Al comprar una impresora doméstica sólo se ha desembolsado una pequeña parte de lo que tendremos que pagar por imprimir en casa. Para imprimir páginas en color o fotografías hay que contar con el coste de los cartuchos de tinta, que a lo largo de un año puede superar con creces el precio de la propia impresora. Por ello, antes de tomar una decisión de compra conviene valorar el número y tipo de copias que se harán, el coste de los consumibles y su duración y después saber que hay cartuchos de tinta mucho más baratos que otros y sistemas de rellenado. De esta manera, se garantiza un mayor ahorro.
Costes de mantenimiento
¿Qué tienen en común un caballo y una impresora de inyección de tinta? Pues que en ambos casos el coste de adquisición es pequeño, si se compara con los costes de mantenimiento.
Desde el principio de su historia, el negocio de las impresoras de inyección de tinta ha estado en los consumibles. La división de impresoras de HP gana 10.000 millones de dólares al año por la venta de cartuchos de tinta. En el caso de Lexmark son 2.000 millones de dólares, la mitad de sus ingresos totales.
Hoy se puede comprar una impresora de inyección de tinta por unos 50 euros, lo que ciertamente pone la impresión en color al alcance de todos los bolsillos. Pero sólo alimentarla de tinta durante un par de años puede suponer más de 300 euros. Un cartucho con cinco mililitros de tinta cuesta unos 20 euros, lo que coloca a la tinta de impresora como uno de los líquidos más caros del mundo, a 4.000 euros el litro.
Para terminar de complicar los cálculos, los cartuchos de algunos fabricantes pueden costar el doble que los de su competencia, con rendimientos parecidos. Además, hay cartuchos de tinta mucho más baratos de segundas marcas, y sistemas de rellenado que prometen ahorrarse cientos de euros.
La impresión en color ya no es sólo para la oficina, sea profesional o doméstica. Gracias a las cámaras digitales las impresoras han entrado con fuerza en el negocio de la fotografía, y por un poco más, se pueden obtener buenas copias de las fotos de las vacaciones. En este caso la comodidad de imprimir fotografías en casa puede salir bastante cara si se compara con el laboratorio de revelado de la esquina.
Antes de tomar una decisión hay que hacer cuentas. Lo primero es calcular el número de copias que se realizan al año, y si son el blanco y negro, en color, en papel normal o en papel fotográfico. Después averiguar el coste de los consumibles y su duración y, por último, el precio de compra de la propia impresora. Con todo esto se puede estimar el precio por copia, que es lo que realmente importa.
El modelo hoja de afeitar
El modelo de negocio de las maquinillas de afeitar no ha cambiado en sus muchos años de existencia: regala el mango, cobra por las hojas. Lo mismo ocurre con las impresoras de inyección de tinta. La siguiente tabla compara los modelos de impresora más baratos de varios fabricantes, el precio de los cartuchos para cada una de ellas y el número de páginas que permite imprimir un cartucho.
Los datos para cada cartucho indican el número de copias que se puede imprimir con ellos por término medio. Los fabricantes lo calculan suponiendo que la tinta negra, por ejemplo, cubra el 5% de la superficie de una página de texto normal. Para el color se supone que es el 5% de cada una de las tintas básicas: cian, amarillo, magenta y negro.
Por supuesto, si se utiliza texto en negrita, o hay muchas imágenes, la tinta cubre más superficie. Cuando se imprime una página web en color, o una fotografía, la tinta se agota rápidamente.
Algunos fabricantes, como Lexmark y HP, incluyen en el cartucho el cabezal de impresión. Cuando se sustituye el cartucho, se renueva también el cabezal, lo que en principio proporciona mejores resultados. En el caso de Canon o Epson el cartucho es un simple depósito de tinta que permite que los consumibles sean algo más baratos, pero que obliga a realizar limpiezas periódicas del cabezal, un proceso automático que consume una gran cantidad de tinta.
La opción láser
En el caso de las impresoras láser el precio del dispositivo es más alto, como también lo es el precio de los cartuchos de repuesto. A cambio, con un cartucho de tóner para impresora láser se pueden imprimir miles de copias. Esto supone como mínimo diez veces más que con una impresora de tinta.
Además, en los últimos dos años el precio de las impresoras láser ha bajado espectacularmente. Hoy es posible encontrar algunos modelos por debajo de 120 euros.
Con todo esto, se puede comparar el precio de las copias entre las impresoras láser y las de inyección de tinta en el caso de las copias en blanco y negro. Tomando dos modelos de HP, resulta evidente el ahorro a partir de las 1.000 copias impresas. Eso supone tan sólo imprimir menos de tres páginas al día durante un año.
Las impresoras láser en color, aunque también han bajado de precio, siguen costando unas cuatro veces más que su equivalente en blanco y negro. El coste del tóner en color también se multiplica por cuatro a causa de las cuatro tintas básicas. Una inversión que resulta rentable para usuarios profesionales pero que aún queda lejos del uso doméstico.
¿Qué hacer entonces si el grueso de la impresión es texto en blanco y negro pero se necesitan unas pocas copias en color? A partir de un determinado volumen (unas mil copias en blanco y negro al año) resulta razonable adquirir una impresora láser y conservar la antigua impresora de inyección de tinta para las copias en color.
Rellenar y reciclar
Existe un mercado floreciente de cartuchos de impresora compatibles fabricados por terceras empresas, en ocasiones de reconocido prestigio. Estos consumibles tienen un precio que llega a ser la mitad del recambio original del fabricante de la impresora.
“Durante los últimos años hemos visto cómo el precio de los equipos ha ido bajando; pero cuando vas a reemplazar el cartucho te das cuenta que su precio no ha bajado en la misma proporción”, afirma José Malca, responsable de marketing de Pelikan Hardcopy, la división especializada en consumibles de impresión de la tradicional marca de tinta. “El ahorro (con sus cartuchos) depende de la marca y modelo. En general podemos decir que va desde un 30% al 50% del coste”.
No obstante los fabricantes de impresoras recomiendan fervientemente el uso de consumibles originales. Según las fuentes consultadas de HP, hay que tener en cuenta “el trabajo que el fabricante invierte en sus productos, incluyendo la inversión en I+D que HP realiza para ofrecer los mejores resultados finales, aunque esto influya en el precio del cartucho”. La fiabilidad y la duración de las copias son otros factores que señalan como ventaja: “Con los cartuchos reciclados compatibles, a largo plazo la fotografía perderá la calidad de color aunque en principio ésta sea aparentemente igual a la de un cartucho original”.
Los fabricantes de cartuchos compatibles reciclados cuentan a su favor con la reducción de los residuos. Según un estudio de la Oficina de Políticas Medioambientales (EUA), en el año 2004 se desecharon más de 270 millones de cartuchos que generaron cerca de 1.6 millones de kilos de desperdicios, que tardarán 1.000 años en descomponerse. Esto es especialmente cierto para los cartuchos que incorporan el cabezal de impresión junto con el depósito de tinta.
Una opción cada vez más popular es el rellenado de los cartuchos. En el mercado se pueden encontrar kits para rellenar cartuchos de tinta en blanco y negro y en color. Sus fabricantes sostienen que en el caso de los cartuchos con cabezal, es un despilfarro tirarlos a la basura, cuando se pueden rellenar de tinta hasta cinco o seis veces y funcionar sin problemas. Lo mismo se puede decir, con mayor motivo, de los cartuchos de tinta sin cabezal.
Un kit completo de recarga para color y blanco y negro, con cuatro botellas de tinta de 30 ml. cada una cuesta unos 20 euros, con el que se pueden realizar seis recargas completas. Algunos fabricantes, como Epson, incluyen en el controlador de impresión que se instala en el sistema operativo un programa para detectar cuándo se agota el cartucho e impedir el rellenado. Junto con el kit se suele incluir un programa para desactivar esta protección cuando sea necesario.
El proceso de rellenado supone un gran ahorro, pero puede ser engorroso. Muchos de los kits incluyen guantes, porque las manchas de tinta son frecuentes durante el proceso. Además hay que tener en cuenta que la calidad de la tinta puede variar de unos fabricantes a otros. “Mucha de la mala fama acerca de los compatibles viene de esas marcas que aparecen y desaparecen del mercado”, comenta José Malca. “Por eso yo recomendaría que cuando busquen alguna alternativa al original, piensen siempre en marcas con experiencia y de confianza que puedan responder en caso de problemas”, añade.
El revelado en casa
Con la proliferación de las cámaras digitales surge la necesidad de obtener copias en papel de calidad comparable a las que ofrecen los laboratorios de fotografía tradicional. Las impresoras de chorro de tinta más baratas producen en el mejor de los casos colores desvaídos incluso al utilizar papel especial.
Las impresoras fotográficas permiten mejorar estos resultados mediante distintas técnicas. Una de ellas es la impresión por sublimación, tecnología empleada por Canon, antes reservada para las empresas de artes gráficas. Con una de estas pequeñas impresoras se obtienen copias de fotografías con colores brillantes, saturados y un acabado similar al del revelado tradicional. Otros fabricantes como Epson o HP también ofrecen impresión fotográfica mediante inyección de tinta, con diversas técnicas para obtener colores más vivos.
Algunas impresoras fotográficas permiten incluso imprimir sin necesidad de ordenador, conectando directamente la cámara o mediante un lector de tarjetas de memoria.
Las impresoras fotográficas de sublimación, son algo más caras, a partir de los 250 euros, y los consumibles están en consonancia. En todos los casos es imprescindible contar tanto con el papel fotográfico como con cartuchos especiales, que se venden en kit. La tabla adjunta compara los precios de algunos de estas combinaciones para copias de 10×15:
Hace algunos años el precio de compra de una impresora era mucho más alto, por eso la tendencia natural es pensar que el coste de los consumibles es despreciable. Pero no es una mala idea acordarse de las hojas de afeitar cada vez que se imprime una foto en casa.