Imagen: ACSUD Las Segovias
El turismo comunitario se desarrolla principalmente en América Latina. Su peculiaridad, de la que toma el nombre, es el protagonismo de la comunidad de destino en la actividad turística y en la gestión de los beneficios generados. Los habitantes de la región que se visita diseñan las propuestas turísticas. Programan casi al detalle una estancia en la que se muestran la riqueza cultural y las costumbres, se ensalza la interculturalidad y se persigue, en definitiva, un turismo responsable que respete al medio ambiente y a las personas.
La Red de Turismo Comunitario Saraguro Rikuy define esta modalidad como una nueva forma de relación entre la comunidad y sus visitantes, «con la participación consensuada de sus miembros» y que garantiza «el manejo adecuado de los recursos naturales». El turismo comunitario, además, es un turismo alternativo que permite generar ingresos en la comunidad y repartir los beneficios entre los habitantes de la misma que participan en el proceso.
Precisamente, uno de los objetivos de este turismo es conseguir reducir las tasas de emigración. No es fortuito que Ecuador, uno de los países con las tasas más elevadas -constituye el tercer grupo mayoritario de inmigrantes en nuestro país-, sea pionero en este terreno. Las propuestas surgen, en su mayoría, desde los pueblos indígenas. Zonas rurales deprimidas o especialmente afectadas por los procesos migratorios que tratan de encontrar una salida a su economía resentida.
Programa WIPALA
En nuestro país, Acsud Las Segovias y la Asociación INTI ÑAN coordinan el Programa de Codesarrollo WIPALA. Entre sus objetivos: mejorar las condiciones de vida de la población indígena ecuatoriana que reside en la Comunidad Valenciana y contribuir al desarrollo de sus comunidades de origen en el Ecuador. En este sentido, una de las líneas de trabajo del programa consiste en la consolidación de una iniciativa de turismo comunitario «que genere alternativas viables y sostenibles de desarrollo». Las principales beneficiarias de esta iniciativa son las provincias ecuatorianas de Loja y Zamora-Chinchipe, de donde proceden la mayoría de los inmigrantes asociados a INTI ÑAN.
La experiencia es todavía incipiente, pero logra la interacción directa entre las sociedades de origen y acogida
La responsable del proyecto en Ecuador es la Fundación JATARI. Su misión consiste en promocionar un turismo diferente al tradicional que dé una respuesta conjunta «a la problemática de la diáspora ecuatoriana». Esta alternativa ofrece la oportunidad de fomentar la economía local. Al participar en el diseño de los viajes, los países de salida de emigrantes consiguen mejorar su situación mediante la formación de personal y unos complementos económicos de los que se beneficia directamente la comunidad.
La experiencia es todavía incipiente, pero logra la interacción directa entre las sociedades de origen y acogida, al tiempo que sirve de herramienta para el entendimiento entre culturas, recuerda Acsud Las Segovias. Para ello, el proyecto apoya a la Red de Turismo Comunitario Saraguro Rikuy, formada por familias del Pueblo Saraguro. Esta colaboración fortalece el control de la actividad turística por parte de la población indígena y consigue poner en valor su patrimonio cultural y natural.
A través del turismo comunitario se impulsa el codesarrollo y se mejora la calidad de vida del lugar de destino. Se ponen en marcha alternativas justas que abren nuevas posibilidades. El turismo comunitario es una apuesta por la vinculación de los turistas con las realidades visitadas, un instrumento de sensibilización que defiende la solidaridad y la sostenibilidad.
La Red Saraguro Rikuy promueve, por este motivo, el desarrollo comunitario a través de la conservación del medio ambiente y las costumbres ancestrales, así como la oferta de nuevas alternativas de desarrollo sustentable y equitativo, el intercambio de experiencias y una capacitación constante. El fin es lograr “un producto de buena calidad” que mejore las condiciones de vida de las comunidades.
Por su parte, la Red de Turismo Comunitario de América Latina, compuesta por comunidades campesinas e indígenas principalmente, apuesta también por el desarrollo sostenible y la autogestión del turismo, “de modo que las comunidades asuman el protagonismo que les corresponde en su planificación, operación, supervisión y desarrollo”. La idea es que ésta sea una actividad económicamente viable, pero también una opción “socialmente solidaria, culturalmente enriquecedora y ambientalmente responsable”.