Lugar de reunión de extranjeros, centro de negocio, club social… los locutorios telefónicos han irrumpido en los barrios de las ciudades españolas de forma paralela al aumento de la inmigración. Sin embargo, su uso está también dirigido a otros sectores de población, como estudiantes extranjeros o padres de estudiantes españoles cuyos hijos residen en otras latitudes. El secreto de su éxito: los bajísimos precios de las llamadas telefónicas.
Cómo funciona un locutorio
Según han explicado a CONSUMER EROSKI diversos propietarios de locutorios telefónicos, la clave para ofrecer llamadas teléfonicas tan baratas radica en comprar por anticipado paquetes de minutos a las compañías telefónicas. El dueño de un locutorio realiza un prepago de los minutos telefónicos que, posteriormente pondrá a disposición de los usuarios, con un coste adicional de entre el 30% y el 40%. Según los propietarios de los locutorios entrevistados en Valencia, Girona, Madrid y Marbella, las compañías que mejor funcionan para comprarles tiempo y posteriormente conectar en el momento de la llamada son aquellas cuya marcación debe ir precedida de cuatro dígitos (como Jazztel, BT o Tele2). Estas empresas ofrecen precios muy reducidos y un servicio óptimo. Por el contrario, según la experiencia de Carlos Palacios, que regenta un locutorio en el barrio de Orriols de Valencia, “hay compañías telefónicas que operan en una banda muy estrecha y cuando los fines de semana deben soportar un número importante de llamadas, el sistema se colapsa y, por supuesto, los clientes se quejan”.
Las diferencias respecto a los precios que se pagan desde una cabina de Telefónica pueden ser abismales. Por ejemplo, llamar a Argentina, Bolivia, Colombia, Chile o Perú desde una cabina telefónica cuesta 0,70 euros por minuto, incluido el precio de establecimiento de llamada. Un empresario de locutorio telefónico puede comprar minutos para llamar a Argentina por 0,15 euros, a Bolivia por 0,35 euros y a la República Dominicana por 0,38 euros. Así, aunque recargue a esa cantidad un 30% para obtener beneficios, el precio final siempre estará por debajo del que ofrecen los servicios públicos. Llamar a Argentina puede tener un coste final de 0,20 euros por minuto, por ejemplo, o a Bolivia 0,45 euros. En el seno de la Unión Europea, llamar a Alemania o Austria cuesta en un locutorio 0,12 euros (21 pesetas por minuto).
Prueba de lo importantes que son los locutorios como nexo de unión entre los inmigrantes y sus familias es que determinados estados utilizan las llamadas telefónicas para recaudar impuestos. Es el caso de Cuba e Irak. La compra de minutos telefónicos para estos países resulta más cara que hacia otros destinos. Esto es así porque estos estados utilizan este negocio como su propia forma de aumentar sus ingresos. Así, llamar a Cuba puede costarle a un residente en España entre 1,43 y 1,54 euros (entre 230 y 260 pesetas por minuto), precios muy diferentes al de otros países. Por su parte, el importe de una llamada a Irak oscila entre 0,90 euros y 1 euro por minuto.
Fenómeno social
Para Joaquín Rebollo, responsable de SCT, empresa que monta locutorios en toda España, estos establecimientos son un buen negocio por la fidelidad de los inmigrantes hacia sus familias. De este modo, las llamadas a sus países de origen para mantener el contacto con los suyos son un acto fundamental en su vida cotidiana. Según su experiencia, corroborada por un estudio realizado por Telefónica España, una persona latinoamericana o africana puede gastar entre 60 y 72 euros al mes en llamadas telefónicas desde locutorios. Teniendo en cuenta que en España residen entre un millón y millón y medio de inmigrantes, parece que se trata de una buena forma de trabajar.
Tanto Joaquín Rebollo como Carlos Taboada, presidente de la Asociación de Refugiados e Inmigrantes (ARI Valencia), reconocen que las llamadas desde un locutorio telefónico resultan especialmente accesibles para los inmigrantes, ya que permiten realizar conexiones de larga distancia a precios módicos. Por su parte, Carlos Taboada no entiende por qué estos centros no son utilizados más a menudo por los propios españoles para sus llamadas al extranjero.
En el barrio de Ruzafa de Valencia, donde tiene su sede ARI Valencia, se pueden contar hasta 10 locutorios telefónicos. En ellos es fácil ver al atardecer numerosos grupos de ciudadanos provenientes de Nigeria, Senegal, Marruecos, Chile, Ecuador, Perú, Bolivia o Colombia. Todos ellos buscan un precio bajo para sus llamadas. Sin embargo, no se ve ninguna persona española. Esta circunstancia, no obstante, comienza a cambiar. Joaquín Rebollo reconoce que ya son muchos los padres con hijos en el extranjero que optan por los locutorios telefónicos para ponerse en contacto con ellos. También es cierto que determinadas compañías optan por ubicar sus locutorios en centros de veraneo para recoger la demanda tanto de los españoles que viajan como de extranjeros llegados a España por turismo.
Locutorio como negocio
El equipamiento de un locutorio, al margen de los gastos de alquiler y de personal, oscila entre los 6.000 y los 9.000 euros para un establecimiento con cinco cabinas telefónicas, según Joaquín Rebollo, que asegura que para que sea rentable lo importante es el horario. Un locutorio debe permanecer abierto una media de 14 horas al día, ya que, por los horarios de los países a los que se llama, cada inmigrante elegirá un tramo del día. Por la mañana acuden personas procedentes de países cuya franja horaria es similar a la española. Así, es habitual ver a magrebíes, nigerianos, argelinos, etc. Sin embargo, por la tarde es más habitual encontrar en un locutorio a los llegados de América Latina: ecuatorianos, colombianos, peruanos, etc.
Para poder dar este servicio los locutorios telefónicos también se han convertido en generadores de empleo entre la población inmigrante. Aunque el dueño sea un español, según los propietarios consultados “es aconsejable que quien atienda al público conozca sus necesidades, así es lógico que se contrate a personas de procedencia africana o latinoamericana”. Carlos Palacios confirma que en su locutorio de Valencia ha contratado a dos mujeres “con papeles”. “Por la mañana hay una mujer marroquí que habla árabe y que resulta de gran ayuda para quienes vienen de África. Por la tarde, sin embargo hay una chica chilena que ayuda a todos los que vienen de América”.
Joaquín Rebollo, por su parte reconoce que es importante que haya cierta familiaridad entre quien está de cara al público y los clientes, ya que permite fidelizar a la clientela y convertirse en un centro de reunión. Rebollo también nos ha explicado que la rentabilidad de un locutorio no se consigue incrementando mucho el porcentaje de beneficio sobre el precio de los minutos, ya que “un inmigrante es capaz de recorrer largas distancias en la búsqueda de un locutorio con mejores precios para llamar a su país”. Así pues, no se trata de un negocio “para hacerse rico, pero sí para vivir”. En este sentido, Rebollo reconoce que montar un negocio de estas características se ha convertido “en una forma de auto empleo para los inmigrantes, ya que muchos de ellos optan por establecerse por su cuenta” .
Otra posibilidad que se está extendiendo es la franquicia. De este modo, la persona que decide establecerse como propietario de un locutorio, sólo debe localizar un lugar adecuado e incorporarse a una empresa mayor. El coste de instalación lo asume el franquiciado pero se beneficia de un grupo mayor que puede optar a la compra de minutos mucho más económicos.
Dónde ubicar un locutorio
Ruzafa y Orriols en Valencia, San Francisco en Bilbao, La Latina en Madrid… son barrios donde han emergido locutorios telefónicos como respuesta a la llegada de población inmigrante que, además, se concentra en barrios muy determinados en cada ciudad. Por eso es importante saber elegir la ubicación. Los lugares más apropiados son aquellos en los que hay inmigrantes, turistas o estudiantes extranjeros. De ahí que los campus universitarios de las ciudades españolas comiencen a vislumbrarse como otro punto de negocio.
El gerente de un locutorio de Marbella nos ha confirmado que una buena forma de decidir dónde ubicar un locutorio se basa en la investigación previa sobre la población de un barrio o ciudad. “Lo mejor es acudir al ayuntamiento y solicitar un listado del censo del pueblo en función del lugar de nacimiento”. De esa manera se obtiene información sobre dónde reside la población extranjera y dónde puede ubicarse un locutorio.
Sin embargo, quedan flecos de población sin atender. Se trata de los padres cuyos hijos estudian en el extranjero. La generalización de becas y programas internacionales de intercambio estudiantil ha creado una serie de padres cuyos hijos residen fuera de España. Aunque el negocio surge como respuesta a la necesidad de comunicación de una población recién llegada, empieza a ser negocio también ofrecer servicio para llamar a otros países como Estados Unidos, países de la Unión Europea o Australia. No obstante, el desconocimiento de los locutorios y de sus posibilidades por parte de la población española hace que no se usen demasiado.