Los jóvenes se suman con gran facilidad a la práctica de los challenges (término en inglés muy extendido en la Red para referirse a los retos). Les resultan especialmente atractivos, ya que se asocian a valentía, popularidad y superación de las reglas establecidas. Desafiarse y querer destacar sobre el resto es algo muy característico de la adolescencia. Pero, hoy en día, además, se muestra en Internet consiguiendo que su alcance sea mucho mayor. La gran repercusión que se logra a través de las redes sociales, impulsada a su vez por youtubers, famosos internacionales e influencers, ha propiciado que un reto pueda dar la vuelta al mundo en unos días, como ha ocurrido con Momo, uno de los últimos desafíos virales que comenzó en Japón y no tardó en sembrar el pánico también en España. Y es que muchos de estos retos no son tan inocuos como parecen. Por eso, en este artículo advertimos sobre los riesgos que algunos de ellos esconden, con el fin de que le sirva de ayuda para proteger a sus hijos.
Momo, uno de los últimos retos virales
Constantemente surgen nuevos desafíos virales, algunos con distintos objetivos: conseguir un fin social, visitas y fama que se convierten en beneficios económicos; entretener; o tan solo competir y seguir la cadena para estar a la moda.
Momo actúa bajo un perfil falso que, agregado como contacto, supuestamente llega a interactuar con el menor. En realidad, Momo es una escultura que se creó con fines cinematográficos y, debido a su aspecto espeluznante, el público le atribuyó poderes sobrenaturales. Desde hace unos meses, su imagen circula por las redes sociales acompañada de un número de teléfono, instando a quien recibe el mensaje a contactar con ella para evitar un perjuicio o «maldición». Han sido muchos los internautas que aseguran que, al enviarle un mensaje a Momo, el supuesto perfil responde con amenazas y proponiendo una serie de pruebas que inducen incluso a la autolesión.
El caso se ha convertido en un fenómeno mediático, saliendo a la luz noticias que lo relacionan con sucesos de suicidio entre menores, como ya ocurrió en su momento con el «juego viral» de la Ballena Azul (Blue Whale Challenge).
Además, al mismo tiempo, Momo genera tanto interés que muchos youtubers han grabado vídeos en los que supuestamente contactan con ella, mientras que otros youtubers, en cambio, han aprovechado esta gran repercusión para concienciar a su audiencia sobre esta clase de bulos y atenuar otros daños colaterales que puede provocar, como son la ansiedad, la depresión, el insomnio e, incluso, la autolesión. La sugestión puede impulsar a los adolescentes a realizar diferentes prácticas de riesgo, entre las que también está contactar con alguien desconocido y revelarle información personal.
Otros retos virales de riesgo
Existen retos virales beneficiosos al tratar aspectos como el trabajo en equipo, la creatividad y la expresión artística, así como la combinación de destrezas físicas y digitales y, por supuesto, el entretenimiento. Un claro ejemplo de este tipo de reto es el Mannequin Challenge, que consiste en quedarse inmóvil como un maniquí en grupo mientras suena la canción ‘Black Beatles’ del dúo Rae Sremmurd. La cámara graba desde distintos ángulos, siendo muchas las posibilidades de adaptarlo a aspectos positivos.
Sin embargo, y debido a que cada vez se busca conseguir mayor impacto, también abundan retos que pueden poner en riesgo a sus seguidores. Por eso, como padres o adultos de referencia del menor, debemos conocer estas prácticas para poder aplicar una prevención adecuada y minimizar el impacto perjudicial que puedan tener.
Imagen: Pixabay
La práctica de algunos retos conlleva graves consecuencias para la salud, como aquellos que inducen a la delgadez extrema, entre los que destacan el Belly Button Challenge, el Collarbone o la hoja A4. Otros pueden llegar a causar graves lesiones e incluso la muerte: el Tide Pod Challenge, que consiste en ingerir cápsulas de detergente de lavavajillas; el Hot Water Challenge, que lleva a echarse agua hirviendo o beberla; o el más popular del verano, In My Feelings Challenge (conducir un coche y bajarse en marcha para bailar mientras el vehículo continua solo, para después volver a subir en marcha y retomar la conducción). Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y la Dirección General de Tráfico han intervenido en más de una ocasión para hacer recapacitar sobre estas modas virales y evitar que los seguidores se pongan en riesgo.
La lista de desafíos peligrosos es extensa y, a la vez, fácil de identificar por cualquier persona como prácticas de riesgo. El sentido común puede ser el mejor aliado para comprender que rociarse con alcohol y prenderse fuego para acabar lanzándose a una piscina, realizarse quemaduras en la piel con hielo y sal para lucir estos peculiares «tatuajes» (Ice and Salt Challenge), introducirse un condón por la nariz y expulsarlo por la boca (Condom Snorting Challenge) o echarse en el ojo bebidas alcohólicas son acciones que se escapan de toda lógica.
¿Qué podemos hacer?
Una vez que conocemos algunos de los principales retos virales que pueden llegar a practicar niños y adolescentes, desde IS4K proponemos las siguientes recomendaciones:
Desarrollar la capacidad crítica de los menores. Como padres, es importante que ayudemos a nuestros hijos a desarrollar su capacidad crítica y a contrastar la información antes de interiorizarla.
Mediación parental. Es importante realizar una supervisión de la actividad de los menores en Internet para que realicen un uso seguro y responsable de las nuevas tecnologías, evitando que accedan a contenidos inadecuados o lleguen a contactar con comunidades peligrosas. En este sentido, puede ser un buen complemento apoyarse en herramientas de control parental.
Reportar contenidos peligrosos. En los casos donde observemos que un contenido no es adecuado o puede poner en riesgo al menor, se podrá comunicar a la Línea de reporte de IS4K.
Evitar propagar contenidos de riesgo. Es importante insistirles en la importancia de no compartir a su vez esta clase de retos. De este modo, ayudaremos a que su propagación no continúe.
Interesarse por sus gustos y motivaciones. Preguntar acerca de lo que opinan sobre los retos ayuda a fomentar la habilidad de calcular el riesgo de lo que le puede pasar a alguien que lo asume.
Formar parte de la comunidad de sus redes sociales. Esta acción, que debe estar más enfocada a una relación de confianza que a asumir un «papel controlador» y, por lo tanto, acordada previamente con el hijo, puede ser muy idónea sobre todo en sus comienzos en los entornos sociales. Así, ser parte de sus plataformas preferidas puede servir para mantenernos informados sobre sus intereses, nuevas modas, las compañías que tiene, es decir, su día a día.
Riesgos en el contacto con extraños. Agregar a WhatsApp números que nos encontramos en Internet (como en el caso del reto Momo) sin tener la certeza de saber quién está detrás sitúa al menor en una posición de riesgo. Se debe extremar la precaución a la hora de revelar información a desconocidos, pues no sabemos quién está detrás ni con qué intenciones (acoso, grooming, extorsión, manipulación, etc.). En el caso de haber cometido la imprudencia y de que nos estén increpando, podremos bloquear al usuario y reportar a la plataforma lo ocurrido.
Cuidar la privacidad. Compartir a su vez nuestro número de teléfono en Internet, así como cualquier dato personal, nos hace más vulnerables, pudiendo ser víctima de fraudes o suplantación de identidad que pueda aprovechar esa información que hemos revelado.
Acudir a servicios de ayuda, como es el caso de la Línea de Ayuda de IS4K (900 116 117), donde tanto los menores como los adultos podrán recibir asistencia psicosocial y pautas adaptadas a su caso personal para evitar, prevenir y reaccionar ante esta clase de situaciones.
¿Qué opina de los retos virales? Consúltenos a través de nuestro formulario de ayuda o cuéntenoslo en nuestras redes sociales (Facebook, Twitter y Google+).