La mayoría de las culturas tienen unos rasgos comunes. Aunque se diferencian en el idioma o las costumbres, comparten ciertas problemáticas muy similares que pueden ser un punto de partida para fomentar la tolerancia. A través de una educación global, que comprende “las preocupaciones que comparte el mundo, las cuestiones que dividen y los problemas que enfrentan”, se puede alcanzar el respeto. Así se recuerda durante esta jornada, con motivo de la celebración del Día Europeo del Diálogo Intercultural.
Imagen: Kashif
El aprendizaje intercultural anima a tomar conciencia de las propias acciones y del modo en que afectan al resto de las personas. «Exige reevaluar los esfuerzos y las soluciones implementadas», resalta AFS Intercultura. Esta entidad apuesta por el entendimiento y, en este marco, organiza por segundo año consecutivo el Día Europeo del Diálogo Intercultural.
Junto a la Federación Europea para el Aprendizaje Intercultural, numerosos municipios de 20 países desarrollarán diversas acciones a favor de un mundo más justo y pacífico. La Comisión Europea reconoció a 2008 como Año Europeo del Diálogo Intercultural, por lo que la iniciativa de la ONG es una continuación de este evento.
Durante la jornada se resaltará la diversidad y el carácter multicultural, cada vez mayor, de muchos países europeos. «Por esta razón -reclama AFS-, el diálogo resulta vital en la UE». La diversidad es una oportunidad para aprender distintas tradiciones. Con este fin, varias organizaciones se han sumado a esta iniciativa.
Aceptar las desigualdades
¿Cómo entender a los otros? Hay varias maneras, pero todas coinciden en un mismo aspecto: la aceptación. En ella confluyen los rasgos positivos de las diferentes estrategias de integración, como la asimilación de los nuevos rasgos culturales por parte de las minorías y la tolerancia hacia la diferencia que propugna el multiculturalismo. Algunas de las ideas más destacadas apuestan por un tiempo y un espacio común para que las personas de diferentes culturas tengan contacto.
Hay que evitar tanto la imposición como la negación de las tradiciones del país de acogida
Se quiere trabajar con las minorías, pero también con las mayorías para evitar cualquier tipo de discriminación. La imposición de costumbres no es adecuada, pero tampoco la negación de las tradiciones del país de acogida. Hay que buscar un punto intermedio que impulse el conocimiento entre las culturas que conviven.
En el plano educativo, la interculturalidad ayuda a entender la diferencia, a respetar todas las identidades y a distinguir los aspectos positivos y negativos de cada una. Se toman «los elementos que aporten más de cada cultura de los grupos participantes en el proceso educativo» para que, desde el conocimiento, se mantenga un respeto mutuo e igualdad de oportunidades entre quienes comparten el aula.
Imagen: AEKBS
El deporte favorece el trabajo en equipo. Es un instrumento eficaz para fomentar la cohesión y el compañerismo. Las modalidades son numerosas, pero cada año se reinventan para llegar a un número mayor de personas. Las disciplinas son tan variadas, que algunas apenas se conocen. Éste es el caso del ” Kin-Ball”.
Nació en Québec (Canadá) en 1986. Su creador fue Mario Demers, un profesor de educación física que lo ideó para eliminar los individualismos en el deporte y fomentar la interacción positiva y la cooperación entre los miembros de cada equipo. La dinámica del juego y su reglamento aseguran “la coeducación y el logro de éxitos desde los primeros momentos de juego”.
Llegó a nuestro país en el año 2000. Tres años más tarde, alumnos licenciados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte comenzaron a prepararse para participar en el Campeonato de Europa celebrado en Francia. “A la vuelta de este campeonato, nació la Asociación Española de Kin-Ball Sport (AEKBS)”, recuerda esta organización.
En el segundo Día Europeo del Diálogo Intercultural se ha elegido este deporte para unir a las culturas. La celebración que acogerá la capital madrileña contará con talleres para aprender a jugar Kin-Ball, además de un partido con jugadores jóvenes de los cinco continentes.
Todavía no es un deporte consolidado en España, por lo que se busca su promoción. En un partido de Kin-Ball Sport participan tres equipos de ocho jugadores cada uno. El campo es cuadrado y sólo cuatro miembros de cada equipo están en la pista a la vez. Se admiten grupos mixtos, que juegan con un balón de grandes dimensiones (1,22 metros de diámetro y 1 kg. de peso). Los cuatro jugadores nombran a uno de los otros dos equipos y ponen el balón en juego. El combinado contrario debe interceptar el balón sin que toque el suelo, por lo que el objetivo de quienes lanzan es dificultar al máximo la recepción.