Hay muchos tipos de voluntarios y voluntariado. Puesto que la ayuda siempre es necesaria, también en el ámbito de la agricultura es posible colaborar para trabajar las tierras, obtener cultivos en buenas condiciones o analizar la calidad del suelo. Estos proyectos se dirigen, sobre todo, a estudiantes de materias relacionadas, como agronomía, montes, cartografía o topografía.
Imagen: Agrónomos Sin Fronteras
El programa de voluntariado de Agrónomos Sin Fronteras se lleva a cabo tanto en España como en el extranjero. En él toman parte personas que quieren colaborar con su ayuda y sus conocimientos. Los voluntarios, en general, colaboran con la entidad por un periodo de un año. Durante este tiempo, permanecen en la oficina central de Madrid, donde acuden una tarde a la semana para conocer los programas que la organización lleva a cabo en Tanzania, y más tarde viajan hasta el terreno para poner en práctica un proyecto.
Los voluntarios son alumnos de universidades españolas que realizan el proyecto de fin de carrera en terreno
A menudo, los voluntarios son alumnos de universidades españolas que realizan el proyecto de fin de carrera y quieren desarrollarlo «in situ», para luego defenderlo ante el tribunal universitario. Hasta el momento, estos estudiantes han contribuido a construir módulos de ganadería, realizar inventarios forestales, un digestor de biogás, estudios de suelo mediante calicatas, ensayos de cultivos, la implementación de un sistema de riego por aspersión o la puesta en marcha de dos escuelas de capacitación agraria.
Otros trabajos han permitido continuar el plan de ordenación forestal de la zona donde se trabaja, contar con un inventario de insectos de la región de Ihanzutwa para conocer las plagas que afectan a los cultivos, la formación de ganaderos, el estudio de las condiciones para la introducción de ganado vacuno y la mejora de la eficiencia energética mediante la construcción de cocinas artesanales de adobe donde quemar la leña. Son proyectos muy variados que en los últimos años han dado un impulso positivo a las condiciones de vida y económicas de los beneficiarios.
Cómo colaborar
Las personas que quieren desarrollar un proyecto con Agrónomos Sin Fronteras comienzan la colaboración, en general, en octubre. Tras acudir a la sede de la organización, se analiza en qué proyectos pueden tomar parte en función de su formación, se busca financiación para sacarlos adelante y, una vez perfilados, los propios estudiantes viajan al terreno por un periodo mínimo de tres meses. «Este es el periodo mínimo necesario, ya que los proyectos se desarrollan en lugares alejados», explica Sergio Bellot, secretario del patronato. A esto se añade el idioma, que dificulta el entendimiento, sobre todo al principio, puesto que en la zona se habla swahili «y un poco de inglés».
Todos los proyectos se ubican en la región de Iringa, a unos 550 kilómetros al suroeste de Dar Es Salaam, en Tanzania. El voluntariado «es bastante técnico», precisa Bellot, por lo que los voluntarios han de tener los conocimientos suficientes para poner los proyectos en marcha.
Imagen: Agrónomos Sin Fronteras
También es posible colaborar desde la propia oficina, mediante la organización de exposiciones de fotografías, mercadillos solidarios -el próximo será en Tarancueña (Soria) el 20 de agosto- o charlas acerca de los proyectos y las experiencias de los voluntarios, así como en la actualización de la página web. Quienes colaboran durante el curso tienen también la posibilidad de viajar en verano a Tanzania para ayudar directamente en alguno de los proyectos.
Imagen: Agrónomos Sin Fronteras
Los programas de Agrónomos Sin Fronteras se desarrollan en las denominadas Tierras Altas del Sur de Tanzania desde 2003. Se desempeñan tres programas a diferentes altitudes, desde 800 a 2.200 metros, que incluyen centros de formación e investigación de cultivos “que puedan ofertar un apoyo adecuado a los agricultores locales”. Entre las deficiencias detectadas cuando la organización comenzó su trabajo en la zona figuraban la falta de formación técnica, la debilidad económica individual, la falta de facilidades logísticas, la ausencia de mercados estables y el monocultivo. El objetivo es lograr la autogestión por parte de la población local, que sea capaz de poner en marcha y mantener sus propios cultivos. En esta línea, uno de los principales logros se consiguió en agosto del año pasado, cuando la Escuela de Capacitación Agraria funcionaba ya “a máxima capacidad” y se consolidó la cooperativa agrícola “con todas sus instalaciones a pleno rendimiento”. En la actualidad, un voluntario de la entidad realiza un anteproyecto en Kilolo, “donde creemos que se situará nuestra tercera escuela de capacitación agraria”, explica Sergio Bellot.