Parece mentira que siendo el spam una práctica tan unánimemente aborrecida por la comunidad internauta, se emplee cada día más. En principio debiera ser contraproducente para quien lo emplea, pues genera un gran rechazo hacia las marcas o productos que así se anuncian. Lo que ocurre es que a las empresas sin escrúpulos les sale rentable enviar un millón de mensajes comerciales no solicitados a muy bajo coste y confiar en que al menos un destinatario ‘pique’. Y eso es lo que lamentable ocurre.
¿Por qué a mí?
Hay muchas formas de que una dirección de correo caiga en manos de un spammer. Básicamente, el internauta que pretenda mantener su buzón electrónico libre de basura deberá poner cuidado en qué hace con su dirección de email. La forma más habitual de capturar direcciones de email es emplear un robot que, de la misma forma en que los buscadores analizan los textos para indexar páginas web, localizan las direcciones de correo (basta buscar una @ seguida de un dominio, como hotmail.com). Las direcciones también se consiguen rastreando los foros, grupos de noticias, mensajes en cadena o, de forma abiertamente ilegal, mediante la compra-venta de CDs con bases de datos de usuarios y empresas (la oferta de CDs con miles de direcciones de email es correo spam habitual).
Combatir el spam
Por eso es conveniente tomar una serie de precauciones para conservar la dirección lo menos contaminada posible. Para empezar, hay que manejarla con el mismo celo que un número de teléfono, que no daríamos a cualquiera. Y además:
– No se debe abrir ni mucho menos responder porque indica que la cuenta está activa, con lo que sólo se consigue que el spam se multiplique.
– Si además de abrirlo pinchamos en alguna imagen o enlace corremos el riesgo de caer un fraude de phishing, una página web falsa creada para robar datos personales.
– Se puede ayudar a combatir el spam informando al proveedor de correo de la naturaleza del mensaje. Prácticamente todos los correos-web disponen de un botón para indicar que el mensaje «es spam«.
La dirección buena y la otra
Para participar en foros, suscribirse a determinados boletines o publicar la dirección en cualquier sitio público es interesante contar con una cuenta de email alternativa; a fin de cuentas los correos-web (los que se consultan a través de una página web) son gratuitos y se pueden crear decenas de direcciones. Así, al menos, podremos mantener la dirección ‘buena’ libre de spam, pues sólo será del conocimiento de personas de confianza.
Con un poco de ayuda… de los programas
Por mucho empeño que ponga el usuario en mimar su dirección de correo, no está garantizado que el buzón no termine inundado de basura, pues no depende sólo de él: cualquier destinatario ‘amigo’ puede reenviar el mensaje y éste acabar rebotando hasta un spammer. Por eso, tras la precaución, podemos echar mano de los filtros de los gestores de correo o de programas especializados.
- Filtros. La forma más básica de filtrar el spam consiste en bloquear los remitentes de mensajes no deseados, algo que se puede completar con bases de datos públicas de ‘sospechosos habituales’. Pero tanto los programas de correo como los correos-web suelen contar con opciones avanzadas que cada usuario puede personalizar, estableciendo reglas para filtrar el spam por el ‘asunto’, el contenido, etc.
- Programas específicos. Existen en el mercado programas que se integran en los gestores de correo para detectar y eliminar el spam. Éstos contienen filtros por defecto (listas negras de remitentes, asuntos sospechosos, palabras clave…) que el usuario puede adaptar a sus necesidades. Los más radicales y efectivos crean una lista de remitentes autorizados por el usuario; el que no esté en la lista recibirá como respuesta un enlace para verificar su identidad y asegurar que no se trata de una máquina ‘espameadora’ (la inmensa mayoría del spam es enviado a través de programas de bombardeo masivo).
Utilizar programas anti-spam requiere un tiempo para adaptarlos a cada usuario. Normalmente cuanto mayor porcentaje de spam consiguen filtrar, más posibilidades hay de que algún mensaje lícito acabe en la carpeta de la basura, con lo que al final el remedio es peor que la enfermedad. En general, en un principio es conveniente bajar la barrera de protección para asegurarse que el correo amigo no se tacha de spam, e ir subiéndola para erradicar los mensajes indeseados según criterios propios (en función de la cantidad y el tipo de spam recibido).