Desde las reuniones de alto nivel donde se prometen las donaciones de las vacunas hasta que llegan a los brazos de las personas al otro lado del mundo, cada vacuna emprende un viaje extraordinario. Un viaje en el que UNICEF, aliado clave en la entrega de las vacunas contra la covid-19, está en el centro liderando la mayor operación de suministro de vacunas de la historia. A medida que la pandemia avanza implacable, con la amenaza presente de nuevas variantes, el mecanismo COVAX de distribución equitativa de vacunas —codirigido por la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización (Gavi) de la que forma parte UNICEF, la Coalición para la Innovación en la Preparación de Epidemias (CEPI) y la Organización Mundial de la Salud (OMS)— ha proporcionado un salvavidas para millones de personas en todo el mundo a través de su contribución vital: la donación de dosis de vacunas.
UNICEF es el mayor proveedor de vacunas del mundo y ayuda a vacunar a casi la mitad de los niños y niñas del mundo: todos los años se hacen llegar a unos 100 países más de 2.000 millones de dosis para la inmunización de rutina y las campañas de vacunación. Por eso se trata de la única organización con la experiencia y la estructura para asumir el enorme reto de hacer llegar, también, las vacunas contra la covid-19 a todos los países del mundo y, en especial, a aquellos con menos recursos.
Formando parte del mecanismo COVAX, se permite que los países de ingresos bajos y medios accedan a estas vacunas, asegurando que, a medida que estén disponibles, ningún país quede relegado a un segundo plano: el mundo entero seguirá siendo vulnerable al virus hasta que los países con los sistemas de salud más débiles también estén protegidos. Nadie gana hasta que todos ganen.
Y es que una distribución más justa y equitativa de las vacunas contra la covid-19 en los países de ingresos bajos y medios es la mejor manera de controlar la pandemia y detener las variantes mortales que podrían surgir y potencialmente evadir las vacunas. Los países ricos se están dando prisa para vacunar a sus habitantes, pero que otros países se queden atrás no es una opción.
El viaje de las vacunas
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Para que los aviones cargados de vacunas contra la covid-19 puedan aterrizar en la pista, una increíble cantidad de trabajo tiene lugar entre bastidores para hacer realidad estos envíos. El complejo viaje de las vacunas, aparentemente sencillo desde el exterior, empieza en un compromiso político, pero pasa por los detalles, la aceptación y la capacidad del país, las aprobaciones de importación y que los acuerdos de indemnización y responsabilidad estén vigentes antes de que se puedan realizar órdenes de compra y gestiones de transporte legalmente vinculantes. Procesos cuya duración depende de cada país pero que suponen un esfuerzo sin precedentes.
Y las vacunas son solo una parte de todo el trabajo: las jeringas y cajas de seguridad, los frigoríficos o el refuerzo de la capacidad de la cadena de frío para garantizar que las vacunas se almacenen a la temperatura adecuada desde el momento en que salen del fabricante hasta que se utilizan. Es una operación gigantesca, que requiere que todas las piezas del rompecabezas encajen en su lugar en el momento preciso.
Efectos de la pandemia en la infancia y adolescencia
Dos años después de su aparición en Wuhan (China), el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 ha convertido a la covid-19 en una pandemia global sin precedentes. El virus no entiende de fronteras y se ha extendido por todo el mundo, llevando al límite a los sistemas de salud y de protección social. Los países y regiones afectados se han visto obligados a cerrar escuelas, negocios y fronteras, en un esfuerzo ímprobo por detener la propagación de la infección, y mitigar sus consecuencias en la salud y la economía.
Los efectos de la pandemia en la infancia y la adolescencia de todo el mundo están siendo devastadores. El número de niños y niñas que pasan hambre, están aislados, son víctimas de abuso, sufren ansiedad, viven en la pobreza y se ven obligados a contraer matrimonio ha aumentado. Al mismo tiempo, su acceso a la educación, la socialización y a algunos servicios esenciales como la salud, la nutrición y la protección ha disminuido. En los países más pobres —donde muchos hogares no cuentan con agua y jabón, la atención sanitaria tiene graves carencias, muchos niños y niñas están debilitados por la desnutrición y otras enfermedades, y la mayoría de las familias vive al día y depende de la economía informal—, el virus puede ser catastrófico para la infancia y la adolescencia.
El corazón del trabajo de UNICEF, que es salvar las vidas de niños, niñas y adolescentes, nunca había sido tan crucial como ahora. Con millones de niños, niñas y jóvenes desarraigados, afectados por guerras, muriendo por causas prevenibles o perdiéndose vacunas y servicios esenciales, esta pandemia nos coloca en una situación sin precedentes. La necesidad de apoyo nunca había sido tan grande. Este es el despliegue más grande y complejo de una vacuna en la historia. Nunca se ha intentado nada a esta escala. La solidaridad mundial es necesaria ahora, más que nunca. Sin dejar a nadie atrás.