Los asistentes virtuales han entrado en nuestro hogar en forma de altavoces para conectarnos con otros aparatos y ofrecernos todo tipo de información con solo usar la voz. Los utilizamos para controlar la iluminación, además de los enchufes, la calefacción, las persianas, el aire acondicionado y otros electrodomésticos, entre otros muchos usos. Nos facilitan la vida. Sin embargo, también registran gran cantidad de datos (y conversaciones) personales. En las siguientes líneas damos más información de estos dispositivos y de sus “escuchas”.
Son la última moda tecnológica. Como en las películas de ciencia ficción, nos permiten controlar multitud de aparatos domésticos solo con nuestra voz. Los altavoces inteligentes se han colado en un buen número de hogares, pero aún levantan recelos entre los usuarios. Sin embargo, mucho antes de convertirse en altavoces camuflados entre la decoración de nuestra casa, los asistentes inteligentes ya habían invadido nuestra vida cotidiana. Tanto Google Assistant como Siri (Apple) o Alexa (Amazon), se activaron primero en los smartphones para dar luego el salto a los altavoces y a dispositivos domóticos como televisores, hornos y otros electrodomésticos, y liderar así el llamado Internet de las Cosas.
En apenas dos años, la popularización de los altavoces inteligentes ha llevado los ojos y los oídos de estos dispositivos a la intimidad de nuestra casa. Según datos del ‘Estudio Anual de Audio Online 2019‘, de IAB (Interactive Advertising Bureau), un 9,3 % de los españoles tiene un altavoz inteligente, porcentaje superior al del coche conectado –con acceso a Internet y/o a una red de área local inalámbrica– (6,9 %) y cerca de los smartwatches (12,2 %). Esto supone que, según el Estudio General de Medios (EGM) de abril de 2019, hay 488.000 hogares con uno de estos dispositivos y cerca de un 10,7 % de la población en España –unos 4,3 millones de individuos– afirma utilizar asistentes virtuales por voz, ya sea con estos aparatos o con su móvil.
Entienden y aprenden
La principal diferencia de estos sistemas frente al control por voz –que ya existía antes de que en 2015 Amazon presentara el primer Echo o que apareciera Google Home en 2016– es que son capaces de entender el lenguaje natural. No hace falta decir una palabra o comando concreto para activar una función. No solo entienden lo que decimos, sino que comprenden lo que preguntamos para ofrecer una respuesta acorde. Sabrán que queremos conocer la predicción metereológica tanto si decimos “¿qué tiempo hace?” como “¿tengo que coger un paraguas?”. Esto es posible porque realmente su cerebro no está en el aparato, sino en la nube. Están conectados a complejos sistemas de machine learning, capaces de aprender de todas las conversaciones que tienen con todos los usuarios, mejorando así su respuesta ante las posibles órdenes que reciben.
Imagen: Caio Resende
Si bien el uso que le puede dar un usuario medio se centra en automatizar y hacer más cómodas algunas tareas mediante el control de voz, resulta innegable la utilidad de estos nuevos aparatos para las personas con alguna discapacidad.
En esencia, su uso real tiene dos vertientes: por un lado, ofrecer respuesta e información de diversa índole y ciertos servicios (el tiempo, música, compras, búsquedas en Internet, alarmas, recordatorios…); y, por otro, servir de enlace y centro de control por voz para los dispositivos domóticos que no lo tienen, pero son compatibles con esta tecnología y podemos tener por la casa. Según un reciente estudio de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC), el 40 % de los internautas encuestados declaró que daba algún uso doméstico a su altavoz, siendo el control de la iluminación la opción estrella (76 %), además de los enchufes, calefacción, persianas, aire acondicionado y otros electrodomésticos.
¿Nos espían?
Por si alguien lo duda: sí, estos aparatos están permanentemente oyendo, pero, según sus fabricantes, no escuchan todo lo que decimos. Aunque siempre están atentos, en teoría no reaccionan, ni se activan y tampoco se conectan mientras no digamos la palabra “mágica” en cada uno de los sistemas: “OK Google”, “Oye Siri”, “Alexa”. Ahora bien, como también ha reconocido Google, pueden detectar ruidos fuertes con sus micrófonos y siguen movimientos bruscos con las cámaras para estar preparados para grabar en cualquier momento.
Es quizá el gran miedo para muchos usuarios: poner en su hogar un aparato que oye e, incluso, puede ver (algunos modelos cuentan con cámaras) todo lo que pasa por delante. Google, Amazon y Apple, las tres empresas responsables de los principales sistemas de asistentes inteligentes, nunca han escondido que sus artilugios –Google Nest, Amazon Echo o Apple HomePod– graban las conversaciones que tienen con los usuarios. La empresa de Jeff Bezos (Amazon) ha confesado incluso que existen personas que escuchan estas conversaciones para mejorar la comprensión de Alexa, sobre todo en los casos en los que no ha sido capaz de dar una respuesta al usuario. Google admitió que escucha el 0,2 % de las conversaciones y, tras la polémica por esa confesión, paralizó la transcripción de las mismas. Microsoft, por último, confesó escuchar algunas grabaciones de Skype y de su asistente virtual, Cortana, y Facebook, de su herramienta Portal. Apple, por su parte, tuvo que disculparse por escuchar conversaciones de Siri.
Imagen: tagechos
Condiciones que no leemos
Si borramos nuestra cuenta en cualquiera de los sistemas, es legal y reconocido por los tres gigantes que, si bien los datos recogidos de esa persona se dejan de usar activamente, pueden conservarse durante años en diferentes sistemas donde se guardan copias de seguridad. ¿Eso es espiar a los usuarios? La realidad es que no: al dar de alta nuestra cuenta y utilizar estos servicios, hemos aceptado –y en la mayoría de las veces no hemos leído– los términos y condiciones en los que cedemos a estas empresas la potestad de recoger y usar todos estos datos, tanto para la mejora del servicio como para ofrecérselos a un tercero. De hecho, según la Ley de Protección de Datos europea, las compañías solo pueden utilizar tus datos con los fines que previamente has autorizado para ello. Hay una máxima en los negocios en Internet: “si algo es gratis, el producto eres tú”. Es el precio que hay que pagar para disfrutar de la comodidad de controlar y recibir toda la información que podemos obtener de estos aparatos que, por otra parte, abren una nueva forma de interactuar con el mundo digital.
Rick Osterloh, jefe de dispositivos de Google, reveló que los altavoces inteligentes fabricados por su empresa siempre están escuchando. De paso, recomendó a los usuarios que avisen a sus invitados de que tienen un dispositivo de este tipo en casa y, por defecto, que lo tengan desactivado hasta que los componentes de la visita (oportuna o no) estén informados y conformes con su presencia.
De momento, en España no hay legislación ni jurisprudencia al respecto sobre los altavoces inteligentes. Lo que más se aproxima son las sentencias acerca de la grabación de conversaciones, que indican que se puede grabar una llamada si el que lo hace es parte de la conversación, siempre y cuando no se haga pública. Por eso, los diálogos en los que no participa el que las graba (las llamadas “escuchas”) resultan ilegales, si no están autorizadas por un juez: atentan contra el artículo 18.3 de la Constitución (derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen).Como de costumbre, la tecnología avanza más rápido que las leyes y, actualmente, existe un vacío legal. Solo queda la cortesía con nuestros invitados de avisar cuando llegan a nuestra casa y desactivar el dispositivo si nos lo solicitan.