Jong toma el metro en Seúl sin sacar billete. Si va en coche, tampoco recoge un ticket para entrar en el aparcamiento, ni tiene que hacer cola frente a la caja al salir. Cuando almuerza en un restaurante no pide la cuenta, y tampoco necesita monedas para la máquina de café de su oficina. Japoneses y coreanos pagan muchos servicios mediante su teléfono móvil. En España, Mobipay, que agrupa todas las operadoras móviles y la mayoría de los bancos es, de momento, la única alternativa.
Cómo funciona
El pago a través del teléfono móvil está especialmente desarrollado en países como Japón y Corea. Europa y EEUU, comparados con el sureste asiático, llevan un considerable retraso.
La cuestión no es el número de usuarios. La penetración de la telefonía móvil en Europa es de las más altas del mundo, y en España ya hay tantos móviles como habitantes. Resulta, en consecuencia, extraño que las iniciativas para poder pagar a través del teléfono estén tardando tanto en despegar. ¿Podremos pagar las cervezas con el móvil algún día?
Una vez implantado en un país, el sistema de pago por teléfono móvil tiene muchas aplicaciones: se puede emplear para pagar en la tienda de la esquina, en un comercio de Internet o en la gasolinera; también en la máquina de bebidas de la oficina, en el parquímetro, en el autobús, e incluso es posible pagar los impuestos o apostar a la lotería primitiva.
En España, por el momento, la avanzadilla es la empresa Mobipay, responsable una de las pocas experiencias piloto como el pago de los taxis en Madrid y el de los autobuses municipales en Málaga.
¿Cómo funcionan los pagos por móvil?
En términos generales, para que el teléfono móvil sirva como medio de pago, lo primero es decidir si las compras se cargarán en una tarjeta de crédito o en la propia factura del móvil. Si se van a cargar en la tarjeta, antes hay que hablar con el banco. Si por el contrario se cobraran en la factura del móvil, bastaría con ponerse en contacto con la empresa operadora que nos da el servicio de telefonía para dar de alta el sistema.
Una vez que el móvil está activado para efectuar pagos, el usuario puede, por ejemplo, pagar la carrera del taxi; siempre que los taxistas de su ciudad dispongan del sistema, claro. Primero tendrá que facilitar su número de teléfono al taxista, que lo introducirá en el taxímetro adaptado al sistema.
Lo primero es decidir si las compras se cargarán en una tarjeta de crédito o en la propia factura del móvil
Enseguida recibirá en el móvil un mensaje que le pedirá la autorización para pagar el importe y cargarlo de su tarjeta de crédito o en su factura de teléfono. Si el usuario desea aceptar el pago, deberá teclear un número PIN de cuatro cifras en su móvil, igual que en un cajero automático, y pulsar la tecla de llamada. Finalmente, y si todo funciona correctamente, aparecerá un mensaje de confirmación del pago.
El intercambio de mensajes entre la operadora de telefonía y el teléfono del cliente utiliza el protocolo USSD, similar al de los mensajes SMS, pero más seguro e instantáneo. Los mensajes no quedan almacenados, y no pueden llegar por error a otra persona.
¿Demasiadas condiciones?
En otros casos la operación la inicia el dueño del teléfono. Así sucede con una máquina de refrescos o una tienda en Internet. Aquí el usuario teclea en el móvil un número que aparecerá impreso en la máquina o la página web. A partir de ese momento el proceso es el mismo. El usuario recibe un mensaje con el importe, confirma el pago con su número PIN personal, y recibe otro número de confirmación. Quizá son demasiados pasos para tomarse un simple café de máquina.
Todas estas operaciones necesitan que el taxímetro, la máquina expendedora o la cibertienda actúen como terminal de cobro y acepten el pago por teléfono móvil. Esto supone un acuerdo comercial con la operadora de telefonía y la empresa que facilita el sistema de pago (tarjeta de crédito) correspondiente.
Para colmo, el servicio carga una comisión al usuario en cada operación, cosa que no ocurre con las tarjetas de crédito, Cada vez que se realiza una transacción de este tipo a través de Mobipay, las operadoras de móviles añaden ocho céntimos de euro a la factura del consumidor. Además, si el cobro es con cargo a la tarjeta de crédito, las entidades de medios de pago cobrarán al comercio su comisión habitual, lo cual no ayuda precisamente a la implantación de estos sistemas.
Dónde funciona
Los pagos con teléfono móvil son una práctica habitual en el sureste asiático. A su favor tienen un mercado donde las tarjetas de crédito no estaban demasiado implantadas, y una cultura muy aficionada a las nuevas tecnologías.
La operadora japonesa NTT DoCoMo es conocida por ofrecer los servicios de telefonía móvil más avanzados del mundo. Hace apenas cinco años, mientras en Europa se empezaba a hablar de la tercera generación de móviles, en Japón el sistema iMode ya tenía millones de clientes que disfrutaban en sus móviles de conexión de alta velocidad a Internet, videojuegos, transmisión de fotos, contactos personales y videoconferencias.
Asia: viviendo en el futuro
Hace un par de años, DoCoMo se alió con Sony para incorporar el chip inalámbrico FeliCa a sus teléfonos. Con este aparatito, y sólo acercando el teléfono a un sensor, los usuarios pueden pagar el billete de transporte público, la entrada del cine o una bebida. Se trata de un sistema de prepago, por lo que hay que recargar antes el teléfono. Este sistema hace a DoCoMo independiente de las entidades de tarjetas de crédito y el ahorro que ello supone permite a DoCoMo subvencionar a los comerciantes la adquisición de terminales de cobro. El sistema está siendo un éxito y espera alcanzar los 10 millones de terminales en este año.
En Corea las tres grandes operadoras de móviles, SK Telecom, KTF y Telecom, aunque también tienen sistema de prepago, trabajan conjuntamente con las entidades de tarjetas de crédito. Éstas han aceptado repartir el pastel de sus comisiones, normalmente un 2,5% del importe de la compra, que se cobra al comerciante. Una parte se dedica a subvencionar los teléfonos para los clientes, otra es para las operadoras y las entidades de cobro se quedan al final con un 1,2%. De este modo el aumento de usuarios del sistema beneficia a todos.
Pagos móviles en España ¿Sólo puede quedar uno?
Mobipay España es fruto de la unión de dos plataformas rivales que no habían tenido éxito por separado
Mobipay España nació en junio de 2001 fruto de la unión de dos plataformas rivales que no habían tenido éxito por separado: Movilpago (de BBVA y Telefónica) y Pagomóvil (del BSCH y Airtel, hoy Vodafone). Después se unieron Amena, Visa, un buen número de otros bancos y cajas de ahorro y otras.
Precisamente por esta concentración de actores la iniciativa pasó por el Tribunal de Defensa de la Competencia, que dio el visto bueno en octubre de 2002 a la explotación de la plataforma tecnológica durante cinco años.
En aquel momento, Mobipay aún tenía competencia: Paybox, una plataforma que llegó a España tras su consolidación en otros países, y CaixaMóvil, el sistema de pago de La Caixa. Esta entidad cuenta en la actualidad con más de 260.000 clientes que tienen el móvil asociado a su tarjeta, pero se limita a quienes utilizan sus servicios bancarios. Por su parte, en 2004 Paybox pasó a cerrar su servicio para clientes finales, y dedicarse sólo a las transacciones entre empresas.
Por otro lado, en 2003, las principales operadoras europeas (Telefónica Móviles, T-Mobile, Orange y Vodafone) formaron un consorcio para crear un sistema conjunto de pago por móvil llamado Simpay, al que más tarde se unieron otras operadoras menores.
La iniciativa se dirigía a los pagos de pequeño importe, o micropagos, que se cobraban a través de la factura de la operadora, y dejaba de lado a los bancos y entidades de pago. Esto supondría un ahorro en las comisiones, y además, los usuarios podrían pagar con su teléfono en cualquiera de los países donde estuvieran presentes las operadoras adheridas.
Sin embargo, en junio de 2005 Simpay suspendió todas sus actividades en Europa. La consultora Forrester asegura que los micropagos no representaban un volumen suficiente como para que resultara rentable y el sistema estaba condenado desde el principio. Además, los analistas coinciden en que, para garantizar el funcionamiento del sistema en Europa, los bancos tienen que estar en el equipo. Pero su presencia encarece el proceso, dado que las entidades financieras y crediticias acostumbran a cobrar comisiones en todo lo que hacen.
Con todo esto, los consumidores ven sus opciones limitadas a Mobipay, que es la iniciativa con mayores posibilidades para implantar los pagos móviles en España a corto plazo.
Obstáculos para su implantación
¿Por qué los pagos con móvil no despegan en occidente? En primer lugar, europeos y americanos están muy acostumbrados a las tarjetas de crédito. Más del 70% de las compras en comercios se pagan con ellas. Los usuarios no ven ventajas a sacar el móvil del bolsillo en lugar de la tarjeta, que ya conocen. En cambio, en Asia las tarjetas tienen una implantación mucho menor. Todavía hoy la mayoría de los pagos en Japón se realizan en efectivo.
Además de ganarse la confianza de los consumidores, un sistema de pago por móvil tiene que cumplir determinadas condiciones: que sea sencillo de utilizar, ubicuo, y rentable para todos los implicados. Esto no se consigue de la noche a la mañana. Según Javier Díaz Martín, director de desarrollo de Mobipay, “una iniciativa de estas características necesita de un periodo de maduración, como ha ocurrido con otras iniciativas de pago en el pasado”.
Otro requisito es la colaboración de los comerciantes, que tendrían que adquirir terminales de punto de venta adaptados para el cobro por móvil. Sería necesario actualizar las máquinas expendedoras, así como los accesos al transporte público, taxis, aparcamientos, etcétera. Una inversión enorme, que sin embargo en Mobipay ven con optimismo. “Cuando los comercios tienen que realizar alguna mejora en sus aplicaciones, nos piden las especificaciones para incorporar el pago por móvil”, afirma Díaz Martín.
Un sistema de pago por móvil tiene que ser sencillo de utilizar, ubicuo, y rentable para todos
Por último, se produce un conflicto de intereses entre los propios participantes de la iniciativa. Las operadoras de telefonía móvil en Europa tienen muchas dificultades para gestionar los pagos por sí mismas. Esto las obliga a depender de las tarjetas de crédito por un lado, y por otro conformarse a con gestionar los pagos de pequeña cuantía, que son menos rentables.
Por su parte, los bancos y entidades financieras no tienen interés en que el sistema haga disminuir el uso de las tarjetas de crédito (un producto enormemente lucrativo) en beneficio de las operadoras.
Según los expertos, el éxito de estos sistemas no está nada claro. Jaime García Cantero, de la consultora IDC España, opina que “puede ser relevante la dificultad de poner de acuerdo a tantos agentes aliados en este proyecto, más si tenemos en cuenta que el negocio de las tarjetas es un negocio hasta ahora controlado por los bancos y que en este nuevo contexto se verían obligados a algún tipo de reparto de las comisiones”.
Por su parte, desde Mobipay, Díaz ve posible la coexistencia: “No somos una alternativa a lo que ya existe sino un complemento; todos tenemos un móvil y cada vez utilizamos el móvil para más cosas, entre ellas ¿por qué no? para pagar”.