Cada día se venden menos periódicos y se leen más las noticias en la Red, pero la publicidad, de momento, no acompaña esta transición de formato. El resultado es un cierre masivo de periódicos en muchas partes del mundo, como ocurre en Estados Unidos. Los rotativos que aguantan la crisis, hacen esfuerzos denodados por encontrar un modelo de negocio acorde con la era digital, aunque los resultados son escasos. ¿Sobrevivirá el periodismo como profesión? ¿Acabarán por ser los usuarios quienes fabriquen las noticias y las compartan de manera gratuita? ¿Quién otorgará veracidad y calidad a las informaciones en un mundo sin periodistas? Antoni Maria Piqué i Fernàndez, ex director del Diari de Tarragona y consultor de medios de comunicación de todo el mundo, respondió a las preguntas de EROSKI CONSUMER sobre el tema. Lo hizo con optimismo para reafirmar el valor de esta profesión, que nació en las plazas públicas de la antigua Roma. Pero sus reflexiones no están exentas de duras críticas al sector.
En nada. El periodismo sigue como la encarnación de los ciudadanos que dan y piden cuentas de la vida pública, para lo cual la información debe ser veraz, las versiones deben contrastarse, jamás debe venderse, su ejercicio exige honestidad personal e intelectual. Como siempre. Internet cambia el negocio sobre el que se sustenta el periodismo y la forma en que éste comparece en la sociedad. Es un entorno donde los costes del periodismo se reducen mucho y en el que, con mucha facilidad, los ciudadanos pueden expresar sus propias prioridades y puntos de vista, crear su propio contenido e interrelacionarse de forma global de un modo que antes sólo estaba al alcance de los periodistas profesionales y sus empresas. Pero esa facilidad no basta para ser periodista. Desempeñarse como profesional exige dedicación plena y unas competencias específicas que no son innatas.
“Internet es un entorno donde los costes del periodismo se reducen mucho”
¡Si supiera la respuesta sería multimillonario! No creo en la “economía del enlace”, “la economía de la abundancia”, “la economía de las emociones” y otras “economías” nacidas entre teóricos universitarios. Creo en la economía de productos, la de costes e ingresos, que es la única real. La rentabilidad vendrá de donde siempre: de reducir costes y de mejorar ingresos a través de alguna combinación de publicidad, suscripciones y pago por servicios (aplicaciones, acceso, contenido premium, etc.). Sobre los costes, ya estamos en ello, pero en la combinación de ingresos, aún no. Ya llegará.
Al contrario. Es un oficio en vías de propagación. El trabajo del periodista siempre fue parte de la ciudadanía. Antes, muy pocos tenían la formación, el tiempo, los recursos y la estructura para ejercer esa parte de su condición ciudadana. Hoy, gracias a Internet, son muchísimos más.
“El trabajo del periodista siempre fue parte de la ciudadanía”
Claro que se necesitan. Aunque el derecho a estar informado pertenece a cada uno -no a los periodistas o a sus empresas-, no todos están en condiciones de desarrollarlo. Eso requiere profesionales, del mismo modo que necesitamos médicos que velen por nuestra salud, aunque la salud sea de cada uno, no del médico o del Estado. Y aunque muchas enfermedades las cure cada cual en casa -jaqueca, inflamación, gripe, etc.- , nadie se llama médico por eso y siempre es mejor acudir al profesional de la medicina. Por lo mismo, necesitamos periodistas: para obtener información de calidad que nos ayude a tomar decisiones más libres, que nos haga mejores. Para que no abusen de nosotros los poderosos. El periodismo es una necesidad porque la verdad lo es, como la libertad, la vida, la dignidad, la honra y hasta la belleza y el agua y el aire, sin los cuales no podemos vivir.
Las agencias hacen muy bien su trabajo, en general, y “repicar” teletipos es aburrido, pero no malo. Contestaré de manera oblicua con la frase que un amigo repite a los dueños de diarios: “Sus abuelos, los fundadores, hacían un diario y ganaban dinero. Ustedes ganan dinero porque hacen un diario”. La diferencia en la prioridad es sutil, pero decisiva. La propietaria de The New York Times, en los años cuarenta, decía: “Sí, somos ricos, pero no somos ricos de yate”. Se lo gastaban todo en el periodismo, pero quedan pocos así. Por eso hay menos corresponsales y más teletipos.
Los gerentes de las empresas informativas no entienden casi nada del negocio. Se hace poco periodismo, ya que los periodistas nos hemos convertido en una subclase de la clase política. Hace años que dejamos de invertir en investigación y desarrollo.
“Los anunciantes seguirán en televisión, crecerán en Internet y buscarán ellos mismos a los consumidores en sus dispositivos móviles”
Antes en las empresas la inversión publicitaria se basaba en este sobreentendido: “La mitad de lo que gasto en publicidad no sirve para nada, pero no sé cuál de las dos mitades”. Hoy ya se sabe: es la de la prensa. Los anunciantes seguirán en televisión, crecerán en Internet y “atacarán” a los consumidores en sus dispositivos móviles. En la Red estarán en los canales de venta más eficaces, que no siempre son los más masivos, ya sea Twitter o las aplicaciones de Apple.
Sobre todo, creo que el modelo de negocio periodístico debe ser viable, con publicidad, sin publicidad o al “tres bolillo”. Hay alternativas, digamos, nominales: el pago por contenidos y/o por servicios, las donaciones privadas, etc. Otras no me parecen serias, como los subsidios públicos, que son en general una injusticia contra los contribuyentes y frenan el progreso. El modelo de negocio periodístico se basa en dos cosas: información y lectores. La plataforma y los formatos -y hasta el precio, si me apura mucho- son casi indiferentes. Y nos quedamos sin lectores por ofrecer información de baja calidad o interesada y cobrar caro por ella. Así no hay ni modelo ni negocio ni nada.
“Quizá sea Google quien tenga problemas a largo plazo si continúa configurada en torno a búsquedas, publicidad y contenido de otros”
Por supuesto. A corto plazo, si tienen caja suficiente para resistir la transición a la Red de su valor comercial y su audiencia. Eso será lentísimo. A largo plazo, si ofrecen calidad. La vida no será tan regalada como antes, porque los márgenes son mucho más bajos, pero sobrevivirán. Quizá sea Google quien tenga problemas a largo plazo si continúa configurada en torno a búsquedas, publicidad y contenido de otros.
Los datos son contradictorios. Internet, en general, no está pensada para la profundidad, sino para “clicar”, “clicar” y “clicar” de una página a otra y así exponer al lector a más anuncios. Profundidad, además, tiene otra definición en Internet. Falta experimentar más con sus posibilidades expresivas, mucho más amplias y extensas que las del impreso. Pero de ningún modo seremos más burros por culpa de Internet. Lo seremos a causa de un entorno familiar disfuncional, de la baja calidad del sistema educativo, de la renuncia personal a esforzarse para ser mejor ciudadano.
Se deben interpretar con literalidad, con exactitud y con devoción.
“De ningún modo seremos más burros por culpa de Internet”Los medios ven el iPad como el nuevo quiosco. Algunos teóricos universitarios lo ven como el “Gran Satán” que asesina a la Red en jardines vallados de aplicaciones pagadas. A mí me parece algo así como el control remoto de tu vida privada. Servirá para leer, navegar, ver la televisión o jugar. Pero también será la agenda y el cuaderno, la llave del garaje, el termostato de la calefacción, el interruptor de la luz, la oficina de Hacienda, el pago del peaje, el aula… Quizá ya es todo eso.
La de algunos, sin duda, sí.
El periodismo es ciudadano desde el primer segundo. Es parte de la ciudadanía de cada uno. Hoy es más sencillo que cualquiera intervenga en el proceso informativo y eso mejorará el periodismo. Ayudará a regresar a la necesidad de diferenciarse en un mundo de clones y contar lo que nadie cuenta, buscar la exclusiva, lo interesante y lo nuevo de verdad, que casi siempre será el descubrimiento de algo que ocurre hace tiempo. Vendrá el periodismo que descubre, en lugar del que cubre. Habrá menos funcionarios y burócratas del periodismo. Será fantástico.