Como en una novela de ciencia ficción, inventos que sonaban a locura han revolucionado en pocos años el deporte de alta competición. Los tejidos inteligentes han avanzado a la velocidad de la luz, y con ellos han llegado plusmarcas estratosféricas, como hemos visto en los recientes Juegos Olímpicos de Tokio. La tecnología mueve el mundo, y el deporte es un excelente campo de pruebas donde exhibir estos avances. Pero más allá de los atletas profesionales, la moda inteligente gana adeptos en todo el planeta y los fabricantes lanzan nuevas propuestas marcadas por la innovación, que recogemos en las siguientes líneas.
El grafeno y sus propiedades
La tecnología ha revolucionado la industria textil con el uso de prendas inteligentes que abren nuevas posibilidades en el deporte. Un ejemplo es el uso del grafeno plus (G+) en la ropa deportiva. Se trata de un material nanotecnológico 200 veces más resistente que el acero y el mejor conductor del mundo, tanto térmico como eléctrico.
Al incorporarlo a las prendas, garantiza el confort del deportista incluso en condiciones extremas, porque asegura la temperatura ideal del cuerpo. Su potencial parece cosa de magia: esparce el calor completamente para dar al cuerpo humano una temperatura uniforme tanto en climas cálidos como fríos. A su vez, los tejidos tratados con G+ son capaces de reducir el roce del aire y el agua. Sus resultados fueron inmediatos: la primera vez que el equipo nacional de esquí francés vistió con ropa de grafeno plus, consiguió el podio.
Tela de fibra de carbono
Los tejidos de fibra de carbono también han desempeñado un papel importante en la natación: los bañadores ya no son simples trozos de tela para cubrir parte del cuerpo. Estas prendas acuáticas son verdaderas obras de ingeniería, diseñadas para almacenar energía potencial que se libera durante las inmersiones, pataleos y giros. E incluso incorporan tecnología interactiva que se puede activar a través de una app.
Amortiguación para correr
Otro de los deportes de moda, el running, también ha evolucionado gracias a la inteligencia textil. Existen zapatillas que incorporan una amortiguación que comprime el impacto contra el suelo hasta en un 30 %, reduce las fuerzas de rotación y favorece una zancada más larga y potente. El calzado propulsa al corredor hacia adelante, a la vez que facilita el agarre y la tracción. Retos que parecían imposibles hace pocos años pero cuyas posibilidades hoy son infinitas. Y esto solo es el principio.
Ropa inteligente: un mercado al alza
Imagen: Couleur
Un informe de la consultora Juniper Research prevé que los ingresos anuales relacionados con la venta de ropa inteligente pasará de los 1.000 millones de dólares en 2020 a los 11.000 millones en 2025. Estas cifras demuestran cómo las marcas invierten cada año más dinero y recursos en I+D+i con el objetivo de desarrollar nuevas prendas y materiales que mejoren el rendimiento deportivo.
Por ejemplo, ya existen zapatillas deportivas con un chip incorporado que proporciona al atleta la información necesaria para entender cómo debe entrenar y evitar lesiones.
También hay prendas fabricadas con una infusión de minerales que han sido descompuestos en partículas activas, y que se introducen dentro de las fibras de poliéster de la ropa. Estos minerales absorben el calor que produce el cuerpo al hacer deporte y lo devuelven a nuestro organismo en forma de energía, lo que se traduce en una mejora del rendimiento físico.
Y todo esto sin olvidar el uso cada vez más extendido de apps y dispositivos para vestir (wearables) en camisetas, pantalones y calcetines que monitorizan constantes vitales como la temperatura, la respiración, el ritmo cardiaco o la presión sanguínea. Todo ello permite a los deportistas conocer la intensidad de sus entrenamientos y les ofrece datos muy valiosos para mejorar su rendimiento.
Más allá del deporte: calzoncillos que no se lavan y bikinis con sensores UV
Muchos de estos recursos tecnológicos no son exclusivos en el ámbito deportivo, ya que también se comercializa ropa inteligente de uso más cotidiano. Desde calzoncillos que matan a las bacterias y aguantan un mes sin necesidad de limpiarlos hasta camisetas que cargan la batería del teléfono móvil, chaquetas con calefacción incorporada o camisetas que se pueden enfriar o calentar a gusto del usuario.
La lista es más extensa, con bikinis que monitorizan los rayos ultravioletas y avisan cuando se ha excedido el tiempo de exposición al sol —lo que ayuda a prevenir posibles insolaciones o el cáncer de piel—; medias para bebés que miden la frecuencia cardíaca de los recién nacidos; pijamas que monitorean el organismo mediante sensores que avisan de posibles trastornos del sueño o de problemas de postura; o trajes de ejecutivo que permiten usar el teléfono móvil o accionar aparatos de oficina con un simple movimiento de muñeca.
En los últimos meses, investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) han ido aún más allá, al desarrollar una ropa con sensores incorporados al tejido que detecta la presión de la persona que viste la prenda. Este nuevo material recopila datos sobre los movimientos corporales de los usuarios y ayuda a controlar la salud de determinados pacientes, ya que permite saber si alguien se ha caído o está inconsciente. Nuevos usos que demuestran que la ropa sirve mucho más que para vestir a la última o protegerse del frío.