La sabiduría popular dice que las bombillas se funden porque a ningún fabricante le interesaría vender una bombilla eterna. La vendería una sola vez, claro; es lo que se conoce como obsolescencia programada. Sin embargo, en los últimos diez años han surgido las lámparas LED, que proporcionan una luz clara, no se calientan, consumen veinte veces menos que una bombilla incandescente y duran años. Es posible que muy pronto iluminen nuestras casas, y casi seguro que, sin que lo sepamos, ya estén presentes en muchos de nuestros electrodomésticos, ya que hacen las funciones de “standby” en muchos aparatos modernos.
Las luces LED proporcionan una luz clara, no se calientan y consumen veinte veces menos que una bombilla incandescente
Cuando aparecieron los plásticos, las casas se llenaron de muebles brillantes de color naranja que, por cierto, hoy vuelven a estar de moda. Por su parte, las bombillas halógenas, pequeñas y muy brillantes, cambiaron la forma de las lámparas y convirtieron la instalación de focos halógenos empotrados en el techo en la primera tarea de bricolaje para los manitas. ¿Qué podemos esperar en los próximos años cuando apretemos un interruptor? Lámparas más pequeñas, más brillantes, y más ecológicas. El futuro, dicen los decoradores de interiores, se llama LED.
Diodos LED: ¿cómo funcionan?
Cuando Albert Einstein recibió el premio Nobel de física en 1921, no fue por su teoría de la relatividad, sino por un estudio aparentemente más modesto: el efecto fotoeléctrico. Einstein describió cómo algunos materiales, al someterse a una corriente eléctrica, emiten luz. La luz producida mediante el efecto fotoeléctrico tiene una frecuencia determinada (es decir, es de un solo color), que depende del tipo de material. También existe el efecto contrario, que hace que los paneles fotovoltaicos generen electricidad al exponerlos a la luz.
Los diodos LED se conocen desde los años sesenta. Son esos pilotos rojos y verdes que hay en todos los aparatos electrónicos. Dentro de la caperuza de plástico de un diodo LED hay un material semiconductor. Cuando se aplica una pequeña corriente eléctrica, emite luz, sin producir calor y con un color definido. El color puede ser incluso invisible para el ojo humano, como los LED infrarrojos que hay en el mando a distancia del televisor.
Una cuestión de color azul
Si los diodos LED son tan antiguos, ¿por qué no se han popularizado antes? El problema es precisamente el color. Los diodos rojos y verdes eran muy fáciles y baratos de fabricar, pero los azules no. Todo cambió en 1993, cuando el investigador Shuji Nakamura descubrió un proceso más barato de fabricación con dos compuestos: Nitruro de Galio y nitruro de Indio, que se utilizan en la actualidad.
Para conseguir luz blanca hay que mezclar en partes iguales luz roja, verde y azul. Se puede hacer un experimento: mirar desde muy cerca una parte blanca de la pantalla del ordenador y comprobar que está compuesta de diminutos puntos de estos colores. Al alejarse, se ve el color blanco.
El descubrimiento de los LED azules abrió la puerta a la iluminación doméstica: pantallas de ordenador más ligeras y luces de discoteca más espectaculares, que pueden adoptar cualquier color y controlarse con un PC, y también a una avalancha de pilotos azules en electrodomésticos, coches «tuneados» y en motocicletas fabricadas en serie, como esta de Peugeot.
Ventajas de los diodos LED
Tamaño: a igual luminosidad, un diodo LED ocupa menos espacio que una bombilla incandescente.
Luminosidad: los diodos LED son más brillantes que una bombilla y, además, la luz no se concentra en un punto (como el filamento de la bombilla), sino que todo el diodo brilla por igual.
Duración: un diodo LED puede durar 50.000 horas, o lo que es lo mismo, seis años encendido de manera constante. Eso es 50 veces más que una bombilla incandescente.
- Consumo: un semáforo que sustituya las bombillas por diodos LED consumirá 10 veces menos con la misma luminosidad.
Diodos LED, en vías de desarrollo
Incluso con todas sus ventajas, todavía no están listas para llegar al consumidor medio en masa. Los diodos LED de luz blanca, en realidad, son diodos azules con un recubrimiento de fósforo que produce luz amarilla. La suma del amarillo y el azul da lugar a una luz blanquecina llamada en ocasiones «luz de luna» y que se emplea en las linternas LED.
Este tipo de diodos LED todavía son caros. Las lámparas de 3W, que pueden sustituir a una bombilla de 40W, cuestan alrededor de 65 euros. El ahorro en el consumo y la duración no son suficientes motivos para que los consumidores se lancen a por ellas. No ocurre así en otras aplicaciones, donde la duración y el consumo sí son factores importantes, como los semáforos, la iluminación de aviones o las linternas que se usan en deportes de riesgo (como la alta montaña, la espeleología y otros), donde esta tecnología de iluminación ha encontrado, por el momento, uno de sus principales mercados.
Por otro lado, el uso de luces Led en el alumbrado público suscita serias dudas en algunos expertos medioambientales por su poder de contaminación lumínica, sobre todo en el umbral del color blanco, su efecto sobre algunas especies animales y las inhibiciones que provocan este tipo de iluminaciones en la producción de melanina en la piel, un protector natural contra tumores y quemaduras.