No hace mucho, Steve Jobs dijo que su compañía nunca lanzaría un teléfono móvil. En septiembre de 2005 presentó ROKR, un teléfono Apple-Motorolacuya característica principal era un reproductor similar al iPod Shuffle (el más sencillo de la gama) y un sistema compatible con el software de reproducción iTunes. Jobs no había mentido: el ROKR no era ni parecía un producto Apple. Sin embargo, Jobs ha acabado por romper la promesa con iPhone, un aparato que tiene poco en común con su medio hermano ROKR y todo con el iPod, el producto insignia de la casa.
La presentación que de él hizo Jobs lo dejó bien claro: es un teléfono y es un iPod. Funciona como reproductor de música, de vídeo, como navegador con acceso inalámbrico a Internet, cámara digital (2 megapixeles) y, por supuesto, como teléfono, aunque parece lo menos importante.
Su preciosa pantalla táctil de 320 por 480 píxels es el único puente entre el usuario y los menús. Su sistema CoverFlow permite navegar entre las carátulas de discos como quien hojea una revista, con un simpático efecto de gravedad. Aquellos que ya lo han probado dicen que ver películas o navegar en el iPhone es maravilloso (sólo comparable a la Play Station Portable de Sony) pero que la pantalla es un interfaz lento, pesado y desesperante para todo aquello que requiera escribir.
La pantalla táctil sólo acepta señales procedentes de la piel humana; no se puede teclear, ni con la uña, ni con un lápiz. Mandar un SMS o contestar correos electrónicos con los dedos en su teclado virtual es una tarea de lo más sufrida. Los fabricantes de Blackberry ya pueden volver a respirar.
Un dispositivo coherente con la filosofía de Apple
El iPhone funciona con una versión reducida de Mac OS X (el sistema operativo de Apple) y navega con un mini-safari (el navagador de dicho sistema operativo). El teléfono no es compatible con ningún programa del planeta Microsoft y no admitirá software ajeno, como hacen otros teléfonos inteligentes del mercado. Todas las actualizaciones, extensiones o extras serán adquiridos exclusivamente desde las propias tiendas Apple.
Apple quiere mantener el mismo control sobre el iPhone que ha caracterizado al resto de sus productos
Jobs ha defendido su decisión aduciendo que «no queremos que nuestro teléfono sea una plataforma abierta porque pondría en peligro las redes de nuestro proveedor». Su argumento tiene poca consistencia (es imposible que un programa, por malicioso que sea, tire la red de un proveedor) pero la decisión es coherente con la filosofía de la empresa. Apple quiere mantener el mismo control sobre el iPhone que ha caracterizado al resto de sus productos, y asegurarse de que hacen bien lo que se supone que tienen que hacer. Aunque no ha sido confirmado, su CPU y tarjeta de videopodrían ser de Samsung.
Numerosas dudas y una demanda de por medio
A seis meses del lanzamiento comercial del producto, quedan muchas dudas en el aire. Sólo para empezar, puede que el iPhone ni siquiera se llame iPhone: unas horas después de la presentación, la compañía de robótica californiana Cisco Systems presentó una demanda contra Apple por robarles una marca registrada previamente por ellos.
Por otra parte, hay detalles de diseño que han desconcertado a los fans. El sistema permite desplegar ciertos contenidos en horizontal, convirtiendo la pantalla en un panorámico. Sin embargo, el teclado virtual (la aplicación más engorrosa y menos conseguida del iPhone, a decir de los expertos) no dispone de ese formato.
Sería deseable que el equipo de diseñadores de iPhone tomara buena nota de lo que se dice hoy en la Red
Además, el teléfono tiene bluetooth pero se conecta al ordenador mediante un cable USB; tiene un reproductor pero no puede descargar directamente de iTunes y se puede recibir y contestar el correo pero no sincronizar el proceso con el programa correspondiente del sistema operativo Mac OS X, sino que recibe los datos directamente de Internet, por lo cual hay que tener una cuenta de correo para el ordenador y otra para el iPhone.
Eso no significa que estos problemas permanezcan en la versión final. Parece evidente que Jobs está probando el agua antes de lanzarse a la piscina y así ajustar los últimos tornillos. Sería de esperar que su equipo de diseñadores estuviera tomando buena nota de lo que se dice hoy en la Red.
Las seis cruces del iPhone
Precio. Hay una versión cara y otra todavía más cara: 499 dólares por el modelo de 4 Gigabytes y 599 dólares por el de 8 Gigabytes, y obliga además a firmar un contrato de dos años de permanencia con Cingular.
Exclusividad. En Estados Unidos y Canadá el iPhone es sólo para clientes de Cingular.
Autonomía. En condiciones óptimas, el iPhone sólo tiene energía para cinco horas y media de conversación y 16 horas de música. Es probable que, en modo wireless, su batería se reduzca a la mitad.
Autismo. El iPhone depende al 100% de las decisiones de Apple en cuanto a nuevas aplicaciones y habilidades. En un mundo tan interconectado como es el de la Web 2.0, es un fallo fundamental.
Juego Limpio. O más conocido estos días como ‘crippleware’. El sistema de protección de copia de Apple (DRM) hace que las canciones que se descargan de iTunes sólo puedan ser reproducidas en los dispositivos de Apple, y a su vez los dispositivos de Apple sólo permiten comprar música en la tienda de iTunes, si bien aceptan MP3 que no tengan DRM. Aunque hay maneras (ilegales) de saltarse el problema, Apple está pendiente de una demanda por monopolizar el mercado haciendo que su servicio de música online sea inseparable de su reproductor. El iPhone ha heredado la restricción y, por tanto, el problema.
El iPhone no es 3G. El iPhone no es un teléfono de tercera generación. Soporta GSM cuatribanda, EDGE, Wi-Fi 802.11b/g y Bluetooth 2.0. Apple ha cerrado un contrato de exclusividad con Cingular, que ya tenía una exclusiva sobre el Motorola ROKR. Cingular es el mayor proveedor de banda ancha en los Estados Unidos, recién adquirido por AT&T, y su filial en Europa es O2, adquirida por Telefónica en octubre de 2005. Es probable que, cuando el iPhone llegue a España a finales de año, lo haga de la mano de Telefónica.
En el mercado asiático, los móviles de pantalla táctil que reproducen música y vídeos y se conectan a la Red están más vistos que el tebeo. En septiembre del año pasado, BenQ presentó un ‘concepto’ para un teléfono de tercera generación llamado Black Box en el Foro Internacional del Diseño. La ‘caja negra’ de BenQ era un elegante dispositivo ‘blanco-sobre-negro’ que cambiaba de función (teléfono, radio, consola, cámara, etc) a capricho del usuario a través de su pantalla táctil. Tanto el jurado como los medios reconocieron que el cacharro era deslumbrante, pero no le dieron ningún premio: la pantalla táctil les pareció un interfaz demasiado lento, delicado y engorroso para un teléfono de tercera generación. ¿Qué tiene el iPhone de diferente? Que es de Apple.