Más del 90% de los internautas españoles ha recibido mensajes no solicitados en su buzón de correo electrónico. El correo ‘basura’ o spam representó más del 40% de los 31.000 millones de mensajes diarios enviados en 2003 (sin contar 2.500 millones de mensajes diarios de sitios pornográficos). Esta plaga de Internet en algunos países alcanza proporciones alarmantes; supera el 90% entre las empresas de EEUU. No hacen falta más datos para certificar que el envío de mensajes no solicitados es, junto a los virus, uno de los mayores problemas en el funcionamiento de Internet.
Las numerosas iniciativas, tanto legislativas como tecnológicas, encaminadas a erradicar el spam no terminan de dar frutos. La ley se topa con unas fronteras que no respetan los spammers (China y Corea del Sur compiten con EEUU en el podio de emisores de spam), y se encuentra con la lógica oposición de las empresas de publicidad y marketing por correo electrónico, que opinan que una legislación demasiado restrictiva acabaría con su negocio. Además, los spammers (remitentes de spam) se las ingenian para sortear los filtros de los servidores y programas de correo, cambiando frecuentemente (y de manera automática) el remitente y asunto del mensaje.
Dentro del spam
El correo no deseado incluye numerosos tipos de mensajes, desde la ‘basura’ más perniciosa (fraudes, phishing, etc.) y los mensajes en cadena (leyendas urbanas, pirámides, hoax…) hasta los envíos publicitarios masivos (pornografía, medicamentos, ‘gane dinero rápido’, etc.) o los de los pequeños comercios que tratan de hacer un buzoneo barato. Tampoco sería un disparate incluir entre el spam muchos mensajes de amigos o colegas, que reenvían a su lista de contactos todas las tonterías que reciben -que incluyen falsas alarmas de virus o archivos adjuntos enormes-.
A lo largo del año pasado, la basura que atestó los buzones electrónicos se podía englobar, en orden decreciente, en las siguientes categorías: productos (con Viagra, pastillas para adelgazamiento milagroso o alargamiento de pene como estrellas), finanzas, pornografía, timos, salud, Internet, ocio y religión. De entre ellos, los más molestos para los usuarios fueron la pornografía, préstamos e hipotecas, inversiones e inmobiliaria.
Spam y virus
No se debe confundir el spam con los virus, aunque ambos encabezan la lista negra de Internet y pueden tener peligrosas relaciones. Las falsas amenazas de virus (muy frecuentes entre los bulos o hoax) son parte del spam. Además, los spammers pueden emplear troyanos, que se instalan en el ordenador para capturar la libreta de direcciones y utilizarla para reenviar el correo a todos los contactos o colocarlos como remitentes de spam. Así, el que aparece como remitente de algunos mensajes no deseados puede ser una víctima en lugar de un verdugo.
¿No basta con borrarlo?
Los usuarios que se topan con un par de correos no deseados al día quizá opinen que el problema no es para tanto -hasta que uno les atrape en un fraude-. Pero cada vez hay más internautas que reciben una cantidad considerable de spam… y la cuestión ya no es el tiempo que se necesita para borrarlos, sino la dificultad para encontrar los mensajes ‘amigos’ y no eliminarlos por descuido al deshacerse de la basura.
El tiempo que se emplea en gestionar el spam se ha cuantificado: se estima que en 2002 costó 8.900 millones de dólares sólo a las empresas estadounidenses. Pero además del tiempo, que llega a los cinco minutos por cada hora que se está conectado (unas 10 jornadas laborales completas al año), el coste en ancho de banda representa también un problema, y no sólo para los proveedores de conexión a Internet (ISPs). El spam, por supuesto, emplea el ancho de banda de cada usuario, que deberá esperar más para recibir sus mensajes o para navegar mientras se descarga la basura.
Hacia 1937 la empresa Hormel Foods lanzó carne enlatada que no requería refrigeración (Hormel’s Spiced Ham) sin demasiado éxito comercial. Tras un concurso para cambiar de nombre del producto (el ganador fue, claro, SPAM) emprendió una fuerte campaña comercial que incluyó, en 1940, el que fue quizá el primer anuncio cantado: SPAM SPAM SPAM SPAM / Hormel’s new miracle meat in a can… Durante la Segunda Guerra Mundial las latas de cerdo SPAM empezaron a inundar el mercado, no sólo porque era una comida ideal para las tropas sino porque al no requerir refrigeración no se racionaba como otras carnes. En 1957 ya se vendía en todo el mundo y en los 60 introdujo una innovadora anilla de apertura automática, que ahorraba el empleo de abrelatas.
Los británicos Monty Phyton recogieron la omnipresencia de la carne de cerdo enlatada marca SPAM en una escena de su comedia Flying Circus. En un restaurante una camarera lee el menú: todos los platos son SPAM con algo o algo con SPAM. Tras repetir tantas veces SPAM llega a ser lo único que se entiende, hasta el punto que al final es la única palabra que dice. El SPAM tapa la conversación como hoy en día hace con los mensajes de correo electrónico legítimos.