa de precariedad social, que se ha visto agudizada con la merma del poder adquisitivo de las economías más débiles a raíz de la entrada del euro y el incremento del número de inmigrantes en situaciones de gran vulnerabilidad económica y social.
Es una confederación mundial formada por las 162 Cáritas nacionales que existen en todo el mundo y que están presentes en unos 200 territorios y regiones de todo el planeta. Cuenta con una estructura organizativa propia, con sede en Roma, que se encarga de coordinar la acción desarrollada por las distintas Cáritas miembros en el campo de la ayuda al desarrollo y las campañas de emergencia.
En teoría, lo que diferencia a unos y a otros son las condiciones sociales en las que viven, aunque lo que a nosotros nos importa realmente es la incapacidad que en uno y otro caso tiene una persona pobre para acceder a los estándares medios de bienestar y dignidad de sus respectivos países. Creo que antes que llamar la atención sobre las diferencias hay que reflexionar sobre las similitudes de unas personas excluidas de aquí mismo o de allá, pues en ambos casos se trata de personas que tienen vetado el acceso a unas condiciones de vida mínimamente dignas. En cualquier caso, sí que existe una diferencia decisiva en ambos caso, ya que en muchos países la imposibilidad de acceder a los bienes básicos se traduce en una lucha por la supervivencia física.
Cáritas lleva haciendo ayuda de emergencia desde los años 60, aunque, como ha sucedido al conjunto de las organizaciones internacionales, hemos ido adecuando nuestras respuestas a las necesidades reales de los damnificados y a las características específicas de cada situación. La red internacional de Cáritas ha intentado avanzar especialmente los aspectos de la coordinación y la prevención, de los cuales depende en buena medida la rapidez de la respuesta y la efectividad de la misma. En Centroamérica, al igual que sucede con otras regiones del mundo golpeadas por un desastre natural, la red internacional de Cáritas actúa al servicio de la Cáritas local del país afectado. Es cada Cáritas nacional la que moviliza a sus voluntarios y expertos para poner en marcha las primeras operaciones de ayuda a los damnificados.
Ninguno en especial, sólo la decisión personal de apostar por una opción de voluntariado a favor de los colectivos excluidos de nuestra sociedad. En Cáritas, cuando hablamos de voluntariado nos referimos a algo más que a la mera acción voluntaria, ya que además de acción, se trata de una opción en la que importa, y mucho, la motivación y, sobre todo, su impronta, su capacidad transformadora de la realidad y de la persona voluntaria. Es un proceso en el que se implica la vida, no sólo el tiempo dedicado a la acción. El voluntariado que proponemos no puede entenderse como una isla, sino como un proceso vivo que se construye en y con nuestra vida Y en el que se implica toda la persona.
Por segundo año consecutivo dedicamos nuestra Campaña Institucional -que tiene dos momentos fuertes, Navidad y Corpus Christi- a llamar la atención sobre los retos que el fenómeno de la inmigración está planteando al conjunto de nuestra sociedad. En esta edición, que tiene como lema “Construyamos un lugar común. Nadie sin Futuro”, queremos subrayar la idea de que es necesaria la implicación de cada uno de nosotros en la construcción de una sociedad nueva sobre la base de la acogida a los inmigrantes para que la integración social se convierta en una realidad y evitar el estallido de fenómenos de violencia social como los registrados recientemente en Francia. Nuestra organización viene trabajando desde hace tiempo para que la sociedad sea entendida como un bien común que hay que construir entre todos. Nosotros apoyamos un modelo de integración que consiste en recrear la sociedad,
Apoyamos un modelo de integración que consiste en recrear la sociedadde forma que los inmigrantes sean acogidos como personas iguales en derechos a los ciudadanos autóctonos. Ello no significa que estemos a favor de una política de puertas abiertas, porque la inmigración debe ser regulada en origen. De ahí la necesidad de que el tema de la inmigración se aborde como un proceso en el que tenga la máxima prioridad el codesarrollo apoyado tanto por los Gobiernos de los países de acogida y de origen y las respectivas sociedades.
El Programa de Inmigrantes de Cáritas Española viene siendo en los últimos años una de las áreas de trabajo a las que nuestra Confederación destina mayor volumen de recursos. En el pasado ejercicio destinamos a este apartado en toda España casi 7,4 millones de euros y atendimos a través de nuestros centros y servicios para inmigrantes a cerca de 260.000 personas. Nuestro objetivo prioritario, como ocurre con todas las personas desfavorecidas para las que trabajados, es ofrecerles, además de unas condiciones de vida mínimamente dignas en nuestro país, las herramientas necesarias, como formación laboral, asesoramiento jurídico o enseñanza de idiomas, para que puedan acceder de forma normalizada a nuestra sociedad e integrarse en ella como unos ciudadanos más.
En 2004, Cáritas invirtió en acciones de lucha contra la pobreza dentro y fuera de nuestro país un total de 163,6 millones de euros, de los cuales cerca del 61% proceden de donaciones privadas y el 39% restante de subvenciones públicas.
