España, según un estudio de ámbito europeo de 2015, figura como el tercer país de la UE donde más se venden falsificaciones de artículos deportivos, solo por detrás de Letonia y Lituania. Y en fechas recientes, otro informe ha unido de nuevo deporte con piratería en nuestro país, al apuntar que, en la actualidad, más de la mitad de los españoles (56 %) recurre a plataformas pirata para ver eventos deportivos. En general, el método más utilizado es el de recurrir a descodificadores trucados que emiten sin licencia, y que no solo son empleados por particulares, sino también por establecimientos de hostelería. Además, proliferan las páginas web que emiten estos contenidos sin los permisos necesarios para ello, aunque algunas han sido obligadas a cerrar. En las siguientes líneas explicamos de la mano de un abogado experto en nuevas tecnologías a qué se debe el auge del acceso ilícito a la transmisión de eventos deportivos y qué es posible hacer para remediarlo.
Hablamos con Javier Maestre, abogado especialista en derecho y nuevas tecnologías, para que nos ayude a poner en contexto los datos del informe más reciente. «Ese tipo de estadísticas hay que manejarlas con cuidado y escepticismo, pues normalmente las hacen partes interesadas —y que, por tanto, no son objetivas—. La industria de la música y el cine también ha hablado de pérdidas millonarias con unas cifras absolutamente desproporcionadas, y no sería de extrañar que lo mismo sucediera en este caso», advierte.
«Probablemente, la oferta de estos contenidos no se adapte a la demanda y dé lugar a un consumo de los mismos fuera de los cauces establecidos por quienes comercian con los derechos de emisión», continúa. Y ofrece un ejemplo concreto: «Antes se podían comprar partidos sueltos, de forma que si un usuario estaba interesado en ese partido concreto podía adquirirlo de forma aislada, es decir, de manera análoga al alquiler de una película, donde hay numerosas plataformas que permiten ese tipo de consumo. Sin embargo, en el caso de eventos deportivos —particularmente, el fútbol, que es el que más demanda tiene en España—, actualmente creo que no se pueden comprar partidos aislados y es preciso contratar alguno de los paquetes que se comercializan».
Contenidos concretos en lugar de paquetes
Imagen: Cynthiamcastro
Esta cuestión es parte del debate desde hace años. Ya en 2015 Claudio Valero, editor experto en nuevas tecnologías, se preguntaba cómo era posible que se pidieran 10 euros por un único partido, un precio que, en su opinión, era excesivo para la mayoría de los españoles —y muy superior a lo que costaba alquilar una película durante dos días completos (5 euros)—. También contrasta con el caso de la música, pues hace tiempo que es posible adquirir canciones sueltas en plataformas como iTunes, Amazon o Google Play. Y, por supuesto, también podemos disfrutarla en streaming.
En opinión del abogado Javier Maestre, «lo que ha pasado es que han surgido ofertas que se adaptan a lo que requería el público, tanto en calidad como en precio, tales como Netflix (para películas y series) o Spotify (en el caso de la música). Antes de que aparecieran estas plataformas, muchos defendíamos la tesis de que la industria del entretenimiento no se adaptaba a los nuevos modelos de consumo de los usuarios y que esa era la principal causa de la piratería. El tiempo nos ha dado la razón y demostrado que cuando hay una oferta de contenidos adaptadas a los hábitos de consumo actuales y a unos precios razonables, la piratería pasar a tener un volumen prácticamente residual y que en modo alguno afecta al mercado».
En efecto, y aunque su irrupción no ha sido la panacea, desde entonces las descargas ilegales han retrocedido a un ritmo constante. No obstante, hay estudios que parecen sostener lo contrario, es decir, que las descargas mediante P2P no se reducen a pesar de que a sus usuarios se les dé la opción de hacerlo por vías legales. ¿La razón? Que dichas plataformas a menudo no ofertan los contenidos que los usuarios de P2P buscan, por lo que siguen recurriendo a ellas para acceder a lo que desean.
Virus, datos y límites legales
Aunque esto puede parecer una mala noticia, no sería de extrañar que, con el tiempo, la oferta de las plataformas digitales se ampliara hasta cubrir las necesidades de este nicho. Los catálogos de contenidos no dejan de crecer, haciendo poco a poco menos necesario recurrir a fuentes externas. En el caso de los deportes, además, es de esperar que no haya un problema análogo, o que este sea menor. Tengamos en cuenta que la cantidad de películas y música disponible es inmensa, por lo que cubrir todo el abanico de intereses resulta una tarea casi imposible. En cambio, en el caso de los deportes, la mayoría de los aficionados lo son al fútbol, el baloncesto, el tenis y el automovilismo y están interesados en ver eventos de actualidad. En principio, es más sencillo satisfacer estas demandas.
Por otro lado, las plataformas no están del todo indefensas ante los usos ilícitos: el año pasado, Spotify implantó una política antipiratería estricta para evitar que algunos usuarios disfruten de sus servicios mediante clientes pirata; en el caso de las emisiones deportivas, parece un problema más difícil de atajar, dado que los receptores no son ilegales en Europa. Le preguntamos a Javier Maestre por las implicaciones de estas prácticas: «Las consecuencias legales para un usuario que simplemente consuma dependen fundamentalmente de la tecnología que use. Si utiliza un sistema P2P, hay que tener en cuenta que, además de descargar lo que está viendo, también está compartiendo el contenido, lo que podría suponer una infracción de la Ley de Propiedad Intelectual».
No obstante, mientras que los sistemas P2P conectan a usuarios individuales que comparten contenidos sin que tenga por qué existir ánimo de lucro, las páginas web pirata son otro cantar. «Lo preocupante es que las páginas que se dedican a contenidos ilegales en ocasiones pueden incluir virus o software malicioso capaz de poner en riesgo la seguridad del equipo, por lo que hay que tener cuidado con las visitas y, sobre todo, con los archivos que se descarguen de Internet», señala Maestre.
Según un estudio reciente, el 95 % de las webs pirata se financian mediante publicidad; de esta, la mayoría es de casas de apuestas y contenido para adultos, aunque un 26 % corresponde a marcas comerciales de prestigio. Además, muchas de estas páginas solicitan datos a sus usuarios, incluidos algunos de carácter personal, que son cedidos a terceros para campañas de emailing comercial. Como usuarios, por tanto, tenemos una doble responsabilidad: proteger nuestra privacidad y saber a quién entregamos nuestro dinero o nuestros datos.