Internet es, en estos momentos, la mayor y mejor discoteca del mundo. Habría que hilar muy fino para no localizar en la Red una canción, ya sea de principios de los años 30 o el último superventas que no para de sonar en la radio. La mayor oferta se encuentra en los programas de intercambio de archivos perseguidos por la industria por no respetar los derechos de autor. Pero también es posible descargar música de Internet con la conciencia tranquila, y sin abonar un euro.
Los ‘piratas’ buenos de Internet
Las herramientas con las que cuentan actualmente los internautas para localizar canciones en Internet son múltiples, aunque existen dos grupos claramente diferenciados: los legales y los ilegales. Entre los últimos siempre brillará con luz propia el fallecido Napster, programa que encendió la mecha de la revolución musical al permitir que 60 millones de internautas de todo el mundo intercambiaran canciones sin pagar un solo céntimo. Al grupo de los que se encuentran al margen de la ley pertenecen asimismo los actuales Kazaa, Soulseek, WinMX o páginas web como Simplemp3s.com, 21century.com o QuickMusic.
La otra alternativa, aquella que incluye a los servicios legales de música, también se puede dividir en dos: aquellos que ofrecen archivos MP3 (formato de compresión que reduce el tamaño que ocupa la música) de forma gratuita, y los que prestan el mismo servicio cobrando una cuota al mes o por tema descargado.
A priori, entre las diversas opciones existentes, la más favorable es la de los sistemas que permiten conseguir música sin atentar contra los derechos de autor y, además, no cobran dinero por ello. Pero no siempre lo más favorable es lo mejor.
Poca variedad
El primer inconveniente con el que se topa el internauta que acceda a páginas legales de música es el de la variedad. El número de canciones disponibles es ridículo comparado con la barra libre que representan las páginas piratas que, cada día con más asiduidad, pululan por la Red.
Pero este no es el mayor problema. Lo que provoca más insatisfacción en el usuario es que, por mucho que lo intente, nunca podrá acceder a buena parte de un disco si quiere respetar, al mismo tiempo, las premisas de legalidad y gratuidad. Fundamentalmente, porque los servicios legales de descarga de música gratuita fueron concebidos como un cebo para el usuario.
El método es sencillo: ofrecen un tema por disco, al internauta le gusta y compra el álbum completo. Por supuesto, todas estas páginas cuentan con el consentimiento de las discográficas y los autores, ya que previamente han adquirido las licencias de distribución de las canciones.
Gratis total: servicios disponibles
Cada vez existen más páginas que respetan la ley y, al mismo tiempo, regalan música a sus visitantes. El más claro exponente, y uno de los pioneros, es MP3.com, que en la actualidad pertenece a Vivendi, propietaria, a su vez, de la discográfica Universal. Este proveedor de servicios musicales que permite comprar, escuchar y almacenar CDs, ha ido salvando los obstáculos legales que le han salido al paso durante los últimos años. Es, por tanto, uno de los principales destinos para los melómanos.
El primer paso que todos los internautas deben dar tanto en MP3.com como en otros servicios similares es el de completar un registro de usuario. Una vez cumplido este paso, el usuario podrá escuchar con baja calidad de sonido todas las canciones que allí se ofrecen. Incluso, muchos de los temas allí expuestos (normalmente los menos conocidos) se pueden escuchar y descargar al ordenador con la misma calidad de un CD. Aquellos que no quieran guardar el archivo de música en su ordenador, tienen la posibilidad de escuchar directamente la canción seleccionada (streaming), lo que permite ahorrar bastantes minutos de espera.
El último requisito consiste en disponer de un reproductor de audio adecuado para escuchar los temas seleccionados. Los más utilizados, Winamp y Windows Media Player en PC, XMMS en Linux e iTunes en Macintosh son compatibles con la mayoría de formatos de audio.
La variedad de canciones disponibles en MP3.com cumple cualquier examen riguroso, siempre y cuando sean actuales. Así, por ejemplo, la búsqueda de cualquier tema de The Beatles acaba resultando infructuosa.
Otra buena página para buscar canciones gratis es la de la edición online de la revista Rolling Stone. En su canal de descargas (downloads) se encuentran los temas más recientes de la escena musical. Eso sí, existen varios peros: la gran mayoría pertenece a grupos estadounidenses y, lo que es peor, el internauta podrá guardar la música en su ordenador un máximo de 30 días. A su favor juega el hecho de que el usuario no está obligado a registrarse.
La página de la cadena de televisión MTV posee un servicio similar al de Rolling Stone, aunque en su caso sí es imprescindible completar el registro de usuario. A su favor: las canciones no desaparecen del disco duro.
Desde la página de la revista Billboard es posible escuchar canciones, pero no descargarlas. Y eso cuando se puede, porque en demasiadas ocasiones aparece en la pantalla el siguiente aviso: “Lo sentimos, el propietario del contenido no permite que esta descarga digital se distribuya a su país”. Caso similar se produce en la sección de descargas de las tiendas de discos Tower Records.
Si lo que el usuario pretende es escuchar parte de un disco antes de comprarlo, la página más apropiada es la de la tienda online Amazon. Tan sólo es necesario buscar un álbum, pinchar sobre él, bajar hasta el listado de las canciones que lo integran y escuchar aquellas que se encuentren disponibles. El inconveniente es que apenas permiten escuchar 30 segundos de cada corte.
Caramelos con trampa
Existen algunos programas en los que, por muy legales que sean, hay que andarse con cuidado. PressPlay -plataforma online lanzada por las discográficas Vivendi, Sony y EMI para contrarrestar la pujanza de los programas piratas-, por ejemplo, encierra trampas. En principio, su servicio es de pago, pero ofrece la posibilidad de disfrutarlo gratuitamente durante tres días. Está más que justificado pinchar en una de sus páginas: su archivo musical es uno de los más amplios de la Red.
El usuario debe cumplimentar el registro e instalar el programa que facilita la descarga de música. Hasta ahí todo bien. Pero es en el segundo paso donde se localiza la trampa: debe facilitarse el número de tarjeta de crédito, ya que el proceso de registro es el mismo que el del servicio de pago. En principio, la empresa se compromete a no cargar ningún pago por la suscripción, ya que siempre se puede cancelar antes de que concluyan los tres días de uso libre. Pero si el usuario se olvida, recibirá la factura (18 dólares) cada mes.
La misma precaución hay que adoptar ante el nodo Emusic, que lo mismo que PressPlay. En este caso, el período de prueba (y, por tanto, para darse de baja con el fin de evitar el pago de la suscripción) es de dos semanas. Otra de las grandes plataformas legales es MusicNet, de la que, de momento, sólo pueden disfrutar los usuarios del proveedor de Internet America Online (AOL).
Una penúltima opción en el rastreo de sitios web donde conseguir música gratis y legal se encuentra en las páginas oficiales de los grupos o artistas. No ha sido hasta los últimos meses cuando se han potenciado las páginas propias con el fin de saciar la demanda de los fans.
En la mayoría de los casos, el material suele consistir en rarezas, caras B o actuaciones en directo. Cantautores como Quique González ‘cuelgan’ en su web conciertos enteros, y grupos como Radiohead o U2 facilitan canciones antes de que salga su disco en las tiendas.
La forma de localizar la página oficial de un grupo es bien sencilla: generalmente debe teclearse el nombre seguido por el .com, aunque para salir de dudas lo más apropiado es utilizar un buscador.
A favor y en contra de las páginas de música gratuitas
Aunque quizá sea demasiado tarde, la industria de la música se ha percatado de que no le queda otra alternativa que reaccionar si pretende sobrevivir en una realidad dominada por la piratería. Poco a poco van cumpliendo los exigencias de los internautas al crear programas que, junto con una amplio archivo musical, ofrecen la posibilidad de pasar las canciones a un CD.
Recientemente se han producido movimientos que indican hacia dónde pueden ir los tiros de la distribución musical del futuro. La iniciativa más importante no ha venido de la mano de una discográfica, sino de una compañía informática (Apple), que pretende llenar el vacío existente entre los distintos servicios musicales, que o son ilegales o no son atractivos.
Apple vende canciones a 99 centavos la unidad, sin necesidad de suscripción previa, en su nueva tienda en Internet, iTunes Music Store. El servicio contiene 200.000 temas de los cinco principales sellos discográficos (BMG, EMI, Sony, Universal y Warner), grabaciones exclusivas de una veintena de artistas – como Bob Dylan, U2 o Eminem- y vídeos musicales gratis. Se pueden escuchar 30 segundos de cada canción antes de pagar y es posible grabarlas en CD tantas veces como se quiera. De momento, este servicio sólo funcionará en estados Unidos.
EMI, que siempre ha sido la discográfica más dispuesta a adaptarse a los nuevos tiempos, ha anunciado el lanzamiento en Europa de un servicio similar al de Apple. Comercializará más de 140.000 canciones de 3.000 artistas a través de 20 tiendas online. También podrán rippearse (copiar del ordenador a un CD) los temas.
Este tipo de programas están llamados a convertirse en las tiendas de música del futuro. No obstante, todavía habrá que esperar a que toda la maquinaria esté perfectamente engrasada. Así que, por el momento, habrá que conformarse con la oferta legal existente, que ofrece una de cal y otra de arena:
A favor
- Legalidad. El internauta que utilice estos servicios puede quedarse con la conciencia tranquila, ya que las discográficas y propietarios de los derechos de autor han dado el visto bueno para que su música pueda conseguirse en Internet de forma gratuita.
- Los archivos descargados ni están cortados, ni contienen otro tema distinto al buscado, ni están vacíos. Todos ellos son problemas a los que están acostumbrados las personas que prefieren utilizar los programas piratas.
- Permite conocer parte de un álbum antes de adquirirlo en la tienda y, por añadidura, facilita el descubrimiento de otros artistas.
- El proceso de descarga es sencillo, rápido… y gratuito.
En contra
- Variedad. Es mínima comparada con la que cuentan las páginas web y sistemas de intercambio que caminan al margen de la ley.
- Incluyen ‘trampas’ que pueden salir muy caras a los usuarios que actúan de buena fe. Pagar por una suscripción cuando la intención era acceder al periodo de prueba gratuito es uno de ellas.
- Las canciones que se reproducen en streaming pueden no poseer la calidad de sonido adecuada.
- Rara vez permiten conseguir el disco completo de un artista.