El comercio electrónico o e-commerce crece a un ritmo imparable. Los datos de 2016 cifran las ventas mundiales en 1,5 billones de euros, y los especialistas del sector estiman que supondrán el doble en 2020. Dentro de un par de años, el comercio digital moverá más de tres billones de euros anuales. Ante esta perspectiva, que se suma al aumento de compras desde el móvil, el Día Mundial del Consumidor centra su campaña denunciar los fraudes y estafas digitales más comunes, así como en garantizar el acceso y la seguridad de las personas en los mercados digitales.
Imagen: AndreyPopov
John F. Kennedy, el presidente estadounidense que imaginó la llegada del ser humano a la luna y que no vivió para verla, también pensó un escenario en el que la ciudadanía podía ser fácilmente estafada por las empresas si los Estados no ponían algún tipo de control o remedio. En 1962, hace ya más de medio siglo, lanzó un discurso que, lejos de perder vigencia, continúa siendo actual y más necesario que nunca: «Por definición, todos somos consumidores -señaló-. Este es el grupo económico más grande que afecta, y es afectado, por casi todas las decisiones económicas públicas y privadas. Sin embargo, constituyen a la vez el único grupo importante cuyas opiniones a menudo no son escuchadas».
Así empezaba Kennedy su intervención en el Congreso. En ella proponía cuatro derechos fundamentales para amparar a todos los consumidores:
- El derecho a la seguridad, a ser protegidos de la comercialización de productos que sean peligrosos para la salud o la vida.
- El derecho a la información clara y veraz; a no estar expuestos a publicidad, información o etiquetas fraudulentas, engañosas o confusas.
- El derecho a elegir; a que exista, dentro de lo posible, una variedad de productos a precios competitivos. También a que haya productos y servicios de calidad a buenos precios.
- El derecho a ser escuchados, a que los intereses de los consumidores sean tenidos en cuenta por el Gobierno, los tribunales y las empresas.
Aquellas palabras tuvieron gran recorrido. Fueron el esbozo de los derechos básicos de los consumidores y, a día de hoy, forman parte de la legislación de muchos países, incluido el nuestro. En España están reconocidos en el artículo 51 de la Constitución, como bien detalla el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
2018: mejorar los mercados digitales y el comercio electrónico
Dentro de tres años, más del 15% de las ventas minoristas mundiales totales se harán por comercio electrónico. En paralelo, la mitad de la población del planeta no tiene acceso a Internet. Además, existe mucho desconocimiento, inseguridad y desconfianza por parte de los consumidores, que temen ser víctimas de fraude o estafa cuando compran online. Según Consumers International, el 70% de los consumidores teme que sus pagos digitales no sean seguros, mientras que el 49% de los internautas que nunca adquiere en línea culpa de ello a la falta de confianza.
De ahí que la reivindicación de este año en el Día Mundial del Consumidor no sea una, sino tres:
- Acceso a Internet seguro y justo para que todas las personas puedan disfrutar de servicios de la Red asequibles, abiertos y de buena calidad; también para poner un freno a los proveedores de servicios online que limitan el acceso a un rango estrecho de sitios o imponen topes de datos injustos.
- Acciones contra estafas y fraudes para evitar prácticas desleales, inseguras y poco éticas que vulneren a los consumidores.
- Mejor protección en línea, más fuerte y efectiva, para que los consumidores puedan disfrutar con seguridad y confianza del mercado digital.
Los riesgos más frecuentes del comercio electrónico
Según la Red Internacional de Protección al Consumidor y Aplicación de la Ley (ICPEN), algunos delitos digitales son más frecuentes que otros. En Econsumer.gov, el portal creado por esta institución para notificar estafas internacionales, llevan registro de ellos.
Las tiendas falsas son una de las amenazas más habituales. «Las páginas web comerciales falsas pueden hacer uso de diseños y formatos sofisticados, así como de logotipos y nombres de dominio robados. Aunque algunas de estas pueden identificarse sobre todo por una opción solicitada de método de pago o por anomalías en la URL, no suele ser algo evidente para los consumidores», apuntan desde Consumers International.
Las estafas en plataformas legítimas también son muy comunes. Se considera estafa no recibir el artículo por el que se ha pagado, que llegue algo distinto a lo que se pidió o recibir artículos falsos. Y esto se extiende también a los servicios: por ejemplo, cuando se reserva una estancia en un hotel, y el hotel en cuestión no existe; o cuando se alquila un apartamento turístico y este no se corresponde con lo anunciado. En algunos casos, las plataformas compensan a los consumidores que han sido estafados, en particular, cuando su reputación puede peligrar. Pero no siempre sucede.
Otro riesgo cada vez más habitual es el fraude en los pagos; tanto que el crecimiento del fraude excede al crecimiento del comercio electrónico. Cuando compran por Internet, los consumidores se exponen a que su información y sus datos de pago sean transferidos y almacenados a través de la Red. Y, como advierten los especialistas, esto no sucede solo con el empleo de las tarjetas de crédito. «Los delincuentes cada vez son más sofisticados en el uso de malware para capturar y controlar los inicios de sesión bancarios online en teléfonos, tabletas y ordenadores y así, utilizar los datos robados de cuentas bancarias para hacer pagos fraudulentos», sostienen.