Los barcos lo usan, los aviones se guían por él y ahora los coches también. ¿Por qué no puede utilizar GPS un patinador o un corredor de fondo? Los dispositivos de localización GPS para el deporte están de moda, aunque su función principal no consiste en determinar al deportista su posición exacta sino hasta dónde ha llegado en su desplazamiento.
Corredores y ciclistas utilizan desde hace años los pulsímetros digitales. Estos relojes de pulsera se acompañan de un sensor que registra los latidos del corazón. Si se introduce la edad, el peso, la altura y otros datos se detecta si el ritmo es demasiado fuerte, o demasiado tranquilo, y se pueden calcular las calorías consumidas. A su vez los podómetros disponen de un pequeño péndulo capaz de contar los pasos que se dan. Conociendo la longitud media de la zancada, se calcula la distancia recorrida.
Posición, velocidad y pulsaciones
Estos aparatos se quedan atrás en comparación con la nueva generación de asistentes para el deporte con GPS. En ellos la posición del deportista se conoce con bastante exactitud y es fácil saber la distancia recorrida, el tiempo empleado, la velocidad alcanzada o el número de vueltas que se ha dado a un circuito; todo en tiempo real. Los sistemas de GPS civiles tienen un error máximo de 15 metros, aceptable para la mayoría de las aplicaciones deportivas.
Hay GPS especializados para carrera, esquí alpino, esquí de fondo, patinaje, e incluso para esquí acuático, windsurf o vela. Estos últimos modelos están impermeabilizados y flotan. También proporcionan la dirección en grados, mucho más útil en el mar que en tierra. Otros modelos más avanzados, y también más caros, incorporan un pulsímetro, con lo que además de la posición se puede controlar la respuesta del cuerpo al esfuerzo.
Más baratos que los navegadores
En general un GPS deportivo es bastante más barato que un sistema de navegación portátil para el coche, ya que no incluye mapas ni callejeros ni tampoco una pantalla en color o un sistema de búsqueda de direcciones. Se trata únicamente de saber cuánto se mueve el deportista y en qué dirección.
Eso sí, los dispositivos son inteligentes y detectan, por ejemplo, cuándo el deportista se ha parado para descansar, con lo que se detiene el cronómetro. Cuando se está esquiando, son capaces de distinguir el trayecto del remonte, y descontarlo del descenso.
Se pueden encontrar modelos de GPS de pulsera, que miden distancias y tiempos, por poco más de 100 euros. Los modelos que además miden pulsaciones rondan los 300 euros, y vienen acompañados de un sensor inalámbrico con una banda que se coloca en el pecho.
Entrenador personal
Algunos modelos se conectan al ordenador mediante un cable para introducir programas de entrenamiento. Gracias a una aplicación específica, se pueden crear rutinas, registrar el rendimiento de días pasados, comprobar los avances y ajustar el entrenamiento.
Además, con determinados programas se puede analizar el recorrido, que ha quedado almacenado, descargarlo al ordenador y situarlo sobre un mapa. Ese mismo recorrido se puede grabar para repetirlo al día siguiente.
Las ventajas de los sistemas GPS portátiles no se quedan en la mejora del entrenamiento. En determinadas situaciones pueden ayudar a un montañero o un navegante perdido a encontrar el camino de vuelta, o a un ciclista de fin de semana a no excederse con el esfuerzo, avisándole antes de la temida pájara.