Más allá de los protocolos que pueda aceptar, USB Type-C supone un conector entre dispositivos con grandes implicaciones de cara al futuro. Lanzado el año pasado como propuesta por las principales asociaciones de fabricantes, ha sido en fechas recientes cuando se han conocido las primeras propuestas prácticas: el nuevo MacBook de Apple y el Chromebook Pixel que ha presentado Google. Ambos incorporan un puerto USB Type-C como conector universal tanto para la carga de la batería como para la transferencia de datos con otros dispositivos. Pero antes, la tableta Nokia N1 también anunció a principios de año su presencia en el modelo. El siguiente artículo destaca sus características.
El tamaño, esencial
Las dimensiones del conector USB Type-C son muy semejantes a las del microUSB, que estaba llamado a constituirse en referente para la industria de los conectores y cargadores para móviles, pero que no fue bien aceptado ni por los fabricantes de ordenadores ni por Apple, que no lo incorporó en el iPhone.
USB Type-C permite a los ordenadores aspirar a diseños todavía más finos y ligeros, ya que no se ven condicionados por el grosor del conector
En lugar de este, la empresa de la manzana ideó el conector Lightning, que tenía la ventaja de ser reversible, a diferencia del USB Type-C. En otras palabras: podía conectarse al puerto de forma indistinta por las dos caras, de modo que el usuario no debía preocuparse por la posición del conector respecto al puerto, algo que resulta muy incómodo cuando las clavijas son tan pequeñas como en el microUSB. El nuevo conector, a diferencia de la gama micro, sí presenta simetría de caras al estilo del Lightning, lo que rompe con la tradicional asimetría de los USB y permitirá la conexión indistinta.
Pero si por algo destaca el USB Type-C es por poder aceptar todas las virtudes del protocolo USB 3.0 (potencia de carga y tasas de transferencia de hasta 10 gigabits por segundo) resumidas en un conector pequeño y cómodo. Esta circunstancia podría parecer banal, pero, por un lado, posibilita unificar el conector del portátil y la tableta con el de los smartphones, lo que libera de complejidades morfológicas el ecosistema del usuario. Y por el otro, deja a los ordenadores aspirar a diseños todavía más finos y ligeros, ya que no se ven condicionados por el grosor del conector, como sucedía con los anteriores USB. Es así como Apple y Google han podido presentar sus modelos ultraligeros, que definen el futuro de estos aparatos, muy acosados por la comodidad y liviandad de las tabletas y los phablets.
Un conector para todo
USB Type-C es, además, un conector que sirve tanto para transportar energía de una red de alimentación a un dispositivo como para transferir datos. Estos datos ya existían en otros puertos USB, pero no a las velocidades y potencia que presenta este formato. En concreto, USB Type-C soporta potencias de hasta 100 wats con cinco amperios de intensidad.
Esto significa que es capaz de cargar con rapidez tanto un móvil como un ordenador o una tableta, o ambos a la vez, si uno está conectado al otro -el smartphone al ordenador, por ejemplo- aunque no haya conexión a la red eléctrica. También permite cargar un dispositivo desde una batería, como en el caso de los móviles que se cargan con baterías externas.
Pero en el apartado de las tasas de transferencias también responde con gran eficacia, ya que su tasa límite de 10 gigabits por segundo le hacen idóneo para interconectar una tableta o un portátil -incluso un móvil- con una pantalla para, por ejemplo, dar vídeo en ultra alta definición a un televisor 4K. Y lo mismo sucede en el momento de conectar cámaras de vídeo o fotográficas para transferir imágenes en alta resolución, algo que puede resultar complicado de hacer mediante redes inalámbricas.
No identificar USB Type-C con USB 3.0
Conviene, de todos modos, no creer que por defecto el USB Type-C funciona con el protocolo 3.0. Una cosa es el protocolo y otra el conector. El primero es un sistema digital y el segundo un objeto físico que también puede aceptar protocolos de menor capacidad, como es el USB 2.0, que hoy todavía está como puerto en muchos ordenadores.
Un ejemplo: el teléfono chino Jiayu S4 implementa un conector USB Type-C, pero lo hace con protocolo USB 2.0, por lo que sus capacidades no son análogas a las de USB 3.0 y necesitaría un adaptador para conectarse con otro dispositivo que contemplara un Type-C con USB 3.0.