¿Cuál es el secreto de Google,Facebooko Twitter? ¿Por qué estas tres compañías han sido más exitosas que muchas de sus competidoras, algunas de ellas más sofisticadas? Aunque suene paradójico, casi con toda seguridad su valor diferencial reside en su ausencia de sofisticación. Su aparente sencillez y su tendencia a mostrar su código en abierto han permitido que un gran número de usuarios las adopten, las modifiquen a su gusto y las mejoren. El resultado final es que los creadores lanzan la empresa, pero la desarrollan sus usuarios. Esta estrategia, conocida como crowdsourcing, se puede apreciar también en servicios tan actuales como Foursquareo Spotify.
Google debe su eficacia a que los internautas enlazan a diario los textos de otros usuarios y así les otorgan una relevancia que puede medir el buscador. La red social Facebook está en la cúspide porque siempre ha dejado la creación de sus aplicaciones en manos de sus «habitantes», que se han sentido de este modo más cómodos que en otras redes más cerradas y complejas. Twitter triunfa porque se puede usar desde múltiples aparatos portátiles gracias a los desarrollos de terceros, mejores que los oficiales, lo que permite a sus usuarios estar siempre enterados de qué dicen sus contactos.
Gracias al crowdsourcing, estos servicios se han convertido en más eficaces, más completos y más útiles a sus propios usuarios
Así estos servicios se han convertido en más eficaces, más completos y más útiles a sus propios usuarios que, sin saberlo, los han construido poco a poco.
Twitter no sería nada si ningún internauta lo utilizara, pero cuantos más lo hacen y comunican enlaces a vídeos, fotografías, textos, noticias, etc., se convierte en un servicio más valioso. La cantidad de información en tiempo real que contiene Twitter hace que tanto Google como Yahoo! paguen una importante suma de dinero a sus creadores por dejarles indizar los contenidos de su servicio. De este modo, mientras los usuarios han «twitteado», han dotado a la vez de valor a la plataforma: «la masa» ha trabajado para los fundadores. Es el denominado crowdsourcing.
¿Dónde está el beneficio para «la masa»?
El beneficio para la plataforma es la posibilidad de alcanzar la rentabilidad económica, pero también el conjunto de los usuarios se benefician de su consolidación.
Si nadie enlazara páginas de otros en su sitio web, Google no podría ofrecer resultados tan precisos y buscar información sería mucho más difícil
Foursquare es un servicio de recomendaciones de locales de ocio, museos, farmacias, supermercados, etc. Aspira a que cualquier producto, artículo o servicio que pueda necesitar una persona lo encuentre en sus plataformas con las debidas recomendaciones y ubicado en un mapa. Para ello, los propios usuarios publican sus opiniones sobre los distintos lugares que visitan. Les permite dejar sus impresiones y les otorga el poder de comunicar a sus contactos la opinión que les merecen los distintos negocios. A medida que los que utilizan esta plataforma expresan sus pareceres y aconsejan o advierten contra determinados locales o productos, enriquecen el servicio al llenarlo de contenido útil. Si ningún usuario recomendara en Foursquare, tampoco ningún otro podría entrar en la plataforma y encontrar la información que busca.
Del mismo modo, si nadie enlazara páginas de otros en su sitio web, Google no podría ofrecer resultados tan precisos y, por lo tanto, buscar información sería mucho más difícil. Y lo mismo pasa con Facebook. En resumen, el beneficio para «la masa» es la eficacia del servicio.
Crowdsourcing, privacidad y límites legales
Sin embargo, el crowdsourcing también tiene sus límites y uno de ellos se sitúa en el terreno de la privacidad. Empresas como Google y Facebook se sirven tanto de los datos personales -desde nombre y apellidos, hasta lugar trabajo o de residencia e, incluso, ubicación momentánea-, como de los contenidos y opiniones que el usuario aporta de forma voluntaria para conseguir ser más eficaces y proponerle mejor los servicios.
Empresas como Google y Facebook se sirven tanto de los datos personales como de las opiniones que el usuario aporta para conseguir ser más eficaces
El debate, en el caso de Google, siempre ha estado en discernir hasta qué punto puede la plataforma ofrecer al internauta mejores servicios de correo, mapas, búsquedas, etc., sin traspasar la línea de saber demasiado sobre él y correr el peligro de revelar estos datos. Una vulnerabilidad del sistema o las habilidades de un ciberdelincuente podrían desencadenar un desastre.
Por otro lado, tanto Google como Facebook utilizan esta información privada para perfilar mejor la publicidad que exponen al usuario y conseguir respuestas más eficientes de cara a sus anunciantes. En ambos casos, el negocio publicitario constituye el grueso de su beneficio. ¿Pero dónde está el límite entre eficacia publicitaria y violación de la intimidad?
Ambas plataformas, como muchas otras, alegan que sin toda esta información el servicio no sería posible y que no tienen otra intención que utilizarla en provecho de los consumidores. Pero algunos datos recientes no siempre corroboran tales intenciones.
Facebook se vio envuelta hace unos meses en una agria polémica por la supuesta venta a terceras empresas de marketing de datos de sus usuarios. La compañía alegó problemas de configuración en su menú de privacidad y prometió resolverlos con más opciones para el usuario, pero un nuevo servicio, Open Graph, ha vuelto a encender el debate de los límites del crowdsourcing en Facebook.
Google tampoco escapa a las polémicas tras las revelaciones sobre la captación de datos de redes wifi abiertas de los usuarios mientras fotografiaba las calles de diversas ciudades europeas para Google Street View. Como es lógico, la empresa arguyó que los datos le permitirán diseñar mejores servicios en el futuro. Otro momento de tensión entre los usuarios y el buscador fue cuando este explicó sus nuevas condiciones de privacidad.