Los ‘political games’ comenzaron el día en que un grupo de activistas expertos en nuevas tecnologías diseñaron un videojuego que emulaba las penurias por las que tienen que pasar miles de inmigrantes en los campos de acogida de Australia. A partir de entonces, esta modalidad que combina el ocio, la denuncia y la concienciación política se ha ido extendiendo por la Red.
‘Escape from Woomera’: el videojuego documental
En 2002, dos artistas digitales y una documentalista decidieron reproducir de la manera más exacta las condiciones de vida de los refugiados para denunciar su situación. Así nació ‘Escape from Woomera‘, el primer ‘political game’, o videojuego político, de la Historia. En él, el jugador debe conseguir escapar del centro de refugiados australiano Woomera que, según los autores del juego, ha sido recreado en la Red con todo su realismo.
El objetivo final de este nuevo género de ocio en Internet es concienciar a los usuarios sobre temas sensibles social y políticamente. Tras la aparición de ‘Escape from Woomera’, muchos educadores,artistas y activistas han usado videojuegos para mostrar, analizar o denunciar los supuestos abusos de gobiernos, corporaciones y medios de comunicación. La mayor parte de estos videojuegos se pueden decargar gratuitamente de la red.
Pocos australianos conocen la existencia de los campos de acogida de inmigrantes y, mucho menos, las estrictas medidas de control por las que se rigen. “Nadie escapa de mis centros de detención”. Estas fueron las palabras que el ministro de inmigración, Philip Ruddock, le dedicó a ‘Escape from Woomera’ en la portada del Sydney Morning Herald. La controversia generada por este videojuego político provocó que el gobierno australiano cancelara el presupuesto dedicado a las artes digitales nacionales. Katherine Neal, directora de arte del proyecto, da su opinión sobre el origen del problema que el videojuego tuvo con las instituciones: “No querían que la gente supiera lo que pasa allí, pero nosotros sí”.
Guantánamos australes
El nombre de los inmigrantes alojados en los campos de refugiados australianos se compone de dos letras y un número, que corresponden las iniciales del barco en el que llegaron y el orden en el que saltaron a tierra. En términos de derechos humanos, y siempre según la OMS, estos lugares de espera para entrar en Australia “son lo más parecido a un campo de concentración que existe en el mundo civilizado”.
Los centros de detención pertenecen a Wackenhut, una empresa privada americano-danesa especializada en seguridad nuclear, conflictos bélicos y estados de excepción. Están situados en mitad del desierto y su misión es recibir, procesar y encarcelar a los cientos de refugiados, principalmente de Europa del Este, que piden asilo en Australia. No se permiten cámaras, grabadoras, abogados o miembros de la Cruz Roja.
Inicialmente, tras mover sus creadores el proyecto de lo que iba a ser Escape from Woomera por las instituciones para conseguir financiación, el Consejo Australiano para las Artes les dio 25.000 dólares y puso un equipo de diseñadores, programadores y técnicos a su disposición. El equipo trabajó duro para conseguir información sobre cuatro centros: Baxter y Woomera en Australia del Sur, Port Hedland en el oeste y Villawood en Sydney, la capital.
Entrevistaron a refugiados, visitaron a sus familias y mantuvieron una larga correspondencia con varios ex empleados de los centros en cuestión. Consiguieron mapas dibujados por los mismos presos, disimulados a través de las rejas en un tambor de detergente. Revisaron horas de noticias grabadas de la televisión y estudiaron a conciencia Through the Wire, de Pip Starr, un documental que recibiría muchos premios unos años más tarde.
Trabajaron durante meses hasta conseguir integrar todo el material en la matriz de Half-Life, un popular videojuego comercial que admite modificaciones. El resultado es un juego de evasión de corte clásico (la referencia a ‘Escape from Alcatraz’ es clara) pero con un giro de tuerca inesperado: cada vez que el jugador consigue escapar de un centro, acaba llegando a otro, como en si estuviera en una versión virtual de El Proceso de Kafka. Y lo que es más importante: toda la información que se ofrece al jugador es verídica.
Un videojuego, una causa
‘Escape from Woomera’ no sólo levantó ampollas en la administración australiana: Sev Ozdowski, comisionado de la Organización por los Derechos Humanos, lanzó una nota de prensa declarando el proyecto “como poco, insensible” y varias asociaciones de protección al refugiado acusaron a sus responsables de trivializar la dramática situación de los inmigrantes.
Sin embargo, consiguió su objetivo: concienciar a miles de adolescentes acerca de una injusticia que tiene lugar a pocos kilómetros de sus casas. Y despertó el interés de las universidades y centros culturales por el videojuego como una plataforma democrática para propósitos artísticos y políticos.
“Para rodar un documental”, razona Julian Oliver, coautor de ‘Escape from Woomera’, “se necesitan permisos, licencias, un presupuesto, un equipo especializado y un productor que acepte el reto y no quiera ‘negociar’ los términos de tu película”. Y una vez terminado, también se necesita una cadena de televisión que lo muestre. “Para hacer un ‘political game’ sólo necesitas ojos, oídos, un ordenador y un ‘mod’”, añade. Su archivo de videojuegos online, Selectparks.net, contiene cerca de 160 videojuegos independientes y 150 son ‘mods’.
El ‘mod’ (o modificación) es un juego realizado con las herramientas y el motor de un proyecto comercial. Existen varios: ‘HalfLife’, ‘Doom3‘, ‘Nevewinternights’, ‘Serious Sam‘ y ‘Battlefield 1942‘. Todos son juegos de éxito que ofrecen, junto con la licencia abierta, un ‘kit de desarrollador’ para que personas sin conocimientos técnicos (profesores y estudiantes, periodistas, artistas o amas de casa) puedan desarrollar juegos de calidad. Del mismo modo que ya no hace falta saber HTML para mantener una página online, tampoco es necesario ser programador para hacer un videojuego. ‘Escape from Woomera’ es un ‘mod’ de Half Life.
9/11 survivor: reconsiderando los medios de comunicación
El más famoso sin duda alguna es ‘9/11 survivor‘, una pequeña pieza experimental que los alumnos del artista Brody Condonrealizaron dos años después del ataque terrorista a las torres gemelas. Con un ratón, el jugador puede recorrer un World Trade Center en llamas y perecer abrasado o saltar del edificio. Y, una vez consumada cualquiera de las dos opciones, volver a empezar.
‘9/11 Survivor’ es una modificación de ‘Unreal Tournament‘. John Brennan, Mike Caloud y Jeff Cole, estudiantes de arte de la Universidad de California, lo escogieron para plasmar su tesis de que los medios de masas modifican la percepción que las personas tienen de la realidad. Como explica Lawrence Lessig en su ensayo Free Culture:
“Cuando dos aviones se estrellaron contra el World Trade Center, otro contra el Pentágono, y un cuarto contra un campo en Pennsylvania, todos los medios del mundo conectaron con esta noticia. Cada momento de todos los días de esa semana, y durante semanas, la televisión en particular y los medios en general volvieron a contar la historia de los acontecimientos de los que acabábamos de ser testigos. Contar fue volver a contar, porque ya habíamos visto los acontecimientos descritos. La genialidad de este horroroso atentado terrorista fue que el segundo ataque se produjo con un retraso perfectamente calculado para asegurarse que todo el mundo estaría mirando.”
Esa secuencia se ha repetido tantas veces que se ha convertido en parte de la conciencia colectiva, perdiendo su impacto comunicativo y anulando la capacidad de sentir de los televidentes. El propósito de ‘9-11 Survivor’ era trasplantar ese momento a un medio que devolviera la humanidad y el horror a las imágenes que todo el planeta había visto demasiadas veces. Y lo consiguió: la reacción fue tan violenta que Brody y sus alumnos recibieron amenazas de muerte por correo y por teléfono durante meses. La historia fue noticia de cultura en el New York Times y el juego acabó retirándose de la Red. “No tanto por las amenazas”, recuerda Condon, “como por la factura de 8.000 dólares que nos cobró el servidor que lo alojaba por exceso de descargas”.
Gonzalo Frasca: el videojuego como editorial
‘9-11 Survivor’ fue el primer juego que se atrevió a recordar el atentado del 11 de Septiembre, pero no el último. El estudio uruguayo Newsgaming, con el crítico y teórico Gonzalo Frasca a la cabeza, lanzó en su día a la calle ‘September 12th‘, un pequeño juego en flash cuya intención es analizar la cruzada americana contra el terror.
“La idea detrás de ‘September 12th”, explicaba Frasca, “es que la violencia siempre genera más violencia”. El escenario del juego es Irak y hay que matar terroristas lanzando bombas sobre la ciudad. Pero, por más esfuerzos que haga el jugador, casi siempre acaba matando civiles. Como reacción, otros civiles se convierten en terroristas. Tras unos minutos de juego, la pantalla está cubierta de terroristas, la ciudad destrozada y es imposible jugar.
Recuerda poderosamente a otro juego ideado para la web: ‘Antiwar Game‘, de Future Farmers y Josh On. La idea rectora del juego es: “América ha sido atacada, los extranjeros son sospechosos y nosotros vamos a responder a la agresión”. En ‘Antiwar Game’, el jugador se pone al mando de la Casa Blanca y debe repartir recursos entre el ejército, los gastos sociales y la ayuda exterior. El jugador pronto descubre que, haga lo que haga, todo termina en desastre. Las tropas se desmoralizan y la nación se colapsa. Cada juego conduce a una situación sin salida.
Estos juegos, cuyo desenlace nunca depende de la pericia del jugador o de su habilidad para superar las dificultades impuestas, no buscan el entretenimiento sino la reflexión. “Nuestros juegos”, explica Gonzalo Frasca, “no pretenden divertir, sino animar a los jugadores a pensar de manera crítica acerca de la eficacia de los Estados Unidos y su Guerra contra el Terror”.
En ‘September 12th’, el jugador queda advertido desde el primer momento: “Esto no es un juego, es una simulación”. Sus posibilidades de juego están reducidas al mínimo. En términos periodísticos, se podría decir que tanto ‘Antiwar Game’ como ‘September 12th’ son editoriales gráficos. Entretienen pero critican o, al menos, dan algo en qué pensar.
Full Spectrum Warrior: el Pentágono contraataca
No sólo desde los colectivos sociales se está experimentando con los videojuegos para concienciar a la sociedad. También el Pentágono y otras instituciones estadounidenses se han dado cuenta del enorme poder sobre los jóvenes que tiene la tecnología del ocio. De este modo el ejército y la marina norteamericana han lanzado a la Red juegos tan representativos de la vida militar en campaña como ‘Full Spectrum Warrior’.
Los diseñadores de ‘Full Spectrum Warrior’ no se limitaron a mostrar el campo de batalla en su proyecto: utilizaron intervenciones militares reales y material proporcionado por los marines para construirlo. El resultado es un juego de pretensión hiperrealista que la armada americana se enorgullece de presentar como sistema de entrenamiento para sus integrantes. “Es lo que de verdad te encuentras cuando estas ahí fuera”, aseguró el mayor Brent Cummings al New York Times.
En el juego, miles de marines perfectamente organizados, y equipados con el último grito en tecnología militar, se lanzan al asalto de una ciudad enemiga que parece Bagdad. A través de una cámara de vídeo al estilo foto reportaje bélico, los jugadores disparan contra fanáticos religiosos enloquecidos por el odio. No se ve ningún civil; no hay niños ni ancianos ni mujeres sobre el terreno.
‘Full Spectrum Warrior’ no es un juego cualquiera: es el equivalente de nuestros días a los documentales de propaganda americana de la II Guerra Mundial. Lo mismo se puede decir de ‘Americas Army’ y de ‘Medal of Honor’, todos juegos diseñados para construir una imagen idílica del papel de los Estados Unidos en sus contiendas militares. Son los juegos preferidos de los jóvenes americanos, incluidos los que han sido enviados a Irak.
Por su parte, ‘Kuma War’lleva la pretensión de realidad todavía un poco más lejos: el argumento del juego refleja puntual y metódicamente todos los acontecimientos en la guerra del Golfo. La captura de los hermanos de Sadam Hussein está ambientada en la villa de Mosul donde fueron encontrados, recreada de manera fidedigna gracias a fotos de satélite y material cedido por la inteligencia militar. La captura del propio Sadam les hizo cambiar el proyecto entero de la noche a la mañana. “Cuando cogieron Sadam Hussein”, recuerda Keith Halper, “primero pensé: ‘¡Genial, por fin han cogido a ese tío!’; después me di cuenta de que era un problema para Kuma”.
Su página se actualiza cada semana con vídeos reales procedentes de Bagdad y hay comentarios de soldados desde la primera línea de fuego. La prensa ha empezado a llamarlos ‘CNN Games’ porque muestran los mismos vídeos que las cadenas de noticias. Ellos mismos se denominan “Real War News, Real War Games”.
UnderAsh: la lucha en los territorios palestinos sigue en la Red
Al otro lado del Mediterráneo, Afkar media ha construido la contrapartida árabe; ‘UnderAsh’. Se trata del primer juego árabe en 3D de la historia. El jugador es un joven palestino que se enfrenta a las tropas israelíes armado con una piedra. A medida que el juego avanza, la situación es la misma pero las armas suben de categoría (una navaja, una pistola…) y el poder del jugador sube de nivel. Según su autor, Radwan Kasmiya, “muestra la diferencia entre la historia real de personas reales y una propaganda política que trata de infundir entusiasmo en los futuros marines para justificar sus asaltos a países lejanos”. Kasina, que es profesor e ingeniero en Siria, no duda del poder revitalizador del videojuego en la sociedad palestina. “Los videojuegos llegan a las personas jóvenes”, concluye; “los documentales no”.
Kasmiya estuvo en España recientemente presentando ‘UnderUsh’ en ‘Game as Critic as Art’, un seminario acerca del papel del videojuego en el arte y los medios de comunicación organizado por la profesora Laura Baigorri en el Caixaforum de Barcelona. También participaron Gonzalo Frasca y Katherine Neal.