Hace unos meses, la Oficina de Ciencia e Innovación del Gobierno británico encargó a dos empresas especializadas un estudio del futuro. El propósito de la investigación era anticipar el estado de la sociedad británica en los campos del desarrollo científico y tecnológico en los próximos 50 años. De los 256 sumarios presentados, uno de los más controvertidos tiene que ver con la Inteligencia Artificial (AI). Dentro de 50 años, dicen los expertos, los robots serán tan listos que querrán votar, pagar impuestos y tener seguridad social.
El ensayo, titulado ‘Utopian dream or rise of the machines?’ (¿Sueño utópico o la era de las máquinas?) ha creado cierto revuelo. En principio, el estudio analiza la evolución del desarrollo de la Inteligencia Artificial y considera que, en los próximos años, la relación humana con ella será cada vez más cercana y productiva.
Bien llevada, la capacidad inagotable de trabajo y análisis de los robots resultaría beneficiosa para la humanidad en todos los campos, especialmente en los que se refieren al desarrollo tecnológico, la producción y los servicios sociales. Pero, argumenta el centro, el día que se les dé la capacidad de reproducirse, mejorar o pensar por sí mismos, esa relación dará un giro de 180 grados. Los robots cobrarán conciencia de su papel en la sociedad y reclamarán derechos que correspondan a sus responsabilidades.
El día que se les dé la capacidad de reproducirse, mejorar o pensar por sí mismos, los robots cobrarán conciencia de su papel en la sociedad
Dichos derechos incluyen el voto, el pago de impuestos y los beneficios sociales correspondientes. El estudio contempla la posiblidad de que los robots acaben demandando al gobierno de turno si no consiguen su propósito. «Si fabricamos robots tan conscientes que acaban reclamando derechos, probablemente deberíamos dárselos» , comenta Henrik Christensen, director del centro de Robótica de la Universidad de Tecnología de Georgia.
Por su parte, David Calverley, abogado de la Universidad de Arizona, compara los derechos del robot con los que ya se otorgan a algunos animales y asegura que, antes de exigir una reforma legal, un robot inteligente empezará por exigir otras cosas.
Antes de garantizarse una ITV cada cierto tiempo, un robot consciente lucharía contra la noción de propiedad. Porque, de momento, los robots son fabricados por empresas para ser comprados y vendidos, principalmente para uso industrial, militar o doméstico. ¿Por qué se van a preocupar de sus derechos fiscales cuando no tienen libertad?
Escepticismo entre la comunidad científica
La comunidad científica ha recibido el estudio con un escepticismo no exento de ironía. A día de hoy, el robot capaz de exigir un contrato con seguridad social será un robot específicamente programado para hacerlo. Los programas de desarrollo que se llevan a cabo en laboratorios más sofisticados del planeta llevan años trabajando para ‘humanizar’ al robot, pero su trabajo consiste en adiestrar a la máquina para que aprenda a reconocer el comportamiento humano y a imitarlo, respondiendo a los estímulos de manera apropiada.
A día de hoy, el robot capaz de exigir un contrato con seguridad social será un robot específicamente programado para hacerlo
Y aquellas disciplinas relacionadas con el funcionamiento del cerebro humano (de la neurología a la psiquiatría pasando por la neurolingüística) todavía no han llegado a explicar de manera concluyente el comportamiento del ‘pensar’ humano. Hasta que eso no ocurra, no se podrá replicar en un laboratorio. Tendremos que seguir produciendo sistemas inteligentes de la manera tradicional.
«Nosotros no nos dedicamos a predecir el futuro», explica Sir David King, asesor científico del Gobierno británico, «pero necesitamos contemplar y explorar todas las posibilidades para asegurarnos de que el Gobierno está preparado para ejercer sus responsabilidades a largo plazo».